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Los Ángeles: con el cine en su ADN
Lugares como Beverly Hills y Santa Mónica (que si bien están dentro de lo límites geográficos de Los Ángeles, son pequeñas ciudades dentro de otra mucho más grande) cuentan con una infinidad de citas y locaciones de filmación que han hecho de este lugar, uno de los más famosos del mundo en lo que respecta a la industria cinematográfica. Pero si se trata de mencionar un sitio que por excelencia destaca a Los Ángeles, no podemos obviar a uno de sus barrios más célebres: Hollywood. La cuna de los estudios que impulsaron a la gran industria del cine norteamericano se encuentra en la ciudad de ángeles. Y así como sucede con Nueva York, podemos asumir que la conocemos sin haberla visitado, ya que las citas son infinitas.
Una multiplicidad de temáticas tan variada puede tener a una ciudad como contexto geográfico. Desde las carreras callejeras de A todo gas (The Fast and the Furious, Rob Cohen,2001), las invasiones de robots provenientes de un futuro no muy lejano de Terminator (The Terminator, James Cameron, 1984), la vida de un desempleado repentinamente envuelto en situaciones desopilantes de El gran Lebowski (The Big Lebowski, Joel & Ethan Coen, 1998), hasta las adversidades que deben enfrentar quienes, por su color de piel, son segregados y viven en un mundo de violencia y pandillas de Straight Outta Compton (F. Gary Gray, 2015). Todas estas situaciones pueden tener como marco a la ciudad de Los Ángeles, la más importante del estado de California y de toda la costa Oeste de los Estados Unidos.
El icónico personaje de Michael Douglas en Un día de furia (Falling Down, Joel Schumacher, 1993) se encontró con una Los Ángeles hostil y adversa, lejos del ambiente caluroso y playero que pueden llegar a presentar series de TV como Beverly Hills 90210 (Darren Star, 1990-2000). En su cruzada, Douglas va in crescendo en su ira contra la exclusión y la negatividad que lo rodean. Una de las recordadas escenas, que tiene lugar en una hamburguesería, nos muestra al hombre desocupado en su intento por comprar un desayuno, habiendo pasado solamente unos minutos del horario de almuerzo, situación por la cual estalla contra los empleados, atacando con una balacera las instalaciones del local. Esta locación existe y se encuentra ubicada en la zona de Lynwood, aunque actualmente, su nombre real es Angelo’s Burgers. Sobre el final, un triste desenlace aguarda al personaje de Douglas, quien probablemente a esa altura haya generado cierta empatía de parte del espectador. La escena final tiene lugar en Venice Pier, un sitio muy diferente a los que frecuenta D-Fens (a quien caracteriza Douglas) a lo largo de la película, que quizás nos recuerde a las locaciones que Chris Evans recorre en Cellular (David R. Ellis, 2004).
Cómo olvidar también que Los Ángeles es la ciudad donde se encontraba el edificio Nakatomi Plaza (o mejor dicho, se encuentra, actualmente se llama Fox Plaza, el nombre fue solamente adoptado en el film), abordado por un grupo de alemanes terroristas, encabezados por el implacable Hans Gruber, interpretado por Alan Rickman. Juntos, buscaron hacerle la vida imposible al policía neoyorquino John McClane, en la piel de Bruce Willis. Jungla de Cristal (Die Hard, John McTiernan, 1988) es una de esas películas que con el pasar de los años se fueron convirtiendo en icónicas, algo similar a lo que sucedió con Arma letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987) y Speed– Máxima Potencia (Speed, Jan de Bont, 1994), pero estas dos últimas relatando las aventuras de policías del LAPD (Departamento de Policía de Los Ángeles).
El cine de los 80 solía tener una imagen del futuro que se mezclaba entre lo apocalíptico y lo imposible. En tanto que Terminator imagina una ciudad en la que, para 2029 los robots dominaban el planeta, Blade Runner (Ridley Scott, 1982), recreaba una metrópolis que reunía las peores condiciones de Ciudad Gótica y lo futurista de la ciudad de Coruscant de La Guerra de las Galaxias. Y más cerca en el tiempo, Volcano (Mick Jackson, 1997) amenazó con destruir la ciudad por completo, si no fuera por la intervención de Tommy Lee Jones, quien utiliza todos los recursos a su mano para poder evitarlo. En el caso de Skyline (Hermanos Strause, 2010) y de Invasión a la Tierra (Battle Los Angeles, Jonathan Liebesman, 2011), Los Ángeles se ve amenazada por invasiones extraterrestres, que desde un principio nos hacen notar que destruirán hasta el último remanente de la ciudad. Ambas películas parecen privilegiar más los efectos especiales, dejando el guion y la lógica un poco de lado, con actuaciones que destacan por su bajo nivel.
Además de ser la casa de un gran número de los más importantes estudios de cine norteamericanos, Los Ángeles es donde Walt Disney decidió montar en 1955 su primer parque temático, más precisamente en la zona de Anaheim. El caricaturista había adquirido terrenos en la zona de Burbank, cerca de sus oficinas, con la finalidad de emplazar «El parque de Mickey Mouse», nombre que por aquel momento tenía en mente para su parque de diversiones temático. Luego estos serían descartados para dicho fin, siendo Walt Disney aconsejado de construirlo en Anaheim. Hoy en día, Disneylandia, como finalmente se llamó, cuenta con una infinidad de atracciones de las más diversas películas para público infantil. Y también sus estudios son uno de los principales productores mundiales de cine y TV de animación, siendo que desde Burbank se realiza la gran mayoría de los filmes animados que actualmente podemos ver.
En cuanto a la ambientación de época, la recientemente estrenada Café Society (Woody Allen, 2016) presenta la historia del joven neoyorquino, Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), que acude en búsqueda de su tío, personaje que encarna Steve Carell. Era la década de 1930 y la transformación de la industria, que migraba del cine mudo al sonoro, todavía estaba en pañales. Su llegada es todo un desafío, dejando el habitual clima de la ciudad de la Gran Manzana para arribar a otra, donde lo que sobresale es la ostentación y las altas temperaturas. Este asunto del conflicto que existió en el pasaje al cine sonoro, es también retratado en la ganadora del Oscar, The Artist (Michel Hazanavicius, 2011), al abordar mediante una película completamente muda, la problemática de adaptación que enfrentaron tanto los actores como la industria en sí.
La ciudad más poblada del estado de California, que Quentin Tarantino elige como locación principal para sus historias llenas de gore, personajes dementes y situaciones de estrés extremo, dice presente en algunos de sus filmes, como Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994), Jackie Brown (1997). El hecho del calor agobiante y la tonalidad que logra para su fotografía le dan más tensión a las escenas, ya que logran un ambiente propicio para exacerbar la desesperación y las situaciones límite en las que se ven envueltos los protagonistas de sus guiones.
Una ciudad tan cosmopolita y diversa como Los Ángeles no puede lograr más que otorgarnos sinfín de contrapuntos, que pueden ir desde la forma en la que perciben la ciudad los diferentes realizadores, hasta moldear la imagen que los espectadores van construyendo sobre ella. Es allí donde nuestra visión puede mutar radicalmente, película tras película, generando en nosotros una sensación positiva o negativa al respecto, y es justamente ahí donde residen la esencia y la magia del cine.
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