Festivales
Rotterdam 2016
Finalizada la 45º edición del Festival de Cine de Rotterdam, es hora de hacer balance acerca de lo que ha dado de sí el certamen. Este año, la principal novedad es que celebraba su primera edición bajo el mandato de Bero Beyer, que fue nombrado director general y artístico el pasado mes de mayo. Beyer es un reputado consultor y productor holandés que relevó en el cargo a Rutger Wolfson.
Así las cosas, la atención se ha empezado a centrar en la modificación de las secciones que albergan la programación del Festival con respecto a años precedentes. La principal, afecta a la Sección Oficial (Hivos Tiger Awards Competition), en la que se ha pasado de un sistema de competición basado en la selección entre 12 y 16 películas que llegaron a competir en 2013, para nominar únicamente a 8 películas, cuya particularidad es que no tienen distribuidor en Holanda, y las cuales optan ya a un único premio, en lugar de los tres a los que optaban antes. Por otra parte, se concede una mención del Jurado. En esta sección, la filosofía principal del certamen se sigue manteniendo y las obras seleccionadas siguen siendo primeras o segundas películas de sus autores.
El resto de las secciones que ha acogido la programación del Festival han sido cuatro: Bright Future, Voices, Deep Focus y Perspectives. La primera, Bright Future, sigue manteniendo inalterado su nombre, y en ella, según Beyer, «se agrupan las películas más innovadoras y aquellos directores emergentes que intentan cultivar el panorama cinematográfico por su trabajo». A través de Voices, el Festival brinda el apoyo para la distribución de películas que cree deben ser vistas localmente, en Holanda. Se trata de propuestas maduras con un punto de vista contemporáneo. La tercera es Deep Focus y profundiza en autores cuya prestigiosa obra forma un puente entre lo viejo y lo nuevo, tal y como afirma Beyer. La programación de esta sección apela a la cinefilia más exigente con obras de realizadores tan singulares y fascinantes como José Luis Guerín, Ben Rivers, Philippe Garrel o Philippe Grandrieux. Por último, Perspectives destaca por examinar las películas desde un ángulo diferente y llegando a los límites entre el cine, la música, el arte y la televisión.
Españoles en el Festival de Rotterdam
Algo que caracteriza este festival es la diversidad de cinematografías con películas procedentes de hasta 75 países diferentes. Uno de los que más presencia ha tenido este año ha sido España. Así, se ha podido ver, por ejemplo, el estreno mundial de Oleg y las raras artes, de Andrés Duque, flamante ganadora del Festival Punto de Vista. Esta película es un acercamiento a la figura del artista ruso Oleg Nikolayevich Karavaychuk (1927), pianista y compositor de bandas sonoras de películas, que a los siete años llegó a tocar para Stalin. Oleg vive en San Petersburgo, donde custodia el Hermitage. Dado su aspecto y comportamiento extravagantes (alguna vez ha tocado el piano con una funda de almohada en la cabeza, acostado y de rodillas), se le ha apodado como “el compositor loco”, aunque también ha tenido otros apodos como «El Bosco». Duque nos muestra el personaje de un modo íntimo, dándole toda la libertad posible, pero manteniéndose a distancia. El proceso al que asistimos en la película es idéntico al que se representa en uno de sus primeros planos. Oleg aparece caminando desde el final de un largo pasillo hacia la cámara, que le termina encuadrando en un plano medio, a través del que mantiene una distancia. Duque muestra una sensibilidad permeable al captar esa aura en la que confluyen lo controvertido y lo genial. Para ello no olvida la principal virtud del personaje, el piano. El artista queda retratado como un personaje excéntrico y es al final de esta travesía cuando entendemos a Oleg, pero también es el momento en que el personaje real se termina confundiendo con un personaje de ficción.
Esa sensación, de Juan Cavestany, Pablo Hernando y Julián Génisson, desembarcó en Rotterdam después de proyectarse una versión “work in progress” en el festival Márgenes. Tres historias se dan la mano a través de personajes descarriados que han perdido el rumbo de sus vidas. Una mujer que besa y abraza parquímetros y hace el amor con puentes de metal. Un hijo que sigue a su padre para intentar desvelar su secreto. Una pareja de amigos, infectados por un virus que les hace decir y hacer cosas sin querer. Una película que habla sobre la necesidad de amar, de creer sin cuestionarse nada más. Esa sensación funciona como un fresco retrato de la confusión que sigue al golpe de la crisis. Una metáfora del desconcierto que atraviesa Europa.
