Críticas
Retornos celestiales
El regreso de Mary Poppins
Mary Poppins Returns . Rob Marshall. EUA, 2018.
Ahora que soy un abuelo, que tengo cinco nietos, tengo un aprecio especial por las películas del genero familiar. Asistí a El Regreso de Mary Poppins con toda una tropa familiar (esposa, hijos y nietos) y quedé bastante encantado con este musical, donde pudimos recorrer el Londres de los años 1930 en medio de canciones, coreografías, viejas costumbres y esa maravillosa arquitectura que se ha quedado en nuestras mentes de adultos y que bien vale la pena que haga parte del imaginario de las nuevas generaciones. Se podría decir que el filme tiene como asunto central la nostalgia, esa poderosa emoción, ese sentimiento. La palabra viene del griego nóstos (regreso al hogar), y del griego álgos (dolor), que bien describen este sentimiento como el del regreso mental e imaginario a momentos del pasado, que en general, se asocian con la niñez o la juventud en los entornos hogareños y que se sienten con algo de tristeza porque ya no vuelven. De eso, precisamente, se compone la película, que transcurre en un hogar donde los recuerdos son protagonistas constantes.
¿Cómo se define el pasado en términos del presente y del futuro? Utilizando la poderosa magia del cine, se nos ofrece un amplio rango de posibilidades. La película misma y su historia son ejercicios de retorno cíclico en los cuales se plantea que el pasado contiene siembras favorables que van a brotar recurrentes en el presente y en el futuro, como flores de un hermoso jardín, generando sonrisas y acciones positivas. Es la historia de una familia, que ya se había llevado al cine hace 25 años (Mary Poppins, Robert Stevenson, 1964). Sus personajes habían sido niños en esa cinta, en la cual aparece una mágica niñera, Mary Poppins, que los lleva a ellos y a su familia por un mundo de encanto y fantasía, inspirando oleadas de enamoramiento por la vida y de fantasía. En la nueva versión, los dos niños ya son adultos, él, un empleado de banco (y artista que ya no pinta, capaz pero desilusionado), que ha perdido recientemente a su esposa y que no logra superar su tristeza, sometido a un duelo que ni siquiera la presencia de sus niños, alegres e inquietos, contribuye a elaborar. Ella, su hermana, en cambio, es un personaje de ideas fuertes, siempre sonriente y comprometida, dispuesta a ayudar a su hermano y al mundo entero, sin que tampoco logre penetrar las barreras de la tristeza que lo oprimen. Vive con ellos una señora del servicio, persona que aporta orden y sentido común a la familia. En buena parte este cuadro que se acaba de pintar es una nostálgica recordación de original de 1964, como lo será también la historia que se va desarrollando, que, como dice su título, va a incluir el retorno de una fantástica Mary Poppins, protagonizada por la talentosa Emily Blunt, que me parece no desmerece en la difícil tarea de estar en el lugar de Julie Andrews, la primera Mary que se quedó grabada en las memorias colectivas de los amantes del cine.
Es la nostalgia también un viaje a los lugares de antaño, animado por los recuerdos de personajes que dejaron huella. Londres en sí misma tiene ese inexplicable carácter de ser una ciudad que se recuerda. Da la impresión de que todos hemos estado alguna vez cruzando los puentes del Támesis, o contemplando los techos de la ciudad o los alrededores de la catedral de San Pablo, recorriendo callejuelas en medio de la niebla y admirando el Parlamento y su torre del Big Ben, el más fotogénico y mítico de los relojes del mundo. El regreso de Mary Poppins es también el regreso a Londres, especialmente a sus bien cuidados parques, con el infaltable guarda que los protege del desorden ciudadano y con los curiosos personajes que les dan vida y que animan y entusiasman a cualquier niño. Nostalgia también de personajes y oficios que daban encanto a la ciudad y que ya no existen, como el del farolero, que recorría las calles, con su escalera, en el amanecer y en el anochecer, encendiendo y apagando las lámparas de gas de ciudad que la iluminaban; o como el de los empleados de los bancos de antaño, orgullosos y disciplinados, satisfechos de trabajar en tan bellos templos del dinero, a la vez sensibles e insensibles ante las duras realidades humanas de la ruina y de la pobreza.
Es también la nostalgia por los sueños y las nacientes habilidades de la niñez, cuando se quería ser artista o músico, o explorador, o escritor; sueños que se han quedado en segundo plano ante las realidades de tener que conseguir un empleo estable, de enfrentarse a las rutinas del hogar, su sostenimiento y cuidado; sueños que son reemplazados por tristezas y desesperación cuando aparecen callejones sin salida.
¿Qué propone el filme como respuesta nostálgica a las dificultades? Una respuesta que viene del cielo, en la forma de un dulce personaje que baja lentamente sostenido por su sombrilla, con una enorme habilidad para el cuidado de los niños y del hogar, para inyectar novedad en los rutinarios espacios, agotados por el peso de lo que se fue y ya no será, sembrando unas sonrisas confiadas, que no se desaniman ante nada. Una respuesta que viene desde la tierra, simbolizada por una cometa que se eleva, permitiendo que el viento se manifieste con su impetuoso y libre desorden, cometa que contiene el secreto que resuelve los problemas, secreto que no se aprecia pero que los mismos personajes acosados por la problemática y el duelo han colocado en algún lugar que ya no se recuerda. Una respuesta que viene desde la sencillez y la sabiduría de los que viven con espíritu de servicio alegre y responsable. Cuando se está abierto a las señales, el tiempo, misteriosamente, se detiene y deja espacios para que se cumplan los plazos y para que todo tenga sentido.
Nos invitan las metáforas de la película, algunas de las cuales he insinuado, a definir bien las situaciones; a apreciar el entorno familiar y el hogar; a recuperar y a mantener el espíritu de niño inquieto, energético y preguntón; a apreciar a las personas en sus oficios y en su bondad; a no perder el sentido del arte, de la contemplación y de la belleza; a dar caminatas y hacer recorridos por los parques y por los sitios de nuestro entorno, ojalá cantando y danzando, aunque sea en la imaginación; y a sembrar valores familiares, ternura, amistad y fantasía en los niños, para que, bien sembrados, broten siempre, en ciclos perpetuos, en retornos celestiales.
Trailer
Ficha técnica:
El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns ), EUA, 2018.Dirección: Rob Marshall
Duración: 130 minutos
Guion: David Magee, Rob Marshall, John DeLuca. Basada en “Mary Poppins” de Bill Walsh y Don DaGradi y en “Mary Poppins” de P. L. Travers
Producción: Rob Marshall, John DeLuca, Marc Platt
Fotografía: Dion Beebe
Música: Marc Shaiman, Scott Wittman
Reparto: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Whishaw, Emily Mortimer, Julie Walters, Colin Firth, Meryl Streep