Investigamos
Visconti buscando el tiempo perdido
La búsqueda del hombre es la noria
que hace girar sus pensamientos,
sus actos y su encuentro con la belleza.
Luchino Visconti
Son muchas y variadas las razones, desde económicas, políticas, censura o intereses particulares, por las que un proyecto fílmico no se concreta, para verse truncado antes de llegar a ver la luz. Algunos se quedan apenas en la idea y ni siquiera se acercan al rodaje, muchos otros, después de realizados, caen en un sueño profundo, enlatados por largo tiempo. El específico caso que veremos, corresponde a la primera clase, lo que resulta un verdadero pesar, no sólo en aquellos tiempos para el realizador en cuestión, sino para el público cinéfilo de generaciones, tanto contemporáneas a él como posteriores, que se ha privado de conocer lo que pudo haber sido una gran proeza cinematográfica: el interesante resultado de la conjugación entre el talento de un enorme maestro del cine, Luchino Visconti, con la fuerza de una de las obras literarias de mayor complejidad y relevancia de la literatura del siglo veinte, En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
No podemos dejar de preguntarnos cómo sería, de haberse concretado el film, cómo Visconti, en su sensible talante, plasmaría en una película, el alma de siete tomos de novela, haciendo una merecida justicia al texto literario. El reto era gigante, pero su capacidad y destreza lo eran también. Es muy probable que Visconti nos hubiera sorprendido con su pericia, presentando un resultado contundente; sin embargo, por desgracia, nunca lo sabremos.
Visconti conoce a Proust
Para Visconti, el arte en todas sus vertientes fue siempre un bastión imprescindible en su vida personal y en su creación artística. Su influencia y apreciación, sobre todo de la música y la literatura, se perciben a leguas en sus tan variados films, dotados de una estética y delicadeza únicas. La ópera fue una de sus grandes pasiones, lo que consta en su elección de temas y acompañamientos musicales. Asimismo, su gusto por el melodrama, algunas veces por lo mismo criticado, lo han convertido en un autor muy particular, lleno de contradicciones, pero con un detallismo y un cuidado por cada mínima pincelada de su obra total, lo que lo vuelven único y original.
En varias ocasiones, a lo largo de su carrera, se valió de temas, textos y personajes que tenían significación en su vida personal. Su gran admiración por Thomas Mann lo impulsó a filmar Muerte en Venecia, en 1971, ya en la cumbre de su carrera. Asimismo, su deseo de filmar La montaña mágica, del mismo autor, quedó como un sueño más sin realizarse.
Otros filmes basados en obras literarias que Visconti sí culmina fueron: Las noches blancas (1957), una libre interpretación de la novela homónima de Fiodor Dostoievski; Gatopardo (1963), basado en el libro de Guissepe Tomasi di Lampedusa y El Extranjero (1967), una fiel adaptación del texto de Albert Camus.
Sin lugar a dudas, uno de los escritores predilectos que marcaron profundamente a Visconti, cuando aún era muy joven, fue Marcel Proust, con su extensa novela En busca del tiempo perdido, la cual consta de siete tomos, publicados entre 1913 y 1927.
El primer acercamiento que tuvo Visconti a esta obra fundamental de principios del siglo veinte, fue al descubrir a su padre absorto y conmovido ante su lectura, cuando el primer tomo de la novela le fue enviado desde París. Según cuentan, éste le confiesa que sufre cada vez que debe de pasar la página, porque está más cerca del final. Este evento lo marcó hondamente, por lo que meses después, a los diecisiete años de edad, comienza también la lectura de Proust, hecho que le cambió la vida, ya no podía seguir siendo el mismo que era. A partir de entonces, siempre llevó consigo una copia de algunos de los tomos de En busca del tiempo perdido, por si se le apetecía retomar cierto fragmento del texto en cualquier ocasión.
Visconti afirma, décadas después, la crucial influencia de los grandes del siglo diecinueve y principios del veinte. “Ahí me quedé. En Proust, en Stendhal, en Balzac” -explica el director. Está seguro de pertenecer a la generación de Mahler, Proust y Mann. Durante años, en su fuero interno, albergó el deseo de trasladar la historia de En busca del tiempo perdido al cine, con la intención de recrear los pasajes que tanto significado tenían en su vida.