También se ha podido ver El Apóstata, de Federico Veiroj. Una película que dialoga con la anterior al tomar como punto de partida el desconcierto, para armar un relato lleno de coherencia en torno a la necesidad de derribar las creencias impuestas. Mostrado a través de un personaje lleno de autodeterminación que quiere apostatar, negando así la fe cristiana recibida en el bautismo y rechazando de pleno la iglesia. De este modo rechaza también cualquier tipo de creencia impuesta. La idea aquí presente es la de que debe existir la posibilidad de elegir, y es esa convicción del personaje la que convierte a El Apóstata en el contraplano de Esa sensación.
Por su parte, a Pere Portabella, que además de estrenar Informe general II. El nuevo rapto de Europa, que supone una revisión de Informe general sobre algunas cuestiones de interés para una proyección pública, el Festival le ha dedicado una retrospectiva junto al movimiento llamado Escuela de Barcelona. Se han podido ver películas de autores como Jacinto Esteva, Gonzalo Suárez, Ricardo Bofill, Joaquim Jordá, Carlos Durán o Vicente Aranda, por ejemplo. Algunas de las películas de Pere Portabella proyectadas han sido El sopar, La tempesta, Umbracle o Pont de Varsóvia.
Por último, José Luis Guerín también ha participado en la nómina de españoles presentes en Rotterdam con La academia de las musas, estrenada en el Festival de Locarno el año pasado y ganadora del Giraldillo de Oro en el Festival de Cine de Sevilla.
La presencia española en el certamen holandés se ha completado con dos cortometrajes. A todos nos gusta la orilla del mar (Tout le monde aime le bord de la mer), de Keina Espiñeira, y With All Our Cameras, de Miguel López Beraza.
El primero competía dentro de la sección Tiger Awards Competition y ha sido seleccionado para competir en los premios de la Academia de cine europeo. Este corto es un retrato del momento de espera de varios hombres que van a cruzar desde Ceuta a la península, ubicados en una zona fronteriza, en una historia que mezcla lo onírico con lo real a través de historias que cuentan los personajes. El segundo, With All Our Cameras, realiza un ejercicio de reflexión al proponerse averiguar cuántas cámaras son necesarias para retratar a una persona, realizando así una original indagación sobre el modo de captar la realidad con la cámara.
Bright Future / Del desconcierto a la búsqueda de respuestas
Hay una idea, apuntada antes con Esa sensación, que ha planeado sobre las películas de la sección Bright Future, dotando a este bloque de coherencia y uniformidad, dejando entrever a través de ella un firme discurso en torno al desconcierto y la confusión reinantes, a raíz de la crisis atravesada. Todo ello se ha puesto de manifiesto a través de propuestas que adoptan diferentes formas y procedentes de cinematografías tan diversas y distantes entre sí como pueden ser la española o la brasileña, por ejemplo. Esta idea suele ir acompañada de la búsqueda de respuestas, con el fin de comprender mejor la realidad y el entorno que nos rodea.
The Bear Tales, de Samuele Sestieri y Olmo Amato, es una de esas películas pequeñas en apariencia, que se hacen grande cuando llegan al público. Carece de una linealidad narrativa y muestra el sueño de una niña bajo una manta de onírico surrealismo. Al inicio del film, vemos a la pequeña sentada en la parte trasera de un coche. Aunque irrelevante, se oye hablar a dos personas que ocupan los asientos delanteros. Ella se va quedando dormida, y así entramos en el sueño que protagonizan un hombre completamente vestido de rojo y otro con apariencia de robot. Ambos vagarán por bosques y otros parajes. A través de esta historia escurridiza y difícil de atrapar, el viaje que nos proponen Satieri y Amato se convierte en un intento de explorar acerca del sentido de la vida y podría asimilarse a la fuerza interior contenida de esa niña en busca de un futuro mejor. Una de las mejores películas vistas en Rotterdam este año.
