Anomalisa

Charlie Kaufman, reconocido autor de audaces y enredados guiones, escribe y codirige con Duke Johnson la sui generis cinta de animación en stop motion, Anomalisa, la cual ha tenido un muy buen acogimiento a lo largo de su recorrido por los distintos festivales de cine alrededor del mundo.

Cualquiera que esté familiarizado con la trayectoria de Kaufman podrá hacerse una idea de lo que le espera ante una de sus rebuscadas y complicadas tramas, abordando siempre temas confrontantes y cuestiones que invitan a la introspección. Encontramos, por ejemplo, ideas impensadas y originales como las que ofrece en Being John Malcovich (Spike Jonze, 1999), en la que unos curiosos personajes encuentran un pasadizo que los lleva directo a la mente de dicho actor, o visiones tanto filosóficas como psicológicas que nos presenta en El eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Michael Gondry, 2004), en un relato que da giros abruptos y desconcertantes al exponer un procedimiento científico para borrar de la mente un segmento de recuerdos dolorosos. Incluso ha sorprendido con su capacidad de fusionar ficción con la realidad como lo hace en Adaptation (Spike Jonze, 2002), basándose en experiencias personales y apoyado en el libro Ladrón de orquídeas, de Susan Orlean.

No obstante, su mayor reto, sin duda, lo enfrentó en su debut como director con Synecdoche, New York (2008), primera cinta que escribió y también dirigió, haciendo gala de un enorme talento y atrapando tanto al público como a la crítica, con uno de los films independientes norteamericanos más gustados y controvertidos de los últimos años.

Así que después de siete años, Kaufman decide volver a hacerlo, escribir y dirigir su propio guion junto con Duke Johnson y para darle vida opta por la animación, lo que resulta evidentemente necesario para llegar a transmitir de forma explícita, los conceptos que tienen en mente.

A los pocos minutos del inicio de Anomalisa, nos encontramos ya en un ambiguo universo creado por Kaufman, el cual aparece plagado de claves que descifrar, dejando en claro que el director evidentemente disfruta de los juegos mentales y su intención, al parecer, es embrollar el cerebro del espectador, provocarlo y causarle cierta incertidumbre, llevándolo incluso al límite de la confusión para finalmente hacerlo reflexionar.

La historia, que a simple vista parece muy sencilla pero es de gran profundidad, va sobre Michael Stone, un hombre sumido en una crisis de mediana edad y quien casual e irónicamente es autor de libros para un mejoramiento en la atención al cliente y superación personal, sin embargo, muy pronto, en el film nos percatamos de que, tristemente, no es capaz de ayudarse a sí mismo.

El protagonista es invitado a Cincinnati, Ohio, para dar una conferencia sobre su libro de autoayuda y nosotros somos sus compañeros en este corto viaje, inmiscuyéndonos en su rutinaria y monótona intimidad dentro de la solitaria habitación del hotel. Sus hábitos cotidianos se nos presentan de forma tan realista que uno duda por momentos de si verdaderamente está viendo una película animada. Si no fuera porque los personajes son mostrados con rasgos de títeres, con los rostros que simulan la apariencia de máscaras, muy en consonancia con los efectos de la historia y del mensaje que ésta transmite, el realismo sería incuestionable.

Lo anterior denota un destacable trabajo y técnica de animación, la cual fue producida por Satrbuns Industries, gracias a la recaudación de fondos y donativos, concretando así una película completamente independiente de los grandes estudios, de tal forma que sus creadores pudieron dar rienda suelta a sus ideas.

Asimismo, por ser Anomalisa un film animado, el doblaje se vuelve crucial para el buen resultado de la misma y especialmente en una historia como esta, en la que se cuenta tan solo con tres voces -David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan-, su óptima actuación resulta medular. Por lo tanto, ciertamente es de subrayar la excelente dirección de actores y el idóneo papel de estos. Cabe destacar sobre este aspecto, la atinada interpretación que de pronto hace Jason Leigh de la canción Girls Just Wanna Have Fun, original de Cindy Lauper.

La trama se desenvuelve en diversas temáticas y cada uno puede extraer de ella un sinnúmero de mensajes, ya que al ser tan crudamente real y tan patéticamente cotidiana, se convierte en un reflejo de la monotonía, la apatía y desgana que abunda en la sociedad actual. Por otro lado, Anomalisa nos lleva a un sincero cuestionamiento sobre los seres humanos desalentados y homogeneizados, además de ilustrar las, cada vez más fallidas, relaciones interpersonales.

Kaufman manifiesta su destreza para la provocación mental, es un maestro en ello, y en esta ocasión crea un film plagado de conceptos intelectuales y trascendentales, sustentando todo esto con imágenes y sonidos. Nos presenta un mundo en el que el hartazgo y el hastío son habituales y la humanidad se muestra sumergida en un gran vacío existencial como el que describiría Sartre en La Náusea, con seres que no tienen las herramientas para llenar sus hueros internos. Observamos que Stone se percibe a sí mismo como un ente extraño que no consigue encajar en el mundo, un “extranjero” como el que tiempo atrás nos revelaría Camus.

Lo indiscutiblemente seductor de Anomalisa es que cada espectador, después de pasar un entretenido rato disfrutándola, será capaz de sacar sus propias conclusiones y significados, porque con historias como ésta, lo que sobran son los razonamientos y reflexiones que, les aseguro, rondarán por días en su pensamiento.