En vías de lograrlo, pero…
Mientras Luchino Visconti filmaba Muerte en Venecia, surge la posibilidad real de concretar uno de sus mayores anhelos, la tentativa de la adaptación de la obra de Proust al cine. El creador llevaba tiempo con el proyecto en mente, el guion lo había encargado a su colaboradora más cercana, Suso Cecchi d’Amico, con quien había trabajado ya en gran parte de su filmografía, llegando a un resultado bien recibido por el exigente director.
Así que con el guión en mano y la ilusión a cuestas, Visconti recibe la buena nueva de que la ex actriz, Nicole Stéphane Rothschild, le cede los derechos que había adquirido, para la adaptación cinematográfica de la obra de Proust, además de ofrecerle su apoyo como productora del film, lo que auguraba por fin la realización de tan ansiado sueño.
Su capacidad para retratar de manera artística los vicios y costumbres de la sociedad hacía de Visconti el director ideal para llevar a cabo tan compleja hazaña, así que, sin más preámbulos, se volcó a la búsqueda de escenarios, al rastreo de locaciones, recorriendo Francia de un lado a otro, con la esperanza de hallar lo que su imaginación había soñado en base al mundo ideado por Proust, las singulares atmósferas donde habitan los personajes de la historia, ya no pertenecientes a su época.
«Piero Tosi preparó los bocetos de vestuarios: brevísimas cinturas, largos cuellos, moños, tules, flores, satenes, sedas. Visconti vistió a personajes que aún eran solo fantasías, que se movían como espectros en lugares brumosos, como castillos y salones, que podían llegar a recordar aquella nebulosa adaptación de Muerte en Venecia, de Thomas Mann». [1]
Por otro lado, ya se había elegido a una parte del cuerpo actoral, se consideró a Silvana Magnano para el papel de la Duquesa de Germantes, a Helmut Berger para el de Morel, Alain Delon daría vida a Marcel, para el Barón de Charlus se tenía en mente a Marlon Brando o a Laurence Olivier, para el de Madame Verdurin los de Delphine Seyrig o Anne Girardot, y se hablaba de que Charlotte Rampling podría ser Albertine y Brigitte Bardot, Odette. Mas la novedosa sorpresa la dio Greta Garbo, al aceptar participar en el film, como la Reina de Nápoles, después de un largo tiempo sin aparecer en pantalla, desde que su última cinta La mujer de las dos caras (George Cukor,1941), fuera un fracaso comercial y la alejara casi por completo de la vida pública.
El rodaje, se había estipulado, debía comenzar en 1971, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Proust. Sin embargo, no sucedió así.
Se presentan los obstáculos
Para Visconti, o cualquiera que osara intentarlo, el enfrentamiento a este texto colosal, complejo y con tantos personajes implicaba una aguda preparación, asimismo resultaba un verdadero desafío el lograr plasmar la narrativa cargada de profunda introspección proustiana. “Para él, contar la historia de Proust era contar su propia historia, leerla a través de los objetos, los gestos y las costumbres de su clase y del período al que pertenecía, imaginaria y creativamente: el final del siglo diecinueve. Por más que viviera en el siglo veinte, Visconti era un heredero cinematográfico de la novela del siglo diecinueve y de las primeras décadas del veinte”[2].
Por lo que Visconti deseaba ofrecer el recóndito sentimiento del autor. Se anticipaba y prometía:»Mi film será la pintura de una sociedad. Así como Balzac pintó la sociedad de la Restauración, yo haré algo semejante con el fin del siglo diecinueve. Mi construcción del film comienza con A la sombra de las muchachas en flor y termina a comienzos de la guerra de 1914-1918. Ni siquiera me ocuparé de El tiempo recobrado. Estará ese bloque central del libro. Llego hasta el momento del descubrimiento del tiempo recobrado. Habrá tres períodos en el film. Empezaré hacia 1897, con una primera estadía del narrador en las playas de Balbec, después se pasará a 1903-1904. Al final, nos encontraremos en 1916, en medio de la guerra. Por cierto, habrá evocaciones de la niñez del narrador en Combray, en 1880, la escena del beso que todas las noches la madre depositaba en las mejillas de Marcel, pero después abandonaré Un amor de Swann».