Animal político, de Tiao, ha contribuido a dar forma a la idea de desconcierto y a la posterior búsqueda de respuestas. Película que dialoga con The Bear Tales, tanto por su forma como por su fondo. El surrealismo que tiene su premisa, así lo hace ver. Una vaca que nos habla, a través del uso de la voz en off, convive literalmente entre humanos. Lo tiene todo en la vida. Sin embargo, el personaje, en este caso, atraviesa una crisis existencial y, a pesar de su situación, decide abandonar su casa y familia, con el fin de encontrar algo de luz a su crisis. Nos encontramos aquí con la idea de la búsqueda de la felicidad. El personaje necesita desvincularse de sus raíces y coger distancia para entender que la felicidad es algo más sencillo que lo que pensaba. Un viaje al encuentro de uno mismo en el que, lejos de ser una anécdota, la transformación, además de interna, también es física.
Bodkin Ras, de Kaweh Modiri, ganadora del premio FIPRESCI, trata acerca de la tolerancia y la aceptación de aquello que es diferente. La idea de cómo abrirse camino y enterrar el pasado. El protagonista acude a esconderse en un pueblo escocés llamado Forres. La búsqueda de una nueva oportunidad para redimirse de su pasado, allí donde nadie le conoce, nos conducirá en realidad hacia un descenso contundente y demoledor hasta las miserias del ser humano. La originalidad de este proyecto reside en su forma, una mezcla de documental y ficción, en la que los personajes del pueblo son reales y se interpretan a sí mismos. Todos ellos son habitantes del pueblo escocés, salvo el protagonista, que es el único actor profesional con el que contó el director para realizar la película. De este modo, la cinta se impregna de una rigurosa realidad vacía de cualquier tipo de esperanza y se convierte en una negación de la posibilidad de cambiar, a la que Modiri da forma a través de una clara vocación por lo sombrío y lo pesimista.
Mama, de Vlado Skafar, es un auténtico poema visual. Una película que se revela como una reflexión desde el silencio y la introspección acerca de la relación de una madre y su hija. El problema radica en la adicción de la hija a las drogas y la solución que intenta imponer su madre, llevándola a una casa y encerrándola en una habitación. La película de Skafar, que muestra la perspectiva tanto de la madre, a la que llegamos a ver en una conversación con un cura en medio de un patio, como de la hija, es una exaltación mayúscula de las posibilidades que ofrece el cine. Desde el uso de la música, con compositores como Vladimir Godar, hasta la cuidada composición de los planos, la dirección de fotografía, con iluminación de velas en el interior de las habitaciones, al inicio del film, y el ritmo pausado que envuelve la narración, permiten vislumbrar ese clima entre tinieblas en el que se mueven los personajes. Una historia que se convierte en un viaje espiritual, en su intento de indagar el modo en que los padres intentan influir a sus hijos. La película se encuentra inspirada en escritos de Marcel Proust y se convierte en un poema en prosa, lleno de lirismo, como los textos del poeta francés.
Por último, sobre Alba, de Ana Cristina Barragán, planea la idea del personaje ausente, pero necesario. Si en Mama, Vlado Skafar indaga en la relación entre una madre y su hija, en Alba el planteamiento se realiza desde la ausencia de la figura materna que, en este caso, se encuentra hospitalizada y en estado grave. Barragán traza así el doloroso retrato de un arrebato, el tiempo robando la infancia de la tímida Alba, de once años de edad, que se encuentra en medio de las dudas, del rechazo hacia su padre que no veía hacía tres años, y del sufrimiento por el paso de la infancia a la adolescencia. Esta transición de la protagonista se convierte en un despertar a la adolescencia. El modo en que vemos crecer a Alba, de enfrentarse tanto a sí misma, como a los cambios de su cuerpo y entorno, nos hace pensar que Barragán no solo ha sido capaz de filmar algo tan complicado como es la ausencia, a la que da forma de una manera casi tangible, sino que también ha sido capaz de captar con su cámara algo, quizás, más difícil todavía, el propio acto de madurar.
