Críticas

Culpa y redención entre falsas apariencias

The Guilty

Den skyldige. Gustav Möller. Dinamarca, 2018.

Cartel de la película The GuiltyPremio al Mejor Guion en la Seminci, Premio del Público en el Festival de Sundance y premio del público, Premio del Jurado Juvenil y mención especial del Premio VPRO Big Screen en el Festival de Rotterdam. Estos son solo algunos de los galardones cosechados por The Guilty en su participación en los más relevantes festivales internacionales desde su estreno mundial, al inicio de este año, en el Festival de Sundance. Una trayectoria impecable para una película que teje un oscuro y lúcido retrato sobre el lastre que supone el angustioso y duro sentimiento de culpa y sobre la necesidad de exculparse.

Asger Holm es un ex oficial de policía. Ha sido relegado a un puesto de operador telefónico, dentro del servicio de emergencias. Una noche, mientras presta servicio, recibe la extraña llamada de una mujer. De la conversación consigue averiguar que ha sido raptada. La mujer ha realizado la llamada desde el interior de un vehículo y desconoce hacia dónde se dirige. A partir de este momento, dará comienzo el rastreo, por parte del ex oficial, para ayudarla. El tiempo y su pasado juegan en su contra.

The Guilty está escrita con gran inteligencia. Un guion estructurado a partir de conversaciones telefónicas y momentos de dilación, un monitor y un móvil personal suministran la información para que la historia avance imparable hacia su destino. Realizada con el mínimo de recursos posibles; filmada en un único emplazamiento, la comisaría, que consta de dos despachos, y ningún exterior. Un dominio brillante sobre el espacio y el tiempo, entre los cuales se alza un puente, el fuera de campo, que se convierte en protagonista. Este recurso narrativo es utilizado hasta el extremo, en un trepidante juego de información cifrada propuesto al espectador, que tendrá aquí su mayor reto. El thriller, en realidad, juega contra los códigos que definen el género y, de algún modo lo reformula. Esto es así, porque surca los senderos del estatismo y el dinamismo a partes iguales. Estatismo, debido al único emplazamiento en que transcurre el relato, y dinamismo, porque una narración pocas veces habrá logrado tanto con tan poco y gozado de la fuerza conseguida en esta comisaría, alcanzando elevadas cotas de tensión y expectación durante todo el filme.

Fotograma de The Guilty

Conviene entretenerse en la figura del increíble fuera de campo. Este recorre toda la película, de principio a fin, propagándose como un abismo sobre ella, como si se tratara de un precipicio en cuyo borde, a punto de caer, se encuentra este ex oficial, Asger, que lucha con su pasado. Gustav Möller crea una intensidad y energías inusuales, a partir de una historia donde el protagonista apenas se levanta de su silla unas cuantas veces, y la acción mostrada se reduce a atender el teléfono. Sin embargo, la película se colma de ricos matices. Los ingredientes introducidos en la coctelera para configurar el fuera de campo son tres: el interior de la comisaría, espacio visible y espejo de lo que sucede en el exterior, un tiempo de ochenta y cinco minutos de metraje y el sonido, que atribuye cuerpo físico a este recurso narrativo. Ante la ausencia de música, el paisaje sonoro creado para describir lo que sucede al otro lado del teléfono, en las conversaciones telefónicas que atiende Asger, se erige como un mosaico sonoro calificado de excepcional, porque Möller hace visible un mundo oculto durante todo el metraje con lo mínimo.

El tiempo diegético y extradiegético coinciden. El relato sucede en el transcurso del final de la jornada de trabajo de Asgar; es decir, vivimos la acción al mismo tiempo que el personaje. Pero el planteamiento de Gustav Möller es más complejo, porque se produce un juego de espejos, donde, en realidad, su pasado es reflejo del presente. Así, elabora una diabólica y elegante metáfora sobre la figura del personaje, completando información que no se ofrece del todo. El pasado de Asger es lo suficientemente ambiguo, definiéndose tan solo lo justo como para entender lo que está sucediendo. Es en ese resquicio de ambigüedad, donde la película se convierte en una narración en presente del pasado del protagonista, como si de un flashback encubierto se tratase. Es decir, el personaje no conoce su destino, pero tampoco parece que haga caso de su experiencia. Se intuye que su pasado vuelve a arroparle de nuevo, volviéndose contra él.

El culpable

Este genial filme habla acerca de la prudencia y la necesidad de contrastar antes de disparar; ahonda en la necesidad de confrontar hechos, observaciones, testimonios, todo lo cual no nos puede influir de un modo decisivo sin contextualizarlo, debiendo juzgar los hechos antes de tomar decisiones. La tesis de la película demostraría que las apariencias pueden resultar contrarias a la realidad. Este es el motivo por el que Gustav Möller pone en tela de juicio a su personaje, obligando a considerar la idea de si debería abandonar el puesto que ocupa y salir a la calle, o no. Con independencia, al final solo habrá una vía para salir del callejón sin salida donde se encuentra Asgar, olvidar el sentimiento agridulce vivido esa noche y conseguir la redención personal.

 

Tráiler:

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Ficha técnica:

The Guilty (Den skyldige),  Dinamarca, 2018.

Dirección: Gustav Möller
Duración: 85 minutos
Guion: Emil Nygaard Albertsen, Gustav Möller
Producción: Nordisk Film
Fotografía: Jasper Spanning
Música: Carl Coleman, Caspar Hesselager
Reparto: Jakob Cedergren, Jessica Dinnage, Omar Shargawi, Johan Olsen, Maria Gersby, Jakob Ulrik Lohmann, Laura Bro, Katinka Evers-Jahnsen, Jeanette Lindbæk, Simon Bennebjerg, Morten Suurballe, Guuled Abdi Youssef, Caroline Løppke, Peter Christoffersen, Nicolai Wendelboe, Morten Thunbo, Anders Brink Madsen

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