Críticas
Tierra envenenada
Viaje a los pueblos fumigados
Fernando Solanas. Argentina, 2018.
El cine es un espejo de su tiempo, de la política de un país al que trata de desenmascarar frente al espectador. También es producto de los procesos políticos que lo regulan y utilizan, en mayor o menor medida, como herramienta de difusión y persuasión colectiva. Si nos quedamos con la primera definición, esa interdependencia genera producciones que dialogan con la historia y apelan a profundizar la mirada sobre la realidad; como así también de sus gobernantes, a partir de la investigación y la subjetividad discursiva. Esa fusión que estalló como modelo en los sesenta y setenta generó innumerables películas y documentales apasionadamente militantes y revolucionarios, como fue La Hora de los Hornos (1968), de Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, integrantes del Grupo Cine Liberación.
Treinta y seis años después, Solanas se mantiene frente a ese espejo y vuelve a denunciar, con menos pasión e idealismo, la crisis argentina del siglo XXI en una serie de documentales que abarcan distintos temas. Sus películas forman un diagnóstico preocupante sobre los cambios que se fueron suscitando a lo largo de los años: Memoria del saqueo (2004), La dignidad de los nadies (2005), Argentina latente (2007), La próxima estación (2008), Oro impuro (2009), Oro negro: Tierra sublevada (2011) y La Guerra del Fracking (2013).
Con 82 años, el prolífico cineasta y actual Senador Nacional por la Ciudad de Buenos Aires, presenta el octavo film de esa “saga documental”, Viaje a los pueblos fumigados, que da la luz a un conflicto gravísimo en los ámbitos ambiental, ecológico y sanitario.
Tras su paso por el Festival Internacional de Berlin, sección Berlinale Special y el reciente Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) 2018, su último trabajo pone en agenda un tema sensible y preocupante: la contaminación ambiental por las fumigaciones con agrotóxicos sobre los alimentos que ingerimos.
La gravedad de la situación da cuenta de la falta de control y regulación sobre el tema, que no sólo deja secuelas en las tierras rociadas con fungicidas, sino que trae problemas de salud a los trabajadores del campo. La misma desregulación también permite la constante explotación del monocultivo de soja, que enriquece rápidamente a sus propietarios, arruinando la fertilidad del suelo.
La producción del documental duró varios años de investigación. El realizador fue recorriendo siete provincias argentinas, partiendo del norte del país. Lo hace en auto, avión, helicóptero y a pie. En cada lugar, tomó diversos testimonios sobre la expansión del modelo agropecuario sobre la base de transgénicos (sustancias químicas y agrotóxicos). Estos productos no favorecen al campo ni a los pequeños o mediano productores, sino a las empresas multinacionales, como Monsanto, las cuales aumentan su rentabilidad y capacidad de exportación de granos, carnes y alimentos a gran escala. La ganancia se hace a costa de contaminar el agua con desechos tóxicos, del desempleo, la deforestación y las inundaciones.
La permanente fumigación del suelo para mantener en alza la producción no tiene en cuenta a la población, lo cual provoca severas malformaciones en los embriones de las embarazadas, graves problemas de salud a los pobladores y varias muertes por contaminación. Para demostrar los efectos del uso del glifosato lanzado desde los aviones, el mismo director se somete, en primer plano, a un análisis clínico para determinar si su sangre está contaminada.
“La más inocente ensalada -dice Solanas- ha sido rociada con de 10 a 15 pesticidas y no hay control. La publicidad “vende” los alimentos por lo que aparentan y no por lo que son. Se compra por lo que se ve y se consume sin saber lo que se come. Aunque se coma en casa, el peligro de contaminarse existe, porque nadie sabe qué está comiendo ni cómo o con qué se hizo».
Divido en diez capítulos temáticos, Pino Solanas construye un relato clásico desde lo formal, con imágenes en gran angular de las plantaciones (soja, cereales, hortalizas), de los pueblos rurales y las taperas despobladas, que va acompañando con su voz en off. Con cámara en mano, entrevista a distintos especialistas que profundizan sobre los daños y también sobre los mecanismos alternativos. También se da lugar a testimonios de los damnificados, entre ellos, la comunidad indígena de los wichis, que denuncian la desprotección y el despojo de su tierra, sin ningún tipo de compensación ni respeto a sus raíces. Un crudo alegato a la cultura ancestral.
Viaje a los pueblos fumigados apela a la concientización de un espectador que no puede ni debe ser ajeno al tema, al contrario, el documental lo va involucrando en la problemática de un título que remite nada menos que a la “extinción”. ¿Nos fumigan? ¿Cuál es la intención que subyace, en realidad?
El documental no se queda solo en el conflicto, sino que expone e instruye sobre las diversas alternativas que fueron surgiendo como solución, a partir de investigaciones, libros y programas educativos. También refleja la eco-agricultura, dedicada a producir alimentos orgánicos y saludables a cargo de asociaciones, colectivos ecologistas y emprendimientos independientes.
Sin dejar de lado el discurso político ni la forma apelativa que lo caracteriza, Solanas, fiel a sí mismo y a su militancia, se vuelve un interlocutor- denunciante de un Estado financiado por la soja, que carece de soberanía alimentaria. Hacia el final, un collage de imágenes de los actores políticos responsables invita al espectador a unirse para enfrentar el «ninguneo» y la irresponsabilidad de quienes deberían cuidarnos y bregar por el bien común.
Tráiler:
Ficha técnica:
Viaje a los pueblos fumigados , Argentina, 2018.Dirección: Fernando Solanas
Duración: 98 minutos
Guion: Fernando Solanas
Fotografía: N. Sulcic, F. Solanas
Música: Mauro Lázzaro
……un Estado financiado por la soja, que carece de soberanía alimentaria…
Pregunta para Marcela Barbaro.
Nunca habia leido la frase soberanía alimentaria.
¿ Que significa esta frase y porque carecemos de «soberania alimentaria» ?
La soberanía alimentaria es la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, y contra la práctica de la venta por debajo de los costos de producción.
Fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/Soberan%C3%ADa_alimentaria
Alguien tiene un resumen propio de esto para pasarme?