Viñetas y celuloide
Civil War
Parece que el género de superhéroes ha venido para quedarse, y continúa la invasión de las pantallas de cine por parte de estos enmascarados extraidos del mundo de la viñeta. La batalla entre los dos sellos más conocidos del mercado editorial estadounidense han trasladado su eterna competición en los cines, ahora que Warner/DC ha decidido dar sentido y coherencia a su propio universo cinematográfico, armados con un estreno tan sonado como Batman v. Superman. Hasta ahora, las cifras hablan, y las taquillas de todo el mundo revientan records con cada estreno dedicado a los titanes de cada casa. Esto quiere decir que tendremos enmascarados para rato, a riesgo de caer en repeticiones y fórmulas que acaben por agotar esta nueva gallina de los huevos de oro.
Lo cierto es que detrás de estos lucrativos estrenos hay décadas de historias, que dan gasolina narrativa a esta nueva mitología cinematográfica, sustentada en algunos de los autores más legendarios de la industria. Entre el ingenio artístico de estos creativos y las grandes dosis de marketing, los héroes del cómic han trascendido su propia identidad de entretenimiento ligero y hoy en día son auténticos iconos pop, parte del imaginario colectivo incluso para aquellos que no han abierto un cómic en su vida.
El próximo evento con estos semidioses de ficción se producirá este mismo mes de abril, con la presencia de lo más nutrido del universo cinematográfico Marvel. La tercera entrega de las aventuras del Capitán América se torna en lo que parece una crisis interna dentro de los hasta ahora compañeros en Vengadores. La batalla promete épica y dramatismo, empezando por el sonoro nombre que titula este nuevo episodio de las correrías del Centinela de la Libertad. Civil War. Toda una declaración de principios.
Por supuesto, este enfrentamiento no surge de la nada, y ya hace años vivimos un evento de nombre idéntico en las páginas de los cómics, un macro evento que enfrentó en dos facciones bastante beligerantes a los principales héroes de la Casa de las Ideas. ¿Hay algún parecido entre aquel enfrentamiento de las viñetas a lo ofrecido en el (presumible) próximo taquillazo Marvel?
Marvel y el eco de la calle
La Casa de las Ideas, como se conoce popularmente a Marvel, siempre ha estado en conexión con las problemáticas sociales a lo largo de su historia. En momentos muy sensibles, los editores de las distintas colecciones del sello se han posicionado de manera muy clara respecto a polémicas sobre derechos civiles, o se ha utilizado sencillas metáforas para dotar a sus publicaciones de cierta crítica social, levantando en ocasiones auténticas polvaredas iniciadas por mentes estrechas y con cierta habilidad innata para escandalizarse. Los propios X-Men han sido la herramienta para posicionarse al lado de las minorías, e incluso se vieron amenazados durante los años 90 por un virus que mataba unicamente a población mutante, el conocido como virus Legado, espejo de la epidemia del SIDA en el mundo real. Rompieron las ataduras de la autocensura del mercado del cómic USA, hablando sin tapujos de los estragos de la droga entre la juventud de finales de los 70 en las páginas de Spiderman, y presentaron al mundo al primer héroe negro, Pantera Negra, en la legendaria primera etapa de los 4 Fantásticos, capitaneada por Stan Lee y Jack Kirby. Hoy en día siguen con este tendencia a la multiculturalidad y el contacto con la realidad del crisol de sensibilidades que es en esencia Estados Unidos, y no hace mucho hemos visto como una adolescente musulmana protagonizaba su propio título bajo el nombre de Ms. Marvel (una auténtica delicia de lectura, totalmente recomendada).
La Civil War de los cómics tiene su base, precisamente, en este posicionamiento de Marvel, el intento de traslación de los titulares de los periódicos a los propios cimientos de la editorial en el aspecto narrativo. El evento que sirve de inspiración a la película es producto de una época muy determinada, en la que las sensibilidades y ubicación del pueblo americano estaban en plena confrontación con las ideas de control gubernamental a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. A causa del constante mensaje del miedo, la sociedad estadounidense se dividía en dos, entre los que defendían las libertades civiles por encima de cualquier quimera o interés y aquellos que estaban dispuestos a sacrificar gran parte de esas libertades por la seguridad. Este clima de tensión durante al segundo mandato de George Bush es la base social que utilizó el guionista Mark Millar para la construcción de su trama, trasladando el debate a las páginas de los cómics.
