Críticas
Las confusiones de la edad avanzada
Florida
Floride. Philippe Le Guay. Francia, 2015.
Este es un filme que se presta para la confusión, de tal manera que tanto el director como los espectadores nos vamos contagiando de los confusos estados mentales por los cuales pasa su protagonista, un hombre rico, de edad avanzada, que se siente encerrado en sus propios recuerdos y en lo deseos que siente de cerrar ciclos personales. Tal como en su mente ocurren muchas cosas, así en la película pasa de todo, con lo cual queda el espectador con la sensación de que las muchas historias dentro de la historia principal no se han acabado de contar. Ahora, no es que esto haga que Florida sea un filme pobre o inacabado. Más bien diría que nos logra posicionar en la mente de su protagonista a base de repeticiones, de elipsis y de escenas en las cuales se mezclan la comedia y el drama. Comedia, porque el personaje es divertido, experto en crear situaciones inesperadas y capaz de generar empatía y sonrisas, tanto en los personajes que lo rodean, como en los espectadores. Drama, porque no es cosa de juegos el pasar por las frustraciones y las limitaciones de la edad avanzada, aún si se cuenta con un pasado exitoso y con todo el apoyo familiar.
Utilizar a la Florida, el estado norteamericano de los jugos de naranja y del sol, reluciente como símbolo y nombre de una película francesa, no deja de tener significados subyacentes. Terminar los años viejos de un europeo en esa tierra de jubilados americanos suena bien extraño. Y más aún si ya los está pasando en un idílico lugar en la frontera entre Francia y Suiza, rodeado de sirvientes rebosantes de paciencia y de una familia tolerante. Se me ocurre que esto funge como confusión adicional, como símbolo del mundo vuelto al revés de la mente senil y también como la confusión que resulta de la publicidad y del agitado juego de los valores humanos a que se está sujeto en la vida moderna. Pero también se puede interpretar como un intento de estar en contacto con el mundo nuevo que permita la renovación juvenil para un hombre anciano. Sucede que el protagonista asocia recurrentemente a la Florida con su hija menor, ya muerta hace años, pero a quien considera viva y viviendo allí, llamándola con su mente para recuperar una amistad de padre-hija que nunca realmente sucedió.
No es esta la única historia recurrente de padre-hija. Hay otra hija, viva y real, bastante despierta, una floreciente ejecutiva que se ha echado encima la carga de su padre, incluyendo el manejo de sus negocios industriales, a los cuales, en otra historia paralela, el director nos asoma, dando detalles incluso de naturaleza técnica, que incluyen el modo en que unas pinzas automáticas manejan enormes rollos de papel. Por momentos sentimos que acá hay otra aventura naciente, de naturaleza tecnológica, cuando se nos cuenta que el proveedor de los mecanismos es el amante de la hija… y en realidad esta será otra historia, pero humana, no tecnológica.
Hay además otras varias narraciones, relacionadas con las mujeres que cuidan al protagonista, convenientemente combinadas con cosas de inmigrantes y con algo de romanticismo y de aventura amorosa y otra más aún, en la cual el personaje viaja repetidamente en vuelo de primera clase hacia la Florida, ejerciendo como personaje caprichoso que manipula a vecinos y aeromozas.
Así vamos recorriendo la mente de una persona senil que se resiste a vivir sin protagonismos, apoyado en su personalidad arrolladora, en su dinero, en sus contactos e influencias, en la natural respuesta compasiva que evoca la senilidad entre los que la rodean. Me atrevo a pensar de que todo esto, más que comedia o drama, es una premonición de los tiempos que se avecinan. La población mundial se ha venido envejeciendo a velocidades impresionantes, ante los avances de la medicina y de la gerontología, de tal manera que la realidad senil es absolutamente poderosa y probablemente será agobiante para todos, viejos y jóvenes, si no se encuentran y se definen los necesarios equilibrios. Florida realmente presenta varias de estas inquietudes que habrá que poner sobre la mesa y considerar:
¿Cómo conversar y mostrar interés, empatía y comprensión, cuando las mentes de las distintas generaciones andan en mundos diferentes, con intereses muy distintos, con ritmos temporales absolutamente divergentes? ¿Cómo resolver el problema del cuidado del otro senil, cuando se terminen los abundantes flujos de inmigrantes y ocurra que las propias masas de desempleados a su vez se conviertan en demandantes de servicios, de compañía, de atención y de amistad? ¿Cómo plantear la frustración, los antiguos conflictos y las historias personales recurrentes de los que van llegando a edades avanzadas en ambientes de cultura, de reflexión, pero ricos en situaciones no resueltas?¿Habrá Floridas suficientes para acoger estos sectores de la población, llenos de nostalgias, de recuerdos, de inquietudes?
Ahora, dejando de lado estas consideraciones, podemos volver a Florida, la comedia divertida, rica en buenas actuaciones que nos permite sonreír, sentirnos curiosos y livianos y pensar, como de paso, en personas y en situaciones que tenemos cerca o que conocemos, sin experimentar agobio. Al fin y al cabo, vale la pena vivir y experimentar y siempre habrá a nuestro alrededor gente compasiva y abierta, como la que no deja de aparecer en cada instante de esta comedia, evitando que se conviertan en drama serio e insostenible las confusiones de la edad senil, y por extensión, nuestras propias confusiones.
Ficha técnica:
Florida (Floride), Francia, 2015.Dirección: Philippe Le Guay
Guion: Philippe Le Guay, Jérôme Tonnerre, basedo en Le Père de Florian Zeller
Producción: Philippe Carcassonne, Jean-Louis Livi
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Música: Jorge Arriagada
Reparto: Jean Rochefort, Sandrine Kiberlain, Laurent Lucas, Anamaria Marinca, Clément Métayer, Coline Beal, Edith Le Merdy, Stéphanie Bataille, Philippe Duclos, Audrey Looten, David Clark, Patrick d'Assumçao