Y si las dudas han sido un tema recurrente en las anteriores películas, en la ópera prima de Melisa Liebhental, Las Lindas, también lo son, pero aquí tienen un origen más cruel y nos conducen a una de las más bellas, sólidas, contundentes, maduras y monumentales reflexiones proyectadas en Rotterdam. Vaya por delante que el ejercicio realizado por la jovencísima realizadora requiere de un análisis mucho más extenso y se centra en el modo en que nuestro entorno nos condiciona desde niños con ideales sobre la belleza y la imagen. Melisa da forma a esta idea en primera persona, abriéndose en canal, literalmente, ante el espectador, tomando las riendas de la narración mediante una voz en off, recurso que junto a la recopilación de fotografías y de videos grabados junta a amigas, cuando eran pequeñas, sirven para vestir la película con las mejores galas del documental y apuntalar la idea de que la sociedad se encuentra perdida en complejos absurdos sobre ideales de la belleza, que Melisa parece llegar a exorcizar a través de este ejercicio. Las Lindas ha sido la ganadora de la sección Bright Future.
Hivos Tiger Awards Competition / Diálogos entre Afganistán, Estados Unidos y el resto del mundo
De entre las ocho propuestas que componían la Sección Oficial, La última tierra, de Pablo Lamar, ha sido una de las más sobresalientes. Premio del Jurado por el uso del sonido, el film es un impresionante retrato de la soledad y de un estado de ánimo. Cómo afrontamos las dificultades de vivir frente a la muerte. Lamar nos deja entrever, a través de un ejercicio brillante de contención, lo que le sucede al personaje. La recreación en detalles mínimos, como una pala cavando un hoyo durante cerca de cinco minutos en una secuencia que nos lleva a la idea de la fisicidad que se cuela por los poros de esta película. La desesperación hará el resto por el personaje en uno de los finales más impactantes que se habrán visto en esta edición.
Radio Dreams, de Babak Jalali, sin ser la mejor película de la Sección Oficial, se ha alzado con el premio Tiger Award. Realizada en clave de comedia, intenta hacer una lectura de aquellos que se han ido de su país, pero por encima de todo, este film aspira a tender un puente de unión entre Afganistán y Estados Unidos o entre Oriente y Occidente. El señor Royani es el jefe de programación de Pars Radio una emisora que emite desde San Francisco, en la que crea espacios para los afganos e iraníes. Un día tendrá lugar en la radio un evento muy importante. La primera banda de rock de Afganistán llegará al estudio y después tocará Metallica. Lejos de lo previsible que sea el desenlace, si se obvia esta parte, lo importante del film es el mensaje con afán reconciliador.
En The Land of the Enlighthened, Pieter-Jan de Pue vuelve a Afganistán, utilizando como excusa esta vez una banda de niños soldados, para recordarnos que ésta seguirá siendo una zona en permanente conflicto, en la que la guerra y la destrucción siempre estarán presentes. Del mismo modo que Oscuro animal, película con la que dialoga, ambas ponen de manifiesto la inutilidad de los conflictos bélicos, que siempre llevan al vacío.
Oscuro animal, de Felipe Guerrero, narra la historia de tres mujeres que se encuentran en fuga en Colombia: la búsqueda de una nueva vida con la naturaleza que se abre ante ellas como vía de salvación. La película es de una impactante fisicidad y con ella Guerrero muestra las consecuencias del conflicto y la inutilidad de éste. El film se centra en el camino de huida de las mujeres y la violencia queda enmarcada en un fuera de campo.
History´s Future, de Fiona Tan, viene a respaldar la idea de la confusión reinante apuntada anteriormente. En este caso, la idea se ve en la película de una forma más nítida, en la medida en que, además, se hace extensiva para toda Europa (por ejemplo, Grecia, París e Irlanda). Es a raíz de la crisis de identidad del protagonista, debido a un accidente que le ha provocado la pérdida de memoria, cuando el tiempo se confunde y no sabemos exactamente en qué momento nos encontramos cuando el personaje adopta una nueva personalidad. La película presenta cierta complejidad, y la confusión que transmite radica precisamente en el modo de usar el espacio y el tiempo.
