Críticas
En busca de la esencia femenina
La estación de las mujeres
Otros títulos: Corazones encontrados.
Parched. Leena Yadav. India, 2016.
En un pueblito de la zona desértica de Gujarat, en la India, se vive con sujeción a las antiguas tradiciones. En buena parte, son costumbres machistas. Las mujeres son seres sujetos al dominio del hombre, esencialmente, están a su servicio. El hombre espera de ellas que hagan todas las labores hogareñas, sin falla, a tiempo, con humildad. Pueden ser golpeadas y menospreciadas en forma arbitraria, cuando el hombre está ofuscado, borracho o bajo tensión. No están abiertas para ellas las conversaciones ni el liderazgo de los proyectos comunitarios. Deben mantener la humildad y no dejarse ver como desafiantes o independientes. Si lo hacen, corren el riesgo de ser denigradas y acusadas de rameras o consideraras mujeres de perdición. Naturalmente que no siempre ocurren estas cosas. Hay situaciones buenas y equilibradas, parejas que se comunican con aprecio y con dignidad, roles que se comparten, liderazgo femenino y señales de cambio. Pero la película La estación de las mujeres / Corazones encontrados nos muestra estas situaciones ideales como poco comunes, aristas extrañas en el tejido social. Ahora bien, seguramente que estas tradiciones y estos comportamientos también tienen sus razones y sus ventajas sociales y humanas, especialmente cuando las personas, especialmente los hombres, se comportan con sabiduría, con dulzura y compasión. En tales casos, se erige la mujer como una especie de diosa del hogar y de la comunidad, depositaria de la sabiduría y de la prudencia, fuente de paciencia y de armonía. Otra de las tradiciones que suenan extrañas para nosotros es la de casar a las mujeres y a los hombres, desde adolescentes, con parejas previamente escogidas por los padres de los dos, quienes llegan a un acuerdo, a través de procesos de negociación, en los cuales los padres de la novia entregan una dote a los del novio. Casar a las hijas implica ahorrar y gestionar los bienes que se van a entregar y puede ser ruinoso para una familia que tenga varias hijas.
Bajo este ambiente transcurre el filme, que nos ilustra con lujo de detalles sobre estas dos situaciones. Los espectadores se sienten atraídos cuando entran a los hogares de los pueblos de la región y recorren sus calles polvorientas, conocen a las mujeres, ven cómo se visten y se adornan, cómo cocinan y conversan, buscando refugio entre ellas mismas, sus vidas limitadas por el machismo o la soledad. Conocen también a los hombres, que trabajan durante el día y regresan a la noche para exigir que la comida y la mujer estén listas, a la vez que visitan con avidez lugares de ocio y de mujeres de placer. Se acercan a los jóvenes, que se van formando sin mayores conversaciones con sus padres, alejados de hogares que no admiran.
El cine es especialmente bueno para eso, para acercarnos a otras culturas, haciendo preguntas por nosotros. Nos sentimos antropólogos culturales y humanistas, historiadores y sociólogos. Nos maravillamos con las extrañas costumbres y nos preguntamos qué haríamos si estuviéramos enfrentados a ellas. ¿Seríamos hombres que golpearían a las mujeres, las humillaríamos y las obligaríamos con nuestros caprichos, mientras que en las noches nos damos frecuentes escapadas al prostíbulo o a beber hasta emborracharnos con los amigos, malgastando los ahorros del hogar, que la mujer atesoraba con cariño en algún armario; o quizás seríamos esposos tiernos, ricos en diálogos y capaces de compartir las cargas del hogar y de la crianza de los hijos? ¿Seríamos mujeres humilladas, que se reúnen a quejarse y a rumorar, que regresan una y otra vez al marido malo, para que abuse y humille, o quizás mujeres altivas y empoderadas, capaces de vencer al machismo prevalente? ¿Seríamos líderes comunitarios que van buscando el cambio y la evolución hacia el equilibrio de las relaciones, hacia el progreso social; o rígidos ancianos que santifican el atraso social? ¿Seríamos jóvenes que sueñan con un futuro valioso, que se cultivan en valores, o personas que se dejan llevar y desviar por sus amigos, lejos de las sanas tradiciones, hacia la cultura del alcohol, el machismo y la prostitución? A todas esas inquietudes nos lleva la directora Leena Yadav, en esta cinta espectacular.
La historia se centra en cuatro mujeres, cuyos corazones, literalmente, se encuentran en un torbellino de emociones. Un diseño exquisito nos permite penetrar en esos seres y explorar un amplio rango de comportamientos y sensaciones. Es una penetración gentil, que poco a poco va abriendo el telón de estas vidas. Se nos revelan llenas de interés, de variedad, de inteligencia, de talentos. Evidencia, la película, la absoluta incapacidad de casi todos los hombres que rodean a estas mujeres para captar las maravillas del alma femenina. Vale la pena detenerse y degustar estas cosas:
Rani, la protagonista principal (Tannishtha Chatterjee), ha quedado viuda desde muy joven, casada con un marido violento que en buena hora murió. Se dedica a trabajar duramente para cuidar a su hijo, un muchacho desordenado y poco agradecido, y a su suegra. Con ella, nos aproximamos a las ilusiones que no mueren, a la búsqueda continua de un amor que puede llegar en forma inesperada, a través de un milagro de la modernidad, el mundo digital. Porque el celular y la televisión por cable han llegado para cambiarlo todo, como inesperados rayos de esperanza.
Janki (Lehar Khan) es apenas una niña, la esposa que Rani ha conseguido en un pueblo vecino para su hijo adolescente. No más llegar a su nuevo hogar, luego de una colorida ceremonia matrimonial, es menospreciada por el torpe muchacho, por el simple hecho de que tiene los cabellos cortos, cayendo su madre también en la trampa del machismo, a modo de suegra herida que la trata mal. Hasta que descubre la dulzura que se esconde en la niña y se da cuenta de que ha sido condenada a un ciclo perverso de sufrimiento conyugal. Janki guarda en su corazón amores de verdad, que Rani descubre y que estimula con complicidad y sensibilidad de mujer.
Lajjo (Radhika Apte), amiga y confidente de Rani, no tiene hijos y quiere concebir desesperadamente, con la esperanza de ser madre y de complacer a su alcohólico marido, que la golpea sin medida. Entre las dos hay momentos de ternura, de intimidad casi sexual, como consuelo ante tanta ignorancia y sufrimiento. Aparece en sus vidas la amiga común, Bijli (Surveen Chawla), hermosa bailarina erótica, a la vez prostituta, que enloquece a los hombres del pueblo. Entre las cuatro mujeres florecen las oportunidades que revelan en Bijli poderosa inteligencia, ternura y sensibilidad.
La antigua India nunca dejará de sorprender. En ella se dan todos los extremos, en ella están ocurriendo todas las cosas que pueden ocurrir. No en vano es el país que más películas produce en el mundo. Muchas de ellas son de muy buena calidad, como esta, que ha sido premiada en varios festivales (Estocolmo, festival de cine hindú en Los Ángeles). Recomiendo ver La estación de las mujeres, a modo de jornada que nos lleva a vislumbrar y encontrar atisbos del corazón de las esencias femeninas.
Trailer
Ficha técnica:
La estación de las mujeres / Corazones encontrados (Parched), India, 2016.Dirección: Leena Yadav
Guion: Leena Yadav
Producción: Ajay Devgan
Fotografía: Russell Carpenter
Música: Hitesh Sonik
Reparto: Tannishtha Chatterjee, Radhika Apte, Surveen Chawla, Adil Hussain, Lehar Khan, Sayani Gupta