Críticas
Entre lo sublime y lo ridículo
El león duerme esta noche
Le lion est mort ce soir. Nobuhiro Suwa. Francia, 2017.
En el siglo XVIII, Edmund Burke dedicó un pesado tomo filosófico a divagar sobre la idea de lo sublime. Esta incontenible muestra de exuberancia neoclásica, repleta de citas en griego y colmada con tal afectación discursiva suponía la pesadilla de cualquier estudiante de estética como fue el que escribe estas líneas. Toda su verborrea podría resumirse fácilmente en una simple frase: lo sublime excluye lo bello. Casi tres siglos después, Nobuhiro Suwa pretende decir justo lo contrario, pero no desde una perspectiva romántica de celebración de lo grande y abrumador que tiene lo sobrehumano, sino desde una cierta ironía posmoderna que maneja una idea de sublime rebajada, humanizada y cotidiana. Me atrevo a aventurar que tal vez Suwa no conocía la advertencia de otro gran cineasta contemporáneo que, como él mismo, gusta de balancearse en la cuerda floja, Albert Serra, quien en relación con su Historia de mi muerte (Història de la meva mort, 2013) avisaba de lo fina que es la línea que separa lo sublime de lo ridículo.
Como se ha dicho, El león duerme esta noche encara lo sublime sin aspavientos ni grandilocuencias, introduciendo la muerte y las manifestaciones sobrenaturales de un amor de ultratumba en un contexto de normalidad que no puede ser menos romántico. Con todo, una vuelta de tuerca metarreflexiva no podía faltar en un filme de este autor, presente esta vez por partida doble, tanto en ese actor que hace de sí mismo ante el abismo de la muerte y el olvido que lo amenazan, como en la filmación de ese nuevo filme amateur por parte de un grupo de niños que parece retrotraernos a la inocencia primigenia del cine, nuevamente un abismo.
Suwa siempre ha tenido una extraordinaria confianza para explicar el mundo, los universales, partiendo del cine como creación y como experiencia estética, y una gran capacidad de hacerlo dentro de un acto performativo. Lo hizo desde sus primeros filmes, en los que, a medida que los actores construían a sus personajes a base de improvisaciones filmadas, accedíamos a lo profundo de sus personas y se nos enfrentaba al significado de todos los grandes temas, del amor, de la amistad y la maternidad, de la historia, de la guerra… Algo de esa confianza en el poder explicativo del cine permanece en el grupo de niños que, en el juego, indagan sobre el punto donde se sitúan los límites del amor y la muerte… y en cómo llegar a representarlos.
Hasta aquí lo positivo que hay en el nuevo Suwa. Pero volvamos a lo bello, lo sublime y su caída en lo ridículo. Si en su etapa japonesa Suwa parecía mantener una suciedad y una inestabilidad de la imagen que iba muy acorde con el carácter de sus personajes y sus historias, desde que iniciara su etapa francesa con Una pareja perfecta (Un couple parfait, 2005), poco a poco ha limpiado su forma hasta alcanzar la excelencia que vemos en El león duerme esta noche. Siguiendo estándares bien conocidos, todo está perfectamente medido, los encuadres son perfectos, la composición y el juego de colores, magníficos; las interpretaciones, excepcionales; el trabajo de los departamentos de arte y sonido es brillante, y sin embargo es justamente ese su peor defecto y, precisamente, lo que aleja a este filme de la verdadera belleza.
En efecto, lo sublime puede volverse bello cuando se encuentra una forma que lo contiene sin hacerle perder su misterio. Dicho de otra manera, cuando es posible apuntar su existencia sin explicitar su significado. Pero lo que hace Suwa es encerrarlo en unas imágenes que son bellas de por sí, que ya lo eran previamente a haber sido puestas en relación con lo sublime, y por eso mismo resultan inocuas. Las perfectas imágenes que Suwa ha construido en El león duerme esta noche remiten a una idea bien asentada de calidad, pero por eso mismo están codificadas en extremo. Sin embargo, no establecen una relación dialéctica con su tema. Si en M/Other (1999) Suwa nos entregaba una propuesta novedosa y excitante de dialéctica entre la inmanencia y su representación, en este caso ha perdido la ocasión de hacer lo mismo con la trascendencia.
Y es que, por momentos, El león duerme esta noche parece más bien una oda a la autocomplacencia. No solo por parte de su director, también por parte de un Jean-Pierre Léaud, que parece encantado de hacer de sí mismo. Tenemos, pues, a un actor escenificando que ya no puede ser actor y deleitándose en su propia personalidad, y a un director renunciando a ser creador y rebajándose a usar las imágenes de otros, las de la tradición de la qualité. Y en este sentido El león duerme esta noche entra en el ridículo, y lo hace por la puerta grande.
Tráiler:
Ficha técnica:
El león duerme esta noche (Le lion est mort ce soir), Francia, 2017.Dirección: Nobuhiro Suwa
Duración: 103 minutos
Guion: Nobuhiro Suwa
Producción: Les Productions Balthazar / Film-In-Evolution / Bitters End
Fotografía: Tom Harari
Música: Olivier Marguerit
Reparto: Jean-Pierre Léaud, Pauline Etienne, Jules Langlade