Desgraciadamente, distintos aspectos se conjuntaron para que el proyecto se detuviera, el plazo impuesto para iniciar, el verano de 1971, se debe posponer por problemas de financiación. Por lo que Visconti, que no puede permanecer inactivo comienza, mientras tanto, con otro proyecto que le inspiraba, la filmación de Ludwig, (1973), que narra la vida del Rey Luis II de Baviera. En ella imprime todo su tiempo y esfuerzo.
Por otra parte, el delicado estado de salud de Visconti le impide reanudar el frenado propósito. Desde años atrás, ya había padecido algunos malestares, y en 1972 sufre una embolia que le paraliza una parte del cuerpo. Aún así logra filmar dos películas más antes de su muerte en 1976, Grupo de familia (1974) y El inocente (1976).
Desde una cama, con el cuerpo casi adormecido por completo, su mente seguía creando y maquinando historias. Incluso se dice que Visconti se negaba a dar por perdido el film y seguía hablando de la película que haría en un futuro, que nunca llegó.
Visconti muere en su cama a los 70 años de edad, dejando un enorme legado artístico, de dieciséis largometrajes, más de cuarenta obras teatrales y más de veinte óperas. No obstante, quedaba aún mucho por realizar, entre ello, el ambicioso proyecto que barajó durante toda su carrera. Así, La búsqueda del tiempo perdido se quedó inacabada antes de comenzar, para retomarse después en otros intentos, pero ya en manos de otros creadores.
Otros valientes que se atreven
La productora Nicole Stéphane no se rinde a su deseo de ver a Proust en el cine, por lo que le encomienda el proyecto al director Joseph Losey (El sirviente, 1963; El mensajero del amor, 1970), con el guion adaptado por el nobel Harold Pinter.
El acercamiento de Pinter a la obra proustiana difiere del de Visconti, ya que ve imprescindible abordar los siete volúmenes de la obra para comprenderla en su totalidad. Encuentra en El tiempo recobrado la conclusión esencial de la misma, por lo que considera vital que la película abarcara todos los tomos. Pero el presupuesto no fue suficiente, así que el intento de Losey también fracasa y se queda en el aire por algunos años, hasta que es retomado en 1983 por Volker Schlöndorff, esta vez con éxito al llevar a la pantalla El amor de Swan, basado en el primer tomo de la novela, Por el camino de Swan. Para esta película se contó con las actuaciones de Jeremy Irons, Ornella Mutti Fanny Ardant y Alain Delon, entre otros.
Más de una década después, en 1999, el chileno Raúl Ruiz filma una nueva versión, esta vez adaptando el último volumen de la obra de Proust, El tiempo recobrado, con la participación, en los roles protagónicos, de Catherine Deneuve y John Malkovich, con un atractivo resultado.
Para 2011, la realizadora Nina Companéez logró el apoyo de la televisión pública francesa para sacar adelante una miniserie de dos episodios -un total de cuatro horas- que resume la novela completa de Proust, con Micha Lescot en el papel del narrador, el cual es seguido por la trama durante sus viajes y experiencias, algunas bastante sórdidas, con otros personajes de la sociedad francesa.
La serie ha recibido críticas contradictorias. Por un lado se consideró la audacia de la directora al emprender una faena de tal envergadura. Otros se quejaron de la actuación del protagonista, Micha Lescot, a quien consideraron demasiado cómico para el rol.
Después de tantos intentos, lo que queda claro es que enfrentarse a una obra literaria de tal dimensión y profundidad es una tarea titánica de la que no todos salen triunfantes.
Visconti, por su parte, nos quedó debiendo su filme soñado, en el que seguramente nos habríamos regocijado los que gustamos de su cine y la literatura.
[1] http://elpais.com/diario/1980/01/13/ultima/316566001_850215.html
[2] http://www.lanacion.com.ar/221818-proust-inadaptable-objeto-de-deseo
interesante hay pasajes que desconocia