Reseñas
Más grande que la vida
A principios de abril, tuve la fortuna de visitar el Museo Judío de Viena, lugar que ha sido objeto de una bella renovación. Allí me encontré con una excelente exposición dedicada a los realizadores que tuvieron mucho que ver con los inicios y el fortalecimiento del cine en Hollywood, la mayor parte de los cuales fueron judíos que emigraron de Europa, muchos de ellos desde Viena.
Es de anotar que la comunidad judía de Viena era la tercera más grande de Europa a comienzos del siglo veinte, pero se redujo notablemente luego de las emigraciones masivas, especialmente a los Estados Unidos, y de la matanza de judíos en los campos de concentración del nazismo. Igual sucedió con otros lugares de la Europa ocupada por los nazis y acosada por las guerras y el desempleo.
La ola de emigrantes judíos que llegó a los Estados Unidos tuvo un papel fundamental en el desarrollo del cine, notablemente con el surgimiento de Hollywood como un emporio del séptimo arte. Se trata de personajes como Adolfo Zukor y William Fox (de Hungría), Samuel Goldwyn y los hermanos Warner (de Polonia), Louis B. Mayer (de Belorusia) y Carl Laemmle (de Alemania).
La muestra lleva el título «Más grande que la vida: 100 años de Hollywood, una experiencia judía». Su curador es Werner Hanak-Lettner, en colaboración con la el Austrian Film Museum.
El museo ha dedicado a la muestra tres pisos, utilizando un diseño precioso y didáctico, que permite a cualquiera aproximarse a los temas con fruición. Se ha incluido un catálogo debidamente numerado, que permite seguir detalladamente la exposición. Lo primero que se encuentra el visitante es una sala bellamente decorada con afiches de famosos filmes realizados por personajes judíos. Algunos son únicos, parte de una colección que se ha mantenido en Viena por años. Acá se intuye, de alguna forma, el sentido comercial que siempre ha acompañado a Hollywood, que por mucho que se critique, ha permitido espacios para una gran cantidad de manifestaciones artísticas y de diseño; cada poster no deja de ser único, artístico, evocador, simbólico, una huella que deja la película para la historia.
En una sala siguiente se presentan afiches con los nombres de algunos de los más importantes realizadores y sus lugares de origen, como los hermanos Warner, William Fox y Adolfo Zukor.
Resulta evidente, luego de repasar las diversas reseñas que ofrece la muestra, el espíritu singular de estos inmigrantes judíos. Ellos crearon Hollywood, alejándose del centro de poder y desafiando el monopolio que había establecido Edison en la costa oriental de los Estados Unidos, estableciendo todo un emporio a partir de cero, con enormes dosis de creatividad, capacidad empresarial y comercial. La participación de los judíos de origen europeo en el desarrollo del cine en los Estados Unidos es una historia que no cesa y que se ramifica partir de estos pioneros iniciales. Incluye aspectos bastante deliberados. Tómese el caso de Michael Curtiz, nacido como Manó Kertész Kaminer en Budapest. Luego de una vida pintoresca, que incluyó trabajos en un circo y participación en el equipo húngaro de esgrima, estudios académicos de teatro y arte, y una carrera como periodista de cine, actor y director en Hungría, Austria y Dinamarca, marchó a Estados Unidos, invitado por Jack Warner, quien contrató a Curtiz para la realización de El Arca de Noe (Noah’s Ark, 1928), continuando luego con diversas producciones. Aunque Curtiz había escapado de Europa sin ser afectado por el nazismo, contribuyó activamente al Fondo Europeo de Cine, entidad benéfica constituida para ayudar a los refugiados europeos de la industria cinematográfica a que se establecieran en los Estados Unidos.
La exposición se transforma luego en un collage de pantallas y de proyecciones, a través de las cuales el visitante puede apreciar una completa muestra de escenas de filmes clásicos de Hollywood, en los cuales la intervención de los judíos ha sido fundamental, ya sea a través de la producción, la dirección, la actuación, el arte o la temática. Se trata de escenas cortas, de no más de tres minutos, muy bien seleccionadas e ilustradas.
El visitante puede también apreciar distintos objetos icónicos, que dan realce a la muestra y cercanía al mundo especial del cine y de las filmaciones. Por ejemplo, el traje que utilizó Gloria Swanson para personificar a Charles Chaplin (de quien muchos creían que era judío, sin realmente serlo); un trozo de la alfombra roja del Teatro Chino, establecimiento simbólico de glamour hollywoodense, impulsado por el judío Sid Grauman en 1927, junto con el Paseo de la Fama y sus estrellas de bronce incrustadas en el pavimento (con una fotografía icónica de Marilyn Monroe y Jane Russell dejando sus huellas en el paseo); afiches de los tiempos de la histeria anticomunista que adquirió ribetes antijudíos; una silla del Café de Ricky del filme Casablanca; una réplica de una de las motos de Easy Rider y varias estatuillas de Óscares, entre otras, sin que falte, naturalmente, el famoso perfil de Barbra Streisand.
El visitante, al terminar puede apreciar este poema
Todos son soñadores
y todos son estrellas
y todos salen en las películas
sin importar de quién se trate.
Hay estrellas en cada ciudad
en cada casa y en cada calle.
Y si pasas por el Bulevar de Hollywood
verás sus nombres grabados en el concreto.
Apreciado Enrique.
Cada vez me sorprendes con estas cosas nos enseñas a como hacer y enseña un buen resumen de tal manera que sea ameno y didáctico para todos.
felicitaciones muy sinceras para usted y toda su familia.
Un abrazo
Jorge Omar
Apreciado Jorge
Gracias por el comentario. el cine y su historia son una fuente inagotable de muchas cosas para enseñar.