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Después de Chernobyl

Fotograma de Llega de noche

La relación del hombre con la naturaleza no es tópico ajeno al cine, ni tampoco las películas que buscan poner en evidencia las consecuencias de las acciones del hombre, quien se enfrenta al medio que lo rodea e intenta explotarlo o dominarlo. Esta dominación del hombre sobre su medio no siempre resulta en consecuencias favorables, ya que el ecosistema puede resistirse a quienes lo invaden. Sobre esta premisa, es aquí donde surge una categoría de películas con gran éxito comercial, tanto en la pantalla grande como en las plataformas de streaming, a veces, incluso en formato de series: las películas apocalípticas.

Este género híbrido integra elementos de la ciencia ficción o el terror con el drama, como el éxito de taquilla Un lugar tranquilo (A Quiet Place, John Krasinski, 2018), hasta dilemas sociales como lo que plantea Bong Joon-ho en Rompenieves (Snow Piercer, 2013), donde cada vagón del tren que transportaba a los últimos humanos de la tierra corresponde a una clase social. De acuerdo con Akrami, las películas apocalípticas son filmes que permiten una especie de catarsis frente a tiempos inciertos, donde los sueños de un mundo idílico son reemplazados por pesadillas de un mundo cambiante y en constante transformación (Harris P. , 2009). Predicciones del fin de mundo ya las hemos escuchado, desastres naturales ya los hemos visto a través de los noticieros, e historias de hambre e incipientes guerras civiles no son ajenas al bombardeo visual constante que nos ofrece, entre otras cosas, la posmodernidad globalizada. Las películas del fin del mundo prometen así un escape que se nutre de aquella sensación de decepción de la era que nos toca vivir.

Dentro de este género, es posible distinguir que estas películas comparten elementos de contenido y puesta en escena que se articulan en estructuras y patrones de configuración, como son un escenario poscatástrofe, los restos de la civilización humana, el derrumbe de las instituciones sociales y/o las fuerzas del bien y del mal, que se disputan los recursos restantes dentro de un futuro fantástico, que lucha por la supervivencia y el resurgir de una nueva comunidad (Harris, 2016). De igual manera, existen diversas corrientes del mismo género. Desde las películas de zombies, ya posicionadas como una vertiente cinematográfica aparte de las películas de desastres naturales, los efectos especiales y las nuevas tecnologías hacen posible la configuración de escenarios catastróficos, donde el cine es capaz de idear contextos imaginarios que empujan al espectador fuera de su zona de confort con narrativas que nos permiten especular acerca de la supervivencia de la raza humana. Es aquí donde los personajes de estas historias, despojados de cualquier control social, establecen nuevas normas de comportamiento y de relación con los demás.

Fotograma de The Survivalist

En The Survivalist (2015), Stephen Fingleton construye un escenario donde la superpoblación humana ha llegado al punto de superar la capacidad de producir alimentos. El resultado, una hambruna crónica que extermina radicalmente la población. En este contexto, un hombre solitario se las ha ingeniado para sobrevivir. Es el Superviviente, quien vive aislado, cosecha sus verduras y protege su granja de una banda de enmascarados que saquean la zona. Su rutina es casi similar al protagonista de ¿Estamos solos? (I Think We’re Alone Now, 2018), de Reed Morano. En esta historia, un evento apocalíptico no descrito en la película ha causado la muerte súbita de toda la población humana. Del, el único superviviente, pasa sus días enterrando los cuerpos y pescando para comer. La vida de ambos personajes se ve alterada con la llegada de un segundo; en el caso del Superviviente, un segundo y un tercero, ya que una madre y su hija aparecen sin previo aviso frente a su casa. Muy a pesar de ambos, alguien más que invade el refugio construido por ellos supone reestructurar la dinámica de su rutina diaria. En líneas similares, Llega de noche (It Comes at Night, Trey Edward Shults, 2017) sitúa a Paul y a su familia en un refugio escondido en el bosque, lejos de cualquier contacto humano como medio de protección frente al brote epidémico de una enfermedad terminal contagiosa que ha asolado el planeta. La familia vive bajo las estrictas reglas de Paul, que prohíbe la entrada y salida de la casa a cualquier hora y limita los horarios de excursiones nocturnas. Una vez más, es la invasión de un tercero, una familia entera, que altera la convivencia y genera fricción.

