Críticas
Lamentable panorama
Tribunal
Court. Chaitanya Tamhane. India, 2014.
Efectivamente, el estreno como director del joven realizador indio Chaitanya Tamhane nos dibuja un lamentable panorama sobre la situación actual de la justicia en la India. Situada en la ciudad de Bombay, de donde es originario su realizador, y rodada durante cuarenta y cinco días, el funcionamiento de la justicia, así como el cumplimiento de derechos humanos fundamentales o el respeto por las libertades básicas, no parece que sean propiedades inherentes al país. Paradójicamente, a pesar de la pésima imagen que muestra el filme sobre ello, la obra fue elegida por las autoridades indias como representante de su nación para competir en los Oscar, y le valió a Tamhane el Premio Nacional de Cinematografía.
La víctima del film, Narayan Kamble, representado por el actor Vira Sathidar, es un conocido cantaautor de ideas propias, espíritu libre y que no huye de la crítica a los abusos políticos o sociales que considera conveniente. Un día, sin más, es detenido por incitar en un concierto, al suicidio de un hombre que trabajaba como limpiador de alcantarillas, por la peregrina razón de que se cree que fue precisamente la letra de una de sus canciones, la que le impulsó a la acción de quitarse la vida.
El director, desde un punto de vista neutro, mostrando y no juzgando, con la cámara muy fija y recurriendo a una fotografía que refleja la luz y el colorido del país, pero que queda deslucida automáticamente por la miseria general, nos va enseñando las sucesivas vistas que se van desarrollando en el Tribunal de Sesiones, una especie de primera instancia, marcando muy de cerca y siguiendo literalmente al abogado defensor, a la fiscal, al juez y al encausado, cuando es posible.
Casi como si de un documental se tratara, se presenta la sala de juicios, vieja, desoladora, con mobiliario infame y medios materiales desfasados, en donde se van desgranando los alegatos de cada parte, muchos de ellos basados en leyes decimonónicas y precoloniales. Ya se sabe que no hay justicia sin celeridad y, desde luego, en la India no parecen tener prisa alguna, con el agravante añadido de que parece indefinido el tiempo a permanecer en prisión preventiva, sin un límite temporal que obligue, tras una razonable espera para ser juzgado, a la puesta en libertad. La mirada sobre la justicia de su país, que nos acerca el director, llega a ser tan denigrante que hasta casi roza la imparcialidad del juez, que desde un primer momento parece tomar partido en la causa y que se atreve a establecer una fianza absolutamente inalcanzable para obtener la libertad provisional, conociéndose ya que no existe base alguna que sustente la acusación.
Castas, idiomas, sectas, libros prohibidos, costumbres ancestrales, reacciones violentas… Todo ello está contado pausadamente, con esa cámara objetiva, casi como contrapunto de la aparente parcialidad del juez, de la agresividad de la fiscal, trepa y arribista, de la formación profundamente humanista pero consciente de las carencias del sistema por parte del abogado defensor. Salvo los protagonistas, el realizador indio ha recurrido a actores no profesionales en aras a la búsqueda de mayor verosimilitud, y el resultado ha confirmado la decisión como muy acertada, no pareciendo en ningún instante que estemos ante una ficción, sino que nos encontramos visualizando una realidad, por cierto muy incómoda.
El tribunal se va de vacaciones, y casualidad, todo se paraliza, lo que cinematográficamente se plasma con un hábil fundido en negro con el que entendemos debería haber acabado la película. Nos vamos de vacaciones, y no instalamos un sistema alternativo de guardias para que a los detenidos les asista el derecho a la tutela judicial básica. El disparate alcanza tal calibre que se llega a tomar unos folletos dando a conocer la historia de la propia humillación, por artefactos asimilados a bombas o armas letales, rotundamente atentatorios contra la integridad o soberanía nacional, todo ello rodeado, cuando la cámara sale del juzgado y visualizamos exteriores, de viviendas que no son tales sino chabolas, de vehículos que tampoco los calificaríamos como tales sino como cacharros, de unos autobuses públicos que no llegan ni a la suela del zapato al de Alfred Hitchcock en La cortina rasgada (Torn Curtain, 1966).
La banda sonora utilizada para acompañar el largometraje es diegética, la música del propio Narayan Kamble en concierto, en donde mediante sus composiciones musicales deja salir su furia contra la injusticia global, la que escucha el penalista defensor en su vehículo, con preferencia al jazz, o las atrayentes canciones inglesa y brasileña que una cantante interpreta en un local donde el ocio o las relaciones sociales se desarrollan.
Si el acercamiento a esta película se produce desde el conocimiento de otras sociedades más desarrolladas en sus sistemas sociales o judiciales, enfrentarse ante este horror de infraestructuras, organización o violencia no resulta tranquilizador. Como botón de muestra, la absoluta naturalidad con la que la fiscal pregunta a una testigo si su marido le pegaba, y la tranquilidad y aquiescencia con que es acogida la respuesta: “…bueno, algunas veces, sin importancia…”. O aquel policía que no ha encontrado prueba incriminatoria alguna, pero le pide paciencia al tribunal, que todo llegará. Nos recuerda a aquella historia no tan lejana, de unas armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. No faltan tampoco padres poco interesados en el éxito profesional o la felicidad de sus hijos, y sí muy pendientes en que contraigan matrimonio cuanto antes, ni representación de obras de teatro que, esas sí, resultan una verdadera apología a la discriminación racial y de clases, aplaudido con gran regocijo por el público asistente, entre ellos la fiscal con su familia, ni podía faltar, como ya se ha adelantado algo, una policía que va a lo suyo, a registros ilegales e investigaciones incompletas, mientras el afectado sigue entre rejas en espera de la próxima vista.
Estamos ante una mirada fría sobre una situación, que produce una reacción de rechazo intensa, ante una mirada valiente y acertada para dar a conocer y denunciar un estado de hechos, que egoístamente nos hace acariciar y valorar, desde este otro lado, nuestro derecho a alzar la voz y cantar lo que nos venga en gana, aunque puede que también terminemos necesitando un abogado defensor, al que podremos recurrir desde el primer momento, y temporalmente nos encierren en unas instalaciones, que por lo general poseerán medios mínimamente dignos, si por casualidad a algún poderoso se le ocurre que con tu libre opinión has ofendido su moralidad o religiosidad.
Tráiler:
Ficha técnica:
Tribunal (Court), India, 2014.Dirección: Chaitanya Tamhane
Guion: Chaitanya Tamhane
Producción: Zoo Entertainment
Fotografía: Mrinal Desai
Música: Sambhaji Bhagat
Reparto: Vira Sathidar. Vivek Gomber. Geetanjali Kulkarni. Pradeep Joshi. Usha Bane. Shirish Pawar. Bipin Maniar. Panna Mehta
Excelente pelicula la recomiendo a todos los abogados de Colombia, para que comparen y aprendan.