Mark Millar, sin pelos en la lengua
Mark Millar es una de las estrellas rutilantes surgidas del mundo del cómic en los últimos años, con cierta tendencia a la polémica. Su nombre no será desconocido para los aficionados al cine, puesto que desde hace tiempo participa de manera activa en la adaptación de muchas de sus obras para la gran pantalla, como Wanted (Timur Bekmambetov, 2008) o la saga iniciada con Kick-Ass (Matthew Vaughn, 2010). Su paso por Marvel no fue inadvertido, y la pieza principal de este legado es el evento al que hoy hacemos referencia. Como decíamos, Millar se hizo eco del debate en la sociedad norteamericana, y, quizá, el hecho de ser escocés propició un posicionamiento más neutro y observador del conflicto.
En sus Civil War, Millar construye un tenso relato lleno de acción, sin olvidar la reflexión acerca del hiperviolento mundo donde se desarrollan las aventuras de estos héroes enmascarados. El impacto de estos seres sobre la vida de los seres humanos a los que, en teoría, protegen, sirve de principio básico para la crítica nada amable de Millar acerca del modelo de sociedad que en esos momentos se imponía. Civil War es una historia sobre responsabilidades y consecuencias, acerca de la sutil diferencia entre un héroe y un villano. Los blancos y negros morales tan tópicos en el género de superhéroes quedan sepultados por las toneladas de tonos de gris, en una obra en la que es muy complicado señalar a buenos y malos.
La acción comienza cuando, de manera accidental, durante una de las habituales escaramuzas con superhéroes implicados, el villano Nitro provoca una explosión en la que mueren cientos de personas. La sociedad civil no culpa tan sólo al causante de la detonación; todos señalan a los héroes implicados por su arrogancia y excesivo ego. El gobierno, empujado por la opinión pública que pide responsabilidades, ejecuta una ley de registro obligatorio para controlar la actividad de los superhéroes, bajo supervisión de la autoridad. Algunos de los enmascarados se niegan a aceptar esta nueva ley, puesto que creen que pone en peligro derechos fundamentales, mientras que otros consideran un paso necesario este registro para el control eficaz de la actividad superhumana. Pronto se declara una guerra abierta entre los rebeldes, dirigidos por el Capitán América, gran defensor de los derechos constitucionales, y los que no ven con malos ojos la creación de este registro, con Iron Man al frente.
Millar orquesta una historia coral, en la que consigue mantener la neutralidad, dando sentido a los posicionamientos de cada uno de los personajes con coherencia y empaque emocional. Las traiciones, las viejas rencillas y maneras muy distintas de entender el mundo toman forma en un conflicto que desangró a la comunidad de superhéroes por dentro, de una manera inédita y dramática. Los lápices de Steve McNiven dieron identidad gráfica a una historia que marcaría el ritmo del universo Marvel durante muchos años, por culpa de las heridas abiertas por este conflicto devastador.
Civil War en las pantallas
Por lo que hemos visto hasta ahora, la acción desencadenante de la versión para la pantalla grande de este evento tendrá de parecido al original poco más que el nombre. El enfrentamiento entre ambos bandos está propiciado por las consecuencias de lo acaecido en Soldado de Invierno, la anterior entrega de la franquicia del Capitán América. El destino final de Bucky Barnes parece ser la chispa del conflicto, razones mucho más relajadas que el contexto político y social que vio nacer la propuesta de Millar en las viñetas. Teniendo en cuenta el espíritu de divertimento puro y duro que han demostrado hasta ahora las producciones de Marvel/Disney, la productora sortea con habilidad la polémica, ya que, además, el debate que sugiere la obra original está bastante superado a estas alturas, diez años después de su edición original.
Serán notables las diferencias y no tanto los puntos en común entre las dos versiones de este enfrentamiento titánico entre los héroes de La Casa de las Ideas. Lo que está claro es que, con 75 años a las espaldas de historias y giros inesperados de guion, Marvel tiene mucho que ofrecer a su universo cinematográfico, en referencia a grandes clásicos reverenciados por los lectores. Es evidente que la adaptación perfecta no existe, y que muchos de estos arcos argumentales se escribieron hace años, con intenciones y sensibilidades muy distintas a las que priman hoy. Aún así, Marvel ha mostrado, hasta el momento, un gran respeto por el legado de su propia mitología (con independencia de la calidad final de sus películas, que de todo hay), así que estamos deseosos de comprobar el resultado final de Civil War, después de tanto bombo y platillo, aparición estelar de Spiderman incluida (como un hijo pródigo vuelve a casa, después del retorno de los derechos a sus creadores, tras décadas en las manos de Sony).
¿Y tú? ¿Has escogido ya tu bando?
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