La palabra apocalipsis, contrario a lo que uno podría imaginar, significa en griego “revelación” o “quitar el velo”. Es en la “acción de descubrir”, donde se nos libra de observar al mundo bajo el velo de la ilusión. Pero la revelación implica que la vida empieza de nuevo. Cuando los bienes materiales que antes representaban nuestras posesiones más valiosas ya no tienen valor alguno, el conflicto viene dado por las necesidades básicas de alimento y refugio. El ser humano debe desaprender lo que había aprendido para ingeniarse en la búsqueda de comida, la construcción de un refugio y, en última instancia, la defensa frente a fuerzas invasoras. El dinero como elemento de intercambio ya no sirve más, pues ese pedazo de papel no se come. Son otros los objetos de valor: las pilas, las semillas, la tierra o un litro de combustible. En En el bosque (Into the Forest, 2015), de Patricia Rozema, es un bidón de gasolina el tesoro más preciado de las dos hermanas, que a fin de cuentas no sirve para nada y solo es motivo para que uno de sus vecinos invada la casa, lo robe y termine abusando de una de las protagonistas.

Fotograma de En el bosque

Pero no solo los objetos mutan de valor. La aniquilación de la raza humana supone además la destrucción de las reglas que antes regían el orden mundial. Las instituciones de control social desaparecen. No hay leyes ni códigos, ni reglas de juego. Aquel contrato social del cual hablaba Jean-Jacques Rousseau, donde los individuos conforman una sociedad mediante un acuerdo que posibilita la existencia de una autoridad, normas morales y leyes ya no existe, porque ya no existe la sociedad. Solo existe uno mismo, y los derechos y deberes se limitan a la individualidad de los protagonistas. Estos crean, a su vez, sus propias leyes, como barreras de protección contra eventuales percances o amenazas del hostil exterior, y también para buscar ordenar el caos inentendible del nuevo mundo. La intromisión, entonces, de un otro a la dinámica del personaje supone el choque de fuerzas antagónicas. Ya no es humano versus naturaleza, sino humano versus humano, ya que el recién llegado (sea una persona o varias) arriba con la carga de imponer su propia voluntad, su interés y sus propios mandatos. La mezcla resultante del encuentro desafortunado es la fuerza motriz que conduce las historias en estas películas y que, a su vez, las hace atractiva por encima del contexto ficticio.

La identificación del espectador se da con el actante dominante, el protagonista, quien a nuestros ojos y sus ojos obra en pos de su bienestar. Desconocemos las intenciones del intruso, pero su mera presencia inquieta y ubica al dominante en un estado de alerta, pues su condición de tal se ve bajo una posible amenaza. La trama se centra, entonces, en la competencia sobre el dominio hacia el otro y lo que este posee, quizás una granja, un refugio idóneo, una casa alejada de cualquier foco de contagio, y nosotros como protagonistas estamos dispuestos a hacer de todo con tal de sobrevivir. Pero la incertidumbre acerca del futuro y la existencia no se desvanece, nada más queda rezagada en un segundo plano.

Fotograma de Estamos solos

El inicio de una nueva sociedad tiene sus dificultades. Parece ser que no hay cabida para muchos, que ponerse de acuerdo se dificulta bastante, pero aún así, en la estructura narrativa de estas historias, luego de la confrontación inicial y aceptación del otro, existe también un periodo impreciso donde las nuevas dinámicas sociales fluyen en armonía. Sí, es verdad que el Superviviente de The Survivalist está alimentándose sobre la base de una minúscula ración dividida en tres o que las cenas en la casa de Paul en Llega de noche son más alborotadas y ruidosas, pero por un breve momento los personajes parecen haber llegado a un acuerdo tácito de convivencia amena, donde disfrutan en cierto grado la presencia del otro, quizás por la nostalgia aquella de esa vida pasada precatástrofe mundial. Esto no dura, pues cuando parece que nos olvidamos de lo que sucede afuera, el exterior amenaza otra vez y, frente a la crisis, es cada quien por sí mismo. Un desliz es suficiente para desestabilizar la paz, como una puerta que quedó abierta.

