Críticas
Un desorden bendito
El orden divino
Die göttliche Ordnung. Petra Biondina Volpe. Suiza, 2017.
Una película suiza sobre la lucha femenina para obtener el derecho al voto parece ser una paradoja. Es difícil imaginar que en uno de los países más avanzados y desarrollados del Primer Mundo, que sistemáticamente aparece en el principio de la lista como de los mejores países para vivir, hasta hace relativamente poco hubiera tantos obstáculos para que las mujeres obtuvieran el derecho al voto. El primer referéndum sobre el sufragio femenino tuvo lugar allí en febrero de 1959, pero fue rechazado por la mayoría (67%) de los hombres suizos. Después de doce años, en febrero de 1971, por fin “todas” las mujeres obtuvieron el derecho al voto en las elecciones federales, aunque habría que esperar hasta 1991 para que en los cantones del país pudieran votar en las elecciones locales. Suiza fue, entonces, el último país europeo (aparte de Liechtenstein) que concedió a las mujeres el derecho al voto. Le siguieron los últimos 28 países asiáticos y árabes donde todavía las mujeres no tenían ese derecho.
El orden divino cuenta la historia de un grupo de mujeres suizas de un pintoresco pueblo montañoso que, antes del segundo referéndum y bajo el liderazgo de una joven ama de casa, Nora (Marie Leuenberger), se declaran en huelga para convencer al público a votar en favor de los derechos cívicos para las mujeres. El título se refiere a lo establecido por la Biblia: “las mujeres deben permanecer calladas en la sociedad”, “la igualdad de los sexos es un pecado contra la naturaleza” y “las mujeres en política va contra el orden divino”. Varios personajes declaran este tipo de “verdades”, incluso la señora Wipf, que no solo está en contra del sufragio sino también a cargo de Comité de Acción de Anti-Politización de Mujeres. Según el orden divino, entonces, el lugar de la mujer es el hogar donde limpia, cocina y sirve a los hombres, y tiene hijos para no aburrirse, mientras el hombre debe ganarse la vida, y después del trabajo, puede leer el periódico, beber cerveza y estar servido por las mujeres.
Según la directora y guionista Petra Volpe, cuando las mujeres comenzaron a reclamar su derecho al voto, el público lo consideró algo casi antipatriota, un movimiento antisuizo. Volpe explica: “El argumento [fue] que nos iba bien. Las mujeres parecían estar bien. La economía marchaba. ¿Para qué vamos a cambiar?”. Por intuición, Nora entiende para qué es el cambio. Cuando enseña a sus hijos sobre el Pacífico, comparándolo al mundo contemporáneo, dice: “El Pacífico es hogar de una gran cantidad de peces. Y aquellos que viven justo en el fondo nunca vieron la luz del sol. ¿Podéis creerlo? Hay todo tipo de criaturas increíbles que viven en absoluta oscuridad y silencio (…) No tienen idea de que hay luz solar más arriba”. Cuando pronuncia estas palabras, se pone seria, triste y pensativa. Sin embargo, la directora asegura que “no quería hacer una película seria, que se viera como otra película feminista triste que nadie va a ver. Quería atraer al gran público a las salas para que vieran esta película que habla de injusticia, de los derechos humanos, del valor, todos, temas universales. No quería que fuera solo relevante para los suizos, sino también para la gente de otros países”.
Al tratar sobre discriminación contra las mujeres, la película se inscribe dentro de una ola de feminismo que, en los últimos años, de nuevo lucha contra la objetivación de la mujeres, por sus derechos fundamentales, tales como idéntico salario por idénticos puestos de trabajo, el derecho al aborto, tratamiento igualitario, incluso el derecho a la educación en algunos países, por citar unos pocos ejemplos. Es inconcebible comprender como en el siglo XXI las mujeres todavía tienen que defender sus derechos, sobre todo en los países más desarrollados del mundo. Pero las apariencias engañan. “Creo que [en Suiza], en el fondo, aún hay un sexismo muy arraigado”, reconoce Volpe, y añade: “Seguimos teniendo unas ideas muy estrictas de cómo deben ser las mujeres y como deben ser los hombres. Es un problema muy serio y una situación que llevará tiempo cambiar”.
Es importante que este tema mundial se refleje en el cine, más aún porque la película ha sido dirigida por una mujer. Por lo tanto, es alentador ver que tanto el film, como la directora y guionista Petra Volpe y la actriz principal Marie Leuenberger hayan recibido reconocimiento. En total, obtuvieron doce nominaciones y diez premios en los festivales de cine, incluso el premio del Mejor Cine Global Internacional en el Festival de Cine en San Diego, en 2017. La película fue propuesta a Mejor Película de Habla no Inglesa en la 90.a ceremonia de entrega de los Premios Oscar, pero no resultó nominada.
Dicho esto, hay que reconocer que en algunos momentos, casi se cae en viejos convencionalismos, al enfocar solo aspectos femeninos superficiales, como una visita a la peluquería, las compras o ignorar el potencial intelectual que las mujeres tienen y que no las empodera suficientemente. Por otro lado, gracias a la espléndida mise-en-scène que desde los créditos iniciales y a lo largo de la película sitúan la trama en los años setenta, no se puede olvidar que estamos casi medio siglo atrás y hay que reconocer que en esos tiempos la valentía de Nora hubiera sido una situación que le hubiera podido costar su familia.
Tal vez el tema y el mensaje más importante de la película es que, aún hoy, necesitamos la valentía y el respeto a nosotras mismas, como los que una mujer media como Nora alcanza y que no nos falte la solidaridad entre las mujeres que se unen en una lucha común contra la opresión, que aún sigue siendo bastante evidente.
Tráiler:
Ficha técnica:
El orden divino (Die göttliche Ordnung), Suiza, 2017.Dirección: Petra Biondina Volpe
Duración: 96 minutos
Guion: Petra Biondina Volpe
Producción: Zodiac Pictures International
Fotografía: Judith Kaufmann
Música: Annette Focks
Reparto: Marie Leuenberger, Maximilian Simonischek, Rachel Braunschweig, Sibylle Brunner, Marta Zoffoli, Bettina Stucky, Noe Krejcí