La tailandesa Motel Mist, de Prabda Yoon, puede presumir de tener uno de los inicios más enigmáticos, cautivadores e hipnóticos vistos durante esta edición, y aunque la película es de las mejores que se han visto dentro de la Sección Oficial, es cierto también que tiene algún giro de guion que casi echa por tierra las bondades mostradas hasta ese momento. Un ejemplo es la decisión de no mostrar un plano subjetivo de lo que ve el personaje cuando se encuentra en la habitación de al lado del motel, cumpliendo las instrucciones que le han marcado. Esto que parece algo intrascendente, es sin embargo, todo lo contrario. Son esas decisiones que contribuyen a que el clima que consigue llegar a crear Yoon en la primera parte de la cinta sea extraordinario. El sexo y los extraterrestres están presentes en esta cinta como una forma de alienación de la sociedad tailandesa.
A Woman, a Part, de Elisabeth Subrin, nos habla de las consecuencias que puede tener el hecho de retomar nuestro pasado, cuando ya ha quedado enterrado y todavía existían asuntos pendientes que tratar. Con una marcada estética propia del festival de Sundance, la película muestra la montaña rusa en la que se mueve la protagonista.
Where I Grow Old, de Marilia Rocha, es la auténtica joyita de la Sección. Esa película modesta, que puede pasar inadvertida, pero no por ello va a dejar de estar atravesada de vida. Esta película capta un estado de ánimo, el recuerdo del país de origen. Como en Radio Dreams, las dos protagonistas, Francisca y Teresa, han cruzado el Atlántico y se encuentran en Brasil, lejos de su casa (Portugal). Echan de menos sus hogares, pero de diferente manera. La película muestra las distintas posturas que se pueden tomar en la vida. Por un lado, ese modo de vivir con la esperanza de poder volver en cualquier momento y, por el otro, vivir de frente, sin mirar hacia atrás. La sensibilidad de Marilia Rocha para captar el contraste de las dos personalidades es uno de los puntos fuertes del film. La alegría de una, frente al pesimismo, casi hacia cierta depresión de la otra, deja entrever a una gran cineasta, a través de esta gran ópera prima. La vitalidad frente a las dudas. Dos formas de ver la vida, quizás complementarias. Quién sabe. Desde luego, una de las secuencias memorables de la competición oficial, el momento en que Francisca le dice a Teresa que se vuelva a Lisboa. La reacción de Teresa muestra una vitalidad contenida e insinúa un gran trabajo en la dirección de actores.
Hivos Tiger Awards Competitions Short Films / La materialidad del cine y la relación entre el hombre y el agua
Hay dos cortometrajes que han sobresalido sobre el resto en la competición oficial. Han sido Engram of Returning, de Daïchi Saïto, ganador del premio al Mejor Cortometraje, y Sea State 6, de Charles Yi Yong Lim.
El primero, fue estrenado el pasado Festival de cine de Toronto. El cine experimental de Daïcho Saïto apela al trabajo material con el celuloide. El corto presentado en Rotterdam trata sobre la memoria y el recuerdo, a partir de un «found footage» anónimo. Hay en este corto un asombroso y poderoso tratamiento de la imagen, que va adquiriendo una fuerza visual cada vez más arrolladora, lo que junto a la imagen intermitente, que va y viene constantemente del negro, es como si intentara reinventar cada fotograma. Ver Engram of Returning supone asistir a una auténtica experiencia visual y sonora, que se termina convirtiendo en puramente sensorial, a la vez que también es capaz de transportar al espectador a un estado hipnótico.
Sea State 6, de Charles Yi Yong Lim, ha sido el segundo corto que ha sobresalido. Aquí nos encontramos con un trabajo que indaga en la relación del hombre con el agua. Otra auténtica delicia que tras una claustrofóbica primera parte en la que un hombre navega en su velero que se vuelca una y otra vez, da paso en su segunda mitad al contraste de esos espacios abiertos o bajo tierra, que recuerdan en algunos de sus planos al estilo de Dead Slow Ahead, de Mauro Herce.
Los premios Canon a los mejores cortometrajes fueron para Dream English Kid 1964-1999 Ad, de Mark Leckey, Faux Départ, de Yto Barrada, y Engram of Returning, de Daïchi Saïto.
El palmarés completo de la 45º edición del Festival de Cine de Rotterdam se puede consultar aquí.
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