Festivales
Festival de Cine Europeo de Sevilla 2015
El Festival de Cine Europeo de Sevilla ha venido a instaurarse, ya desde hace algún tiempo, como una de las citas ineludibles de eventos de este tipo celebrados a lo largo del año. Si bien es cierto que se nutre, en gran medida, de festivales como Cannes, Locarno y, más puntualmente, Rotterdam, Berlín y Venecia, no deja de tener unas secciones paralelas que suelen suponer una verdadera delicia para aquellos paladares más exigentes que hayan completado la mayor parte de los anteriores festivales.
Sevilla ha trazado un recorrido por el Viejo Continente, sirviendo de termómetro para pulsar también el estado de muchas cinematografías, y lo ha hecho, no solo a través de la Sección Oficial, en la cual se centrará esta crónica, sino de muchas de sus secciones paralelas.
Dos de las propuestas más serias que se han visto, fueron The Chilhood of a Leader (Brady Corbet) y One Floor Below (Radu Muntean). La primera, sobre el germen del totalitarismo que vivió Europa, y en la que sobresale la actuación brillante de Tom Sweet, que interpreta al pequeño Prescott. La segunda, tomando como punto de partida el asesinato de una chica, que oye el protagonista al pasar por la puerta de la vivienda en la que vive, despliega uno de los mejores ejercicios de contención vistos en el festival, para hablar de la situación política de un país, Rumanía, en la que el desapego, la falta de implicación y la ausencia de una verdadera voluntad para cambiar las cosas, muestran una realidad fría y distante.
O futebol, de Sergio Oksman, a quien le hemos realizado hace poco una entrevista, ha supuesto el estreno en España. Película sobre el azar, de la que ya ha dado cuenta EL ESPECTADOR IMAGINARIO, y que seguirá proyectándose durante este mes de diciembre en Cineteca (Madrid) dentro del V Festival de Cine Márgenes.
Madame Marguerite (Xavier Giannoli) habla del modo en que dos personas, situadas en polos opuestos, pueden terminar reconciliándose. La película es muy irregular y se pierde interés desde bien iniciada la proyección. Encuadrada dentro de otra sección, pero de temática similar, es Rams, aunque algo convencional y termina hablando de lo mismo, en este caso a través de dos hermanos que no se hablan desde hace años y son diferentes sucesos lo que darán lugar a que la situación vaya modificando poco a poco.
Otra película que deja la sensación de vacío y de haber visto algo mejorable es Peace to Us in Our Dreams (Sharunas Bartas). La impresión es que, en este caso, el problema se arrastra desde la escritura del guion. En cambio, In the Shadow of Women, de Philippe Garrel, ha sido otra de las joyas puestas en alto por el festival. La película tiene un final un tanto forzado, no obstante su metraje corto, pero a pesar de ello, el desarrollo de la historia es fantástico. La película se centra en la relación de una pareja y en el modo en que cada uno de sus integrantes aborda una la infidelidad.
The Other Side (Roberto Minervini) es un descarnado retrato de una parte de la sociedad que vive apegada a las drogas y, aunque es consciente de ello, no puede salir de ese mundo. Es una película de visionado incómodo, pero necesario como reclamo y llamada de atención hacia esa población marginal asentada en determinados barrios de los Estados Unidos. Se trata de una coproducción entre Francia, Italia y Estados Unidos. Llegados a este punto, el lector podría preguntarse, ¿por qué incluir una película como esta, que se centra en recorrer cierta parte de la sociedad de Lousiana, y darle cabida en una programación y un festival como este? La explicación se podría encontrar en la dura crítica hacia la gestión realizada por Obama, muy explícita y sin pelos en la lengua, en que se convierte la película. De este modo, hay un momento en que un personaje se pregunta cuándo Obama va a dejar de mirarse a sí mismo y va a hacer algo por el resto del mundo. Esta vendría a ser la idea que justificaría la entrada de The Other Side en la programación.
Fue con la llegada de José Luis Guerín y de Miguel Gomes, cuando el Festival terminó de mostrar toda su artillería pesada. En cuanto a José Luis Guerín, los invitamos a leer la crítica de La academia de las musas en este mismo número. En el caso de Miguel Gomes, llegó para mostrarnos un cautivador y particular uso de la voz en off, mezclando ficción y realidad para contar, en las tres partes de Las mil y una noches, una realidad, la de su país, Portugal, azotado duramente por la crisis y por una serie de drásticas medidas de recortes que ha afectado a gran parte de la población. La fascinación que produce el visionado de la trilogía, la libertad creativa de la que goza su director y la capacidad de expresión, haciendo uso de multitud de metáforas, convierten a esta producción en una de las mejores que se han visto en el festival y durante este año.
Por último, para dar forma a esta programación, son igualmente destacables, aunque se introdujeron como proyecciones especiales, Paulina, de Santiago Mitre, y Cemetery of Splendour, de Apichatpong Werasethakul. La primera, por convertirse en un ejercicio maravilloso en el que las decisiones son llevadas con una firme y apabullante convicción por su protagonista, con todas sus consecuencias, hasta el extremo, siendo capaz de generar un intenso debate en torno a ello. No se podrán compartir las decisiones que toma la protagonista, pero del modo en que está planteada la película, podríamos llegar a entenderla. La segunda, por ser otro maravilloso ejercicio del director tailandés, que se mueve entre lo onírico y lo real con una soltura apabullante y por albergar entre sus planos finales, uno de los mejores que se habrán visto este año.
El palmarés del SEFF’15 puede consultarse aquí.