Reseñas
Cine por encima del formato
Parece ser que nos volvimos exigentes con ciertos requerimientos técnicos, desde el paso del VHS al DVD y ahora con los brutales televisores inteligentes que vienen acompañados de un equipo de sonido envolvente que emula al cine. ¿Acaso la experiencia sensorial de disfrutar una película es superior a las emociones que trascienden en nosotros?
A principios de este año, Netflix adquirió los derechos de Annihilation para su transmisión en el extranjero. La película fue estrenada en salas de cine de Estados Unidos, pero no tuvo el éxito comercial esperado; de hecho, la película dirigida por Alex Garland fue casi un fiasco en la taquilla. Por este motivo, la productora Paramount accedió a vender la cinta y al cabo de unas semanas, estaba disponible en todo el mundo. Pero tampoco fue tan bien recibida y se sumó a la lista de fracasos en el género de ciencia ficción que, con tanta insistencia, produce Netflix.
La desgracia de Annihilation, según medios especializados, como IndieWire, sienta sus bases en la opinión de los enfadados cinéfilos que tuvieron la oportunidad de verla en cines, y que consideran que dicha experiencia no se compara con verla en una pantalla chica. Solo me lleva a intuir que el aspecto que calificaba a la película como increíble se sostenía, en su totalidad, en la experiencia edulcorada por la pantalla grande, acompañado de un exagerado diseño de sonido. La película que transcurre en un universo paralelo, creado por la mutación genética de los seres vivos, se limita a ser un maravilloso catálogo de efectos especiales y sonoros, donde la excusa perfecta para justificar su fracaso es comparar la experiencia en el cine versus verla en tu casa. ¿Acaso la magnitud de detalle percibida en una pantalla gigante versus la pantalla promedio de un televisor es determinante en la calidad la película?
Si retrocedemos un poquito más, en el Festival de Cannes 2017 fue presentada la película Okja, dirigida por Bong Joon Ho y producida por Netflix. La película desató polémica, ya que su estreno no se dio en las salas de cine, sino que pasó de Cannes a Netflix. Directores como Almodóvar se proclamaron en contra de premiar a una película que no se vería en el cine. La compañía de streaming cuyo alcance abarca 190 países del mundo, respondió que es mejor que una película se vea en una pantalla chica a que no se vea.
Hace un par de días, nada más, la multipremiada película Roma, dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón, fue estrenada en el primer Festival de Cine Zapatista “Puy ta Cuxlejaltic”, en la comunidad de Oventik, en Chiapas, al sureste de México. Se estima que unas dos mil personas asistieron a la proyección de la película en un espacio techado convertido en sala de cine. El mismo Cuarón colaboró en la realización del festival y, en conjunto con el equipo de producción de Roma, trasladaron algunos equipos para hacer posible la exhibición. Llevar la película a aquella colonia en medio de las montañas, motivados por la única necesidad de que ese público tuviera la oportunidad de verla, se sobrepuso a cualquier exigencia de imagen o de sonido. El auditorio se conmovió.
Además del público zapatista, solo críticos de los más prestigiosos festivales internacionales de cine, como Venecia o Toronto, han visto Roma, y en condiciones bastante opuestas. Los rumores dicen que ciertas salas de cine fueron modernizadas para la proyección de la película en formato 4K (cuatro veces la resolución estándar de un televisor smart) con un sistema de sonido Dolby Atmos, compuesto por 10 canales, creado para generar un ambiente inmersivo. Los críticos la alabaron.
En México, el estreno está previsto para el 21 de noviembre, pero solo en selectas salas de cine independiente, y para el público restante estará disponible en la plataforma de streaming Netflix el 14 de diciembre. Esto quiere decir que la gran mayoría de nosotros verá la película en nuestros dormitorios, salas o, incluso, celulares. Tanto Netflix como Cuarón son conscientes de esto.
El rédito económico de Roma no provendrá de las boletas de cine vendidas, ni de la cantidad de visualizaciones que tendrá la película. Al parecer, la industria de cine también está mutando a un nuevo modelo que, paradójicamente, deja al margen las salas de cine. En este caso, la única posibilidad de ver la película será por streaming y bajo las condiciones técnicas dispares de sus millones de usuarios, sin tener control ni garantía alguna de calidad. Alfonso Cuarón, al igual que Bong Joon Ho, pone en realce la importancia de hacer accesible la película para el público de todo el mundo.
Cuando cierto tipo de cine comercial carece de contenido, la estrategia infalible para asegurar el éxito de taquilla es rellenar esos vacíos con exageraciones visuales y sonoras, apuntando a un público que asistirá al cine no por la película en sí, sino por la experiencia que solo la sala puede ofrecer. Hace unos días, se estrenó el avance oficial de Roma, y así como las 400 mil personas que visualizaron el video en YouTube, estoy segura de que la gran mayoría de ellas lo hicieron a través de sus teléfonos móviles, quizás con auriculares, quizás no. ¿Era necesario ver el tráiler en una sala de cine para sentir la potencia del relato cinematográfico de Cuarón?
Cuando la calidad de la imagen o del sonido percibido en la sala de cine es el único comentario posterior a hacer después de ver una película, el cine está incompleto. Una película no se define por su modalidad de estreno ni por sus especificaciones técnicas que acompañan la sinopsis a modo de ficha técnica. La manera en que el espectador siente una película es mucho más importante a la manera en que vive una película. Si el espectador siente la historia, queda impregnado de emociones que le transmite el relato. Y estas son las películas que repercuten en nosotros.
En menos de un mes, así como la gran mayoría del mundo, veré Roma en mi casa. Las condiciones no serán las idóneas para los estándares de como fue concebida la película, pero la veré como Cuarón quiso que la veamos, y es que la veamos, nada más, y nos emocionemos con su historia, porque al fin y al cabo, el cine se disfruta por lo que es, no por cómo lo ves.
Tráiler de Roma: