En la sombra

La cinta En la sombra, escrita y dirigida por Faith Akin (Contra la pared, 2004), aborda una serie de temáticas latentes y relevantes en nuestro tiempo, y lo hace por medio de una historia intensa y desgarradora.

La trayectoria de Akin, cineasta alemán de ascendencia turca, ha puesto el dedo en la llaga en repetidas ocasiones, señalando conflictos sociales, así como la problemática de la migración y la cada vez más complicada convivencia entre culturas diversas, develando su percepción sobre la Europa actual. En su anterior trabajo, el bullicioso y disparatado roadtrip juvenil, Tschick (Goodbye Berlín, 2016), hablaba sobre un chico marginado por sus compañeros del colegio, que entabla amistad con un inmigrante ruso, y deciden hacer un viaje juntos en automóvil, lo que se vuelve una aventura cómica y disparatada, pero que los hace crecer, los anima y reconcilia con el mundo. Asimismo, en su premiado filme A la orilla del cielo (2007), disertaba sobre la convivencia intercultural y el amor; en especial sobre la capacidad de perdonar y redimirse de unos protagonistas ciertamente humanos, con vicios y debilidades. A su vez, el tema del dolor ante la muerte de un ser querido es planteado y estudiado, consiguiendo personajes y situaciones creíbles, y sin duda, apegados a la realidad.

Hemos podido constatar, a lo largo de su carrera, que una de sus constantes preocupaciones es la absurda violencia entre los seres humanos, y ahora, con el filme En la sombra, la expone crudamente al hablar del conflicto entre musulmanes migrantes y europeos, aproximándose al tema desde un enfoque distinto y contrario al que normalmente vemos en el cine: esta vez la víctima es Nuri Sekerci (Numan Acar), un hombre de origen turco que vive en Hamburgo con su esposa y su hijo; un musulmán víctima de racismo.

La historia está fragmentada en tres episodios, que van de acuerdo a los estados anímicos que recorre la protagonista Katja (Diane Kruger), después de perder a su esposo y a su hijo en un atentado de bomba, en su propia oficina. El dolor de la pérdida y la impotencia de no ver posibilidad de justicia son el motor que mantiene a la película andando.

Kruger (Bastardos sin gloria, 2009; Lo mejor de mi vida, 2015) ofrece una tremenda y poderosa interpretación, intensa y emocional, que le mereció el premio a mejor actriz en Cannes por este desafiante papel, con el que se sostiene el filme en su totalidad, ya que ella aparece casi en cada toma y en cada escena. Por su rostro se va mostrando el duro proceso de duelo por el que atraviesa, pasando de una indescriptible y desconsolada pena a la rabia y demanda de justicia, hasta el incontenible deseo de venganza. Y esto, en definitiva, se vuelve el mayor atributo de film: atestiguar la transformación de su personaje a lo largo de la historia.

Akin nos lleva como espectadores a padecer empáticamente junto con Katja dichas emociones; su soledad, la tristeza y, sobre todo, la frustración se vuelven nuestras, a tal grado que En la sombra se convierte en una experiencia verdaderamente intensa, que nos interpela y nos conmueve. Su dolor traspasa la pantalla para herir como una daga en el corazón del público.

Para la preparación de su personaje, Kruger asistió por seis meses, en la ciudad de Nueva York, a reuniones de grupos de apoyo para familias que han perdido seres queridos en distintos sucesos violentos, lo que le hizo tocar de frente su profundo pesar y, de cierta forma, hacerlo propio, para poder representar acertadamente el rol de Katja y alzar, de alguna manera, la voz de todos los que compartieron sus trágicas experiencias con ella.

Otro de los personajes que destaca como contraparte, tanto por su escalofriante actuación como por lo crucial y significativo de su rol en la historia, es Haberbeck, el abogado defensor de los jóvenes neonazis, sospechosos del brutal asesinato; es un papel interpretado fríamente por Johannes Krisch (Revanche, 2008; La cura siniestra, 2017), que deja en claro que el artilugio y la astucia son armas que fácilmente obstruyen el camino hacia la ética y la justicia.

Es evidente que Akin, autor de comedias provocativas e irreverentes como Soul Kitchen (2009), en esta ocasión no deja cabida para el humor, y su crítica y análisis social lo proyecta desde un drama intenso y trágico, combinándolo a su vez, con acción y suspenso, hilados mediante transiciones entre un acto y otro, compenetrando así estos géneros para mantener en vilo al espectador en todo momento.

Busca, en conclusión, llevar al público a un cuestionamiento sobre la moralidad. Por un lado, sobre los estereotipos y etiquetas que los inmigrantes, los extranjeros cargan a sus espaldas. Por otro, señala también las limitantes del sistema legal para hacer justicia y la incapacidad de las autoridades para actuar con la debida precisión. Asimismo, suelta en el aire la interrogación sobre el resultado de responder a la violencia con más violencia, y como consecuencia nos pregunta ¿hacia dónde se dirige la humanidad, arrastrada frenéticamente por este círculo vicioso?