Críticas
Intensa gelidez
Rams (el Valle de los Carneros)
Hrútar. Grímur Hákonarson. Islandia, 2015.
El film islandés Rams (El Valle de los Carneros) consiguió alzarse con la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid de este año, habiendo también obtenido con anterioridad, el premio a la Mejor Película en el último Festival de Cannes, en la sección Un Certain Regard, además de estar seleccionada para representar a su país en los próximos Oscar, en la categoría de Mejor Película de habla no inglesa. Con su segundo largometraje de ficción, tras Summerland (2010), Grímur Hákonarson indaga en una historia intimista, que refleja la Islandia rural, a través de la vida de dos hermanos, Gummi y Kiddi, que viven en un aislado valle y se ocupan de la crianza de una raza de ovinos, de pedigrí muy antiguo, que es considerada una de las mejores del país. Los carneros, en Islandia, se distinguen por sus cuernos y por la calidad de su lana, y parece que superan con creces en cuantía a la población humana (unos 800.000 frente a 320.000).
Con unos paisajes sobrecogedores, en el valle apartado de Bardardalur, en donde la naturaleza llega a dominar al hombre, el realizador escandinavo, rodando en las estaciones de verano y en invierno, consigue acercarnos a un mundo cerrado, una sociedad añeja enclaustrada en sus tradiciones, incomunicada y sin interés por abrirse a la modernidad. Impacta esa naturaleza imponente, ese verde primaveral y esos entornos invernales oscuros que arrastran a sus habitantes a la depresión, al alcoholismo y a la soledad. En medio de este estremecedor panorama, se nos van mostrando rencillas familiares que vienen de lejos, que se fomentan casi sin intervención ni responsabilidad de los afectados, pero que terminan repercutiéndoles hasta el final de sus días. Estamos ante enfrentamientos no buscados especialmente, impuestos por generaciones anteriores, que no llegan siquiera a imaginar o ser conscientes de las consecuencias de sus decisiones. La puesta en escena es sencilla, casi documental, y está basada en la propia experiencia personal del realizador, haciéndonos llegar, en imágenes, los intentos de supervivencia de una forma de vida que se niega a enfrentarse con los nuevos tiempos. El director de fotografía es Sturla Brandth Grøvlen, noruego, también camarógrafo en la película Victoria (2015), del director alemán Sebastian Schipper, acaparadora de los premios de la Academia en ese país, y que ha sorprendido con su único y largo plano secuencia.
Los personajes poseen personalidades sobrias y, acorde con ello, se muestra la austeridad de las casas en las que viven. Pasan sus días en soledad, y destaca enormemente la ausencia de presencia femenina, en algunos casos porque nunca existió y, en otros, porque desapareció. No hay más entretenimiento que cuidar de los adorados ovinos, esas preciosas criaturas amenazadas por un cataclismo, desgracia que “curiosamente” tiene origen británico. Seguro que nadie se ha olvidado del crack islandés del año 2008, con el colapso de su sistema bancario y las intensas presiones del Reino Unido, uno de sus principales acreedores, para que el país cumpliera con sus compromisos económicos.
El dilema sobre el acatamiento o no de la legalidad, cuando sus reglas se enfrentan a tus intereses más íntimos, a lo que resulta ser el centro de tu existencia y de tus mayores desvelos y afectos, genera una reflexión profunda, con actitudes individuales dispares en sus medios, pero no en los fines. El humor negro está presente a lo largo de toda la obra, y sobresalen golpes de guion muy irónicos y efectivos. Citemos al efecto ese tractor, dirigiéndose a un hospital con una sorprendente carga, o la comunicación, a través de mensajes transportados por un perro. También, a falta de pan, buenas son tortas, y si nadie nos regala nada en Navidad, no tenemos empacho alguno en hacernos nuestro propio obsequio.
El filme se centra básicamente en dos personajes, los hermanos Gummi y Kiddi, Sigurốur Sigurjónsson y Theodór Júlíusson, dos actores de gran reputación en Islandia, y ambos están impecables en su interpretación de granjeros de ovejas enfrentados por envidias y discriminaciones ancestrales, son trabajadores, reservados, uno más reflexivo y el otro más impulsivo, los dos tenaces en sus objetivos. No debemos olvidar citar en las interpretaciones a los carneros que intervienen en la película. Se llegó incluso a hacer un casting para las reses, que hasta aparecen en los títulos de crédito. Los dos hermanos consiguen una conexión muy intensa con sus ovejas, cada una tiene un nombre y una identidad propia. En cuanto al resto del reparto, los actores desprenden veracidad y naturalidad, encontrándose entre los papeles secundarios el actor Gunnar Jónsson, a quien precisamente se le acaba de entregar el premio al Mejor Actor en el Festival de Valladolid, por su intervención como protagonista en el film Fúsi , del director Dagur Kári, también de nacionalidad islandesa, con una caracterización del lento despertar de un hombre inadaptado socialmente. Da la impresión que el cine islandés esté despuntando últimamente, más allá del prestigio del realizador Baltasar Kormákur. Recordemos que la reciente vencedora de la Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, fue una película de esa nacionalidad, Sparrows, de Rúnar Rúnarsson.
Calmosamente, con ritmo pausado, se van sucediendo las escenas de ese mundo agrario recluido, sus rutinas, el arduo faenar diario, también los absurdos momentos que otorga tanta soledad, todo ello envuelto en una especie de atmósfera que hace pensar, como ha sugerido el realizador Grímur Hákonarson, en una suerte de western escandinavo, acompañado todo ello por la banda sonora de Atli Örvarsson, que enfatiza momentos, sin apartarnos del drama humano de unos pastores, humildes en medios de vida, pero soberbios en caracteres, tragedia que es en definitiva lo que nos están mostrando, en una meditación sentida sobre la posible pérdida de identidad, forzada por las circunstancias.
Hacía tiempo que no nos encontrábamos con un final tan hermoso e impactante en el cine: once supervivientes enfrentándose a la gélida nieve, buscando su rincón en el mundo y luchando con calidez y ternura frente a las inclemencias meteorológicas y normativas. Es un epílogo emocionante, helador y caluroso al mismo tiempo, incluso se podría tachar de obsceno, tan obsceno como impúdico resulta el no hablarte con tu vecino y hermano durante más de cuarenta años.
Tráiler:
Ficha técnica:
Rams (el Valle de los Carneros) (Hrútar), Islandia, 2015.Dirección: Grímur Hákonarson
Guion: Grímur Hákonarson
Producción: Netop Films. Profile Pictures
Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen
Música: Atli Örvarsson
Reparto: Sigurốur Sigurjónsson. Theodór Júlíusson. Charlotte Bøving. Jon Benonysson. Gunnar Jónsson. Thorleifur Einarsson. Sveinn Ólafur Gunnarsson. Guốrún Sigurbjörnsdóttir
Coincido totalmente con el análisis de Pilar Roldán Usó de la película Rams.
Más allá del color local del film, impacta lo universal:la distancia y los celos entre hermanos y la indiscutida reconciliación que crece en incondicionalidad, aún a riesgo de la propia vida,
Un film sublime.
Desde Argentina,
Grace Petrocelli Boffi