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El día que perdimos la humanidad en el cine
Era 1998, andaba cerca de los 21 años de edad. Desde la sala de mi casa y como parte de una tarea de la Universidad, me involucré en las vidas de Barbara y Johnny, dos jóvenes hermanos que cada año realizaban un viaje en auto para colocarle flores a su difunto padrastro en un solitario cementerio de Pensilvania, Estados Unidos. Advertí que en uno de esos viajes soplaba fuerte el viento y amenazaba la lluvia. Johnny, comenzó a contarle historias aterradoras a su hermana con el fin de asustarla ante la súplica de ella para que dejara de hacerlo. De pronto, Johnny fue atacado por un hombre adulto, escuálido, alto y torpe, que deambulaba en el cementerio. Durante el forcejeo, el joven murió por un golpe en la cabeza. Barbara corrió asustada hasta conseguir refugio en una casa abandonada en medio del bosque. Al mirar por la ventana se percató de que el hombre escuálido ya no estaba solo, el grupo de sonámbulos aumentaba. Dentro de la casa conoció a Ben, un hombre afroamericano y a una familia de blancos que permanecían escondidos con un mismo objetivo: protegerse de una horda de sujetos que volvieron de la muerte para alimentarse con la carne de otros humanos.
Así comienza Night of the Living Dead, una película estadunidense de bajo presupuesto, escrita y filmada en blanco y negro por George A. Romero en 1968, la ópera prima de un neoyorquino que, a partir de ese momento, se convertía en un director de culto y que hoy es considerado el padre del subgénero zombi en el cine de horror. Ese fue mi primer acercamiento. El profesor de cine recomendó este filme para entender los distintos géneros que aborda el séptimo arte, pero nunca imaginé que hoy, 20 años después, sería la pauta de una de mis filias cinematográficas.
Varios puntos me llamaron la atención de esta ópera prima de Romero, entre ellas, que fue filmada en blanco y negro cuando ya había color en el cine; que no conocemos el origen de la pandemia durante toda la historia, por lo que mantiene la intriga de principio a fin, y lo más interesante, por su contexto histórico, es que Ben es un personaje afroamericano, se convierte en el líder de la lucha por la supervivencia, abofetea a una mujer blanca y le dice a un hombre blanco «¡Aquí mando yo!». Sin embargo, es liquidado con un tiro en la cabeza (perdón por el spoiler) el mismo año del asesinato de Martin Luther King.
Supuse que algo había detrás de todo esto. Para confirmarlo, conversé para este texto con un académico y crítico de cine para radio y televisión en México, Gerardo Gil Ballesteros, quien calificó como una audacia la ideología de Romero en su primera película: «Cuando inicia, era de serie B, era contestatario, porque al final estaba hablando de la otredad. Una cuestión marginal que tenía de la industria, le daba la oportunidad de tener cierto tufo contestatario, en el contexto de la Guerra Fría y todo lo que sucedía en los años 60. Sí, tenía su carga ideológica”.
Fiel a mi usanza cinéfila tras encontrar a un director que despierta mi atención, seguí su filmografía. Revisé el séptimo largometraje de su carrera, pero el segundo relacionado con el género: Dawn of the Dead (1978), considerada una continuación del filme de 1968, en la que una vez que se extiende el Apocalipsis zombi por todo Estados Unidos, un grupo de sobrevivientes se refugia en un centro comercial.
De nuevo, me daba la impresión que Romero reaccionaba a un contexto político y económico, con zombis deambulando sobre los aparadores de la tienda, incluso algunos cargando electrodomésticos. André Loiselle, académico cinematográfico en Estados Unidos, declaraba para el documental Zombiemania (1985): “La genialidad de Romero está en el uso de esta metáfora que nos muestra que lo que nos controla, realmente, es la necesidad fundamental de usar a otras personas, sus zombis son las masas, quizá la clase trabajadora que se mueve lentamente y ha sido engañada por el capitalismo para que consuma, y en ese proceso ha perdido su humanidad”.
Intrigado por saber qué inspiró a Romero a crear este tipo de historias, averigüé que Night of the Living Dead está basada en el libro de Richard Matheson, I am Legend (1954), la misma que fue llevada al cine en 2007 con Will Smith, y que cuenta la historia de un sobreviviente a una pandemia que hace regresar a los muertos en forma de vampiros, además de que Romero era un seguidor entusiasta de las películas de zombis de los años 30 y 40.
Haciendo un recuento, recordemos que Victor Halperin dirigió la primera película del género con White Zombie (1932), basada en los mitos religiosos de los vudús haitianos, y que contó con la participación del actor Bela Lugosi, un año después de protagonizar Drácula (1931), de Todd Browning. Lugosi se consolidaba como un referente del género de terror. Y a estas películas le seguirían filmes como Revenge of the Zombies (1943) de Steve Sekely; I Walked with a Zombie (1943), de Jacques Tourneur ; Plan 9 from Outer Space (1956), de Edward D. Wood Jr, considerada como la peor película de la historia del cine; King of the Zombies (1941,) de Yean Yarbrough, y The Walking Dead (1943), de Steve Sekely.
México, mi tierra natal, también hizo su parte. El famoso luchador profesional de los años 50, “Santo, el enmascarado de plata”, distinguido –valga el mote- por usar una máscara de color plata, capas largas, brillantes, coloridas y movimientos espectaculares arriba del ring, saltó a la fama internacional cuando participó como actor en más de 50 películas, peleando contra hombres lobo, momias, mujeres vampiro y, por supuesto, contra muertos vivientes. Santo contra los Zombies (1962), de Benito Alazraki, es la historia de un profesor que estaba por publicar un libro relacionado con los zombis haitianos y ha desaparecido. Al mismo tiempo, unos sujetos altos y fornidos, subyugados a la voz de un amo, inician una serie de delitos. Debido a que los policías no pueden detenerlos, recurren a El Santo. Un argumento predecible, puestas en cámara teatrales y deficientes efectos especiales, de serie B y de culto en el género cinematográfico de la lucha libre en México.
Estas películas de zombis de los años 30 y 40 recurrían a la monstruosidad de forma artesanal, sin efectos especiales. Los zombis son personas pálidas, sonámbulas y en su mayoría dominadas por un amo. Estas premisas se rompieron con George A. Romero. En sus películas comenzaron a instalarse las nuevas convenciones del subgénero: los zombis no tienen un amo, se mueven por su instinto de alimentación, están infectados por una pandemia que se desconoce son torpes, por lo que su peligrosidad no reside en su velocidad, sino en su número; e implementó la convención más popular: mueren al atacar su cabeza.
Además de que los filmes de Romero son críticos y contestatarios, su ópera prima se convirtió en la declaración más poderosa de los años 60 sobre los derechos civiles y políticos de los afroamericanos. Criticó la comunicación entre personas en Day of the Dead (1985) y la militarización y la guerra en Land of the Dead (2005). Cerró la saga de películas sobre zombis con Diary of the Dead (2007) y Survival of the Dead (2010). Con el transcurso de los años, sus características han sido modificadas y el subgénero ha sido adaptado al cine, la literatura y hasta en videojuegos, como el de Resident Evil (1996), creado por Capcom para PlayStation.
Entusiasmado, me enteré que el director Paul W.S. Anderson adaptaría dicho videojuego al cine y así llegó Resident Evil (2002), en el que la corporación Umbrella propaga un virus que altera los genes de las personas, convirtiéndolas en zombis, ahora veloces y voraces, y deben ser combatidos por una mujer superdotada. La esencia del cine romeriano se terminó, esta película apostó por la espectacularidad, donde los zombis son enormes monstruos con tentáculos, y algunos son perros.
Dice Gerardo Gil: «Se toma en la forma, no el fondo, los directores y los guionistas no retoman el discurso, simplemente ven ese cine y lo quieren retratar; si aborda el tema político o social es porque es inherente al origen, pero la línea es el espectáculo, el entretenimiento y el blockbuster, ya no tiene este aire contestatario, marginal, en el momento en que pertenece a la industria, es evidente que ya no es lo mismo, y si llega a ser lo mismo, pues ya no es nuevo…”.
