Críticas
La anormalidad urbana como experimento vital: riesgos y posibilidades
El Sr. Wakefield
Wakefield. Robin Swicord. EUA, 2016.
Entre los escritores que han sido inspiración para muchas películas, se encuentra Nathaniel Hawthorne, un escritor norteamericano del siglo diecinueve, que se destacó por escribir varias novelas y muchos cuentos, de corte gótico y romanticismo negro, y que pinta en su obra escenas muy típicas de su nativa región de Nueva Inglaterra. Su libro más conocido es La Letra Escarlata que ha sido llevado al cine varias veces. Entre los filmes basados en sus obras se tienen la ya mencionada The Scarlet Letter (Challis Sanderson, 1922; Victor Sjöström, 1926; Robert G. Vignola, 1934; Wim Wenders, 1973; Roland Joffe, 1995); House of the Seven Gables (J. Searle Dawley, 1910, Joe May, 1940); Il Fauno di marmo (Mario Bonnard, 1920); Puritan Passions (basada en Feathertop, Frank Tuttle, 1923), Twice-Told Tales (Sidney Salkow ,1963); Young Goodman Brown (Peter George, 1993); Rappaccini’s Daughter (Dezso Magyar, 1980); Party (Eric Swelstad, 1994); Feathertop (1996); The Scarecrow (Richard Rich, 2000).
La película El Sr. Wakefield es la más reciente de las adaptaciones de Hawthorne, basada en una versión de su cuento por el famoso escritor norteamericano Edgar Lawrence Doctorow, cuyas propias obras han sido también llevadas al cine.
He comenzado mis reflexione sobre esta película, deteniéndome en sus orígenes literarios, para resaltar que estamos ante todo frente a una historia que transcurre literariamente, que se va contando a modo de ficción, de divertimento sobre el comportamiento humano, en la cual se tejen situaciones con la intención de desafiar a un lector-espectador, utilizando un lenguaje cuidadoso, pintando escenas, no tanto con la imagen, como con la ayuda del diálogo (en este caso, en general, un monólogo). Se trata, por lo tanto, de una película que se adentra en la mente de un personaje, al mismo ritmo que el personaje mismo se adentra en su propia mente.
El señor Wakefield es un personaje urbano enteramente normal, casado con una mujer hermosa, con dos hijas, de buena posición social y laboral, que toma una serie de extrañas decisiones que lo llevan a convertirse en prisionero de una idea fija: vivir en el ático del garaje de su propia casa, por un largo tiempo, sin que nadie se entere, y observar desde allí a su esposa y a sus hijas, que eventualmente lo dan por muerto o desaparecido definitivamente. A medida que pasa el tiempo, el señor Wakefield se adentra más y más en sus propias especulaciones y recuerdos, que se van convirtiendo en su forma de vivir y que lo van llevando a un creciente deterioro en sus hábitos, en su apariencia, en sus responsabilidades. Los espectadores están obligados a seguirlo y a experimentarse como alter egos del Señor Wakefield, pues el filme no permite muchas alternativas ni respiros.
Se podría considerar al Sr. Wakefield como un acercamiento a uno de los más complejos fenómenos que se experimentan en las ciudades modernas: el de las personas que deciden optar por lo que se pudiera denominar la anormalidad urbana, viviendo en las calles, en los parques; recogiendo desechos, sacando la comida de la basura, pidiendo limosna, vestidos con ropas sucias, con sus cabellos descuidados, y su aspecto extraño, que genera inquietudes y rechazo en las personas que viven dentro de la normalidad. Muchas de estas personas fueron también, en su momento, habitantes de la normalidad, hasta que se deslizaron por estos incompresibles caminos. ¿Locura, desvío mental, decepción, anarquía, incomunicación, abandono, escogencia consciente, experimentos de libertad, renuncia, exploración mental? ¿Cómo saber lo que bulle en las mentes de los miles de personas que transitan literalmente por los caminos, al parecer extraviados, de sus pensamientos y de sus monólogos? ¿Estarán ellos, como el señor Wakefield, armando situaciones deliberadamente, creyendo que tienen el dominio de las circunstancias, de manera que se van alejando de la normalidad hasta puntos de no retorno?
Como es de esperar, la actuación de Bryan Cranston domina totalmente el espacio del filme, y las transformaciones que va sufriendo su personaje se prestan para el ejercicio de todas las posibilidades dramáticas, resultando en un trabajo muy bien cuidado, convincente, que nos transmite su lucha por evitar el sincronismo con la normalidad y para renunciar a la empatía y al contacto con los personajes de su vida. Sin embargo, en simultáneo con el alejamiento físico, aparecen abundancias de recuerdos y de contactos con sus mundos anteriores, que se van viviendo lentamente, como proyecciones de cine que se disfrutan en forma egoísta y personal. Esas son proyecciones, también, para los espectadores y sirven como válvulas de escape para aliviar la tensión generada por los monólogos y por la extrañeza mental del personaje. El resultado es una buena película, desafiante y frustrante por ser tan diferente, pero que atrapa la atención, mientras va soltando escenas y momentos sorprendentes.
El Sr. Wakefield es también una reflexión sobre las separaciones, las cercanías, los juegos, las dificultades de la vida del hogar y de la vida del trabajo. Es una invitación para utilizar el teatro como herramienta para el conocimiento y la introspección, propia y la de los seres que rodean la vida personal, pero evitando que la obra teatral y el ensayo se confundan con la esencia misma de la vida. Ello podría conducir a alejamientos enfermizos de la realidad y a frustraciones crecientes para todos. Un poco de teatro contribuye a matizar; dedicarse por completo a los juegos mentales con uno mismo y con los demás contribuye a crear abismos insondables. La línea del justo medio sigue siendo un camino de sabiduría, permitiendo oscilaciones para que sea creativo el tránsito, siempre en armonía respetuosa con los demás.
Tráiler:
Ficha técnica:
El Sr. Wakefield (Wakefield), EUA, 2016.Dirección: Robin Swicord
Duración: 106 minutos
Guion: Robin Swicord, basado en el cuento del mismo nombre de E. L. Doctorow; a su vez basado en el cuanto Wakefield de Nathaniel Hawthorne
Producción: Bonnie Curtis, Wendy Federman, Julie Lynn, Carl Moellenberg
Fotografía: Andrei Bowden-Schwartz
Música: Aaron Zigman
Reparto: Bryan Cranston, Jennifer Garner, Beverly D'Angelo, Jason O'Mara, Ian Anthony Dale, Ellery Sprayberry, Pippa Bennett-Warner, Bill Timoney, Angela Taylor-Jones, Monica Lawson, Frederick Keeve, Isaac Leyva, Victoria Bruno, Hal Dion, Alexander Zale, Eliza Coleman
En definitiva el escritor nos deja ante un final abierto, cual será la reacción de su esposa y de sus hijas cuando este hombre entra en la casa y les dice…»Hola..» Tal vez lo rechacen y le crean enajenado, tal vez él les finja un cuento para obtener de nuevo el amor de ellas, como quiera que sea el final creeré que este personaje necesita atención psicológica, si cree y tiene dudas de la fidelidad de su esposa y no tiene pruebas de nada y los celos y el temor lo agobian, sólo tiene dos caminos, el psicólogo ó la separación de la persona amada, aunque pienso que esa situación se repetirá con otra persona…
en Inquisiciones, Borges hace una reflexiòn sobre el cuento y una conclusiòn muy aleccionadora.
Gracias por enriquecer la visión de nuestros lectores
De un lado la conquista, luego la rutina y el miedo a la pérdida «No sé si la quiero porque es mía o porque no lo es» . Y pensando el Sr. Wakefield que toda la felicidad y armonía que vive con su mujer puede diluirse en un momento y por algo anecdótico, opta por desaparecer y congelar una relación en su recuerdo . Cuando ve rondando a su mujer a un antiguo rival decide reaparecer. Mimbres que tejen casi todas las relaciones, la conquista , la pasión , la familia, la rutina, la soledad , la libertad , la compasión …. originalmente tratadas en esta interesante película .
Gracias por estos apuntes
En si en lo personal la verdad el final es asombroso y hay mucha gente que dice que está horrible y en si es lo que nos trata de contar esta película el egoísmo en esta persona es más grande que su comprensión ya que si fuera un final en el que el protagonista reflexiona llegaría en posición de derrota aceptando que ha echo un error y así podría salir de su jaula mental pero no el llega como todo un “ganador“ en su vista propia con la cabeza en alto y todo arreglado ya que el jamás quiere aceptar una derrota y en si lo podemos por la competencia de su esposa ya que si en verdad hubiera regresado con humildad regresaría mostrándose como el vagabundo que vimos casi en toda la película y yo veo el final muy bueno en la cual podemos imaginarnos lo que viene ya que yo no creo que tuvieran las reacciones que él pensó ya que eran muy cerradas y si observan solo sé quedan pasmadas la verdad ya sabemos nosotros qué va a pasar solo que nuestra mente nos lo quiere negar ya que sin querer tuvimos una pequeña empatía por el señor Wakefield pero aquí nos muestra que esto no es una película en donde el protagonista reflexiona al igual que nosotros y es en donde rompe la cuarta pared con nosotros dándonos la espalda al igual que ha hecho con muchas personas y haciendo lo que le conviene a él y a lo que su egoísmo le dice que hacer y no va a escuchar ningún consejo tanto de nosotros como en su cabeza y es ahí en donde sigue en esa jaula egolatra en la cual nunca podrá salir por su carácter
Yo creo que lo hizo definitivamente regreso solo por qué casualmente su amigo iba a tratar de ganarse nuevamente a su chica. Sigue siendo la misma persona egoísta que solo piensa en sus necesidades como en toda la película. Vio llorar a su esposa la vio pasar momentos difíciles, llegó la policía, salió en las noticias , e inclusive vio que le saquen su ropa simplemente no se retractó. Solo tenía que ver a su ex amigo y
cambio su desicion.