Hemos sostenido la idea de que los temores de los protagonistas adoptan la forma de otros seres humanos. El Superviviente ve a cada extraño como a un enemigo y Paul, de Llega de noche, no puede dejar de ver a la familia que llega como un peligro. Y con justa razón, porque los otros humanos de afuera, a quienes casi no vemos, pero sabemos que existen, son seres violentos. Sin embargo, lo curioso es que ninguna de las mencionadas películas intentan probar lo contrario, sino más bien afirman las presunciones iniciales. Tras el pasado periodo de fantasía, donde todo marchaba bien en apariencia, los problemas emergen y cobra la vida de alguno de los personajes de la historia. ¿Acaso había que negar refugio o alimento a alguien desamparado? ¿Dónde queda la solidaridad con el otro en tiempos así?

Fotograma de Estamos solos

Si algún personaje no muere, el final mismo es un apocalipsis en sí, una revelación. Luego de quemar, a propósito, la casa donde se escondían para distraer a los demás vecinos, las hermanas de En el bosque huyen al monte. Es en el bosque, valga la redundancia, donde quizás estarán protegidas, lejos de otros humanos. Los personajes de ¿Estamos solos? no mueren, pero Del se enfrenta a un terrible descubrimiento: él no es el único ser humano vivo en el planeta; de hecho, hay una colonia de supervivientes que realizan experimentos neurológicos sobre ellos mismos para borrar la angustia de haber sobrevivido el fin del mundo. Ciegos a lo que el apocalipsis pudo haberles enseñado, ellos buscan volver a vivir como antes, porque no logran adaptarse a esta nueva vida sin la angustia y el pesar de recordar todo lo que perdieron.

¿Qué forma entonces adquiere el fin? Quizás no habría película si es que los protagonistas de los filmes descritos hubieran rechazado la intromisión de esos terceros. Pero lo hicieron, aún a sabiendas del riesgo que corrían. El gran secreto, entonces, no es un mensaje de advertencia, pero sí una postura un poco fatalista, por más que los finales abiertos sugieran un ilusorio rayo de esperanza. Sin importar las causas del apocalipsis, ya sea que se produjo por un experimento fallido o por la falta de comida, o por la irrupción de un virus mortal o, simplemente, por la falta de energía eléctrica, el problema no es el contexto, sino el ser humano egoísta que somete a otro ser humano a sus necesidades y reglas. Si es difícil llegar a un consenso entre pocos, y por cuestiones tan insignificantes como el modo de limpiar las casas de los fallecidos o los horarios permitidos para entrar y salir, ¿no sería imposible hacerlo entre países enteros? Al fin y al cabo, no importa si es uno sobre otro, o un sistema mundial dominante sobre las minorías marginalizadas. Nuestro egoísmo trasciende las fronteras de la realidad y del tiempo, y el cine apocalíptico, con tan poco como un puñado de personajes, llega, casi sin saberlo, a esta conclusión.

FILMOGRAFÍA

Rompenieves (Snow Piercer), Bong Joon-ho, 2013.

The Survivalist (The Survivalist), Stephen Fingleton, 2015.

En el bosque (Into the Forest), Patricia Rozema, 2015.

Llega de noche (It Comes at Night), Trey Edward Shults, 2017.

Un lugar tranquilo (A Quiet Place), John Krasinski, 2018.

¿Estamos solos? (I Think We’re Alone Now), Reed Morano, 2018.

FUENTES CONSULTADAS

Harris, E. A. (2016). The post-apocalyptic film genre in american culture. Tesis doctoral. Leicester, Inglaterra: Universidad de Leicester.

Harris, P. (9 de Agosto de 2009). Hollywood searches for escapism after the apocalypse. Retrieved 16 de Junio de 2019 from Sitio web de The Guardian: https://www.theguardian.com/film/2009/aug/09/hollywood-apocalypse-movies-anxiety

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