Así, siguieron las películas que apostaron por el género, pero abusando de los efectos especiales, como la británica 28 Days Later,de Danny Boyle, sobre un virus animal que es propagado por un laboratorio en Londres, causando efectos devastadores en los siguientes 28 días. Un filme que abandona a los zombis torpes y lentos por unos con capacidades físicas extraordinarias, incorporando espectacularidad y brutalidad en las escenas. Dentro de esta nueva tendencia de zombis, hay algunos filmes que, en lo personal, podría destacar. Por ejemplo World War Z (2013), la adaptación de la novela homónima de Max Brooks, llevada al cine por Marc Foster. La raza humana está siendo sometida por zombis veloces, fuertes y astutos. Brad Pitt personifica a un experto de las Naciones Unidas que, con el fin de resguardar a su familia, debe recorrer varios países para encontrar una solución a la pandemia. Cientos de miles de zombis invaden el mundo. Película con buen ritmo, interesantes efectos visuales, buen manejo del suspense y de los personajes. Sin duda, una de mis favoritas.
El director coreano de animación, Yeon Sang-Ho, abordó el tema de los zombis en la película animada Seoul Station (2016), y ese mismo año estrenó la continuación en un filme live action, Train to Busan (2016). Una pequeña fuga en un laboratorio de biotecnología infecta a algunas personas que abordan un tren. El viaje se convierte en una lucha por la supervivencia. El director Sang-Ho consigue generar tensión en los vagonesdurante toda la película y lo hace de manera efectiva. Los pasajeros son traicionados por su soberbia y destacados por sus valores sociales. Un filme de horror, que no niega las influencias hollywoodenses de Danny Boyle y Steven Spielberg.
Los realizadores españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza entregaron la que para mí debe estar entre las mejores películas de horror de todos los tiempos: REC (2007). Una joven reportera acude con su cámara a un servicio de emergencia de bomberos en un edificio de departamentos, cuando son encerrados por una cuarentena que ha convertido a los vecinos en zombis. La oscuridad, los gritos, los personajes infectados y la técnica de filmación, al estilo Blair Witch Project (1999), consiguen aterrorizar al espectador de principio a fin. Me parece que su mayor acierto fue que no conocemos con precisión el origen de los zombis, premisa que se rompe en sus secuelas que resultaron fallidas.
Y si se trata de burlarnos de los zombis, vale la pena ver Zombieland (2009). Rubén Fleischer realizó una mezcla de comedia de humor negro, una road movie y una cinta de horror, en la que unos jóvenes con diferentes complejos y temperamentos deben decidir entre traicionarse o confiar en sí mismos para sobrevivir al Apocalipsis zombie. Es tan sangrienta como entretenida. Los zombis no son solo torpes, sino también estúpidos y el cameo a Bill Murray es un completo agasajo.
No existe con exactitud un origen etimológico de la palabra zombi. Según la Real Academia Española de la Lengua, es una persona que se supone muerta y es reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad, además de un ser atontado que se comporta como un autómata. Hoy, a 20 años de aquel primer acercamiento, podemos hablar ya de los zombis como un género consolidado en la industria cinematográfica, con más de 250 películas en todo el mundo. Me atrevo a decir que es el género de horror por excelencia. Tan solo el portal más consultado en estadísticas de la industria, Internet Movie Database (IMDB) registra 4491 títulos de series, cortos y largometrajes para cine y televisión que en su argumento abordan el género zombi.
Decía George A. Romero (1940-2017): “Prefiero a los zombis antes que a las personas”, así que no perdamos nuestra humanidad.
Buena crónica del gusto por un género
Yo no soy para nada fan de las películas de zombies, pero no sabía que había tanta historia detrás de estas. Hay algo que sí me llama la atención de estas tramas: el hecho de que sea el humano quien produce un virus que provoca la «enfermedad». Excelente reseña.
Amigo te felicitó por el texto. Vaya que expresarse en nuestra lengua da mucha más libertad. Pero sobre todo gracias por poner pasión a algo que amas balanceado con una muy acertada infornación.
Un recorrido descriptivo sumamente interesante. El gusto por el género conlleva varias lecturas y nada mejor que el cine para llevar nuestra mente a replantearnos de dónde surge esta fascinación, qué reflejan estos «muertos» deambulando entre los vivos, etc. Excelente reseña que de manera amena, ligera pero para nada superflua rescata elementos clave de este tema. Felicidades.
Excelente acercamiento al mundo cinematográfico de los zombies, Muchas gracias, Óscar Balleza.