Críticas
Áspera y salvaje
Sauvage
Camille Vidal-Naquet. Francia, 2018.
Un chico joven, de rasgos atractivos pero de aspecto magullado, contesta las preguntas que le hace un doctor. Él tiene unos veinte y tantos años y, al parecer, padece de una tos que le ocasiona molestias y dificultades para respirar. El doctor le ordena que se desnude para examinarlo mejor, y así, tan pronto como él yace sobre la camilla, la película cambia de tono: no estamos en un consultorio médico, el supuesto doctor es un cliente y el chico es un trabajador sexual. Así inicia Sauvage, escrita y dirigida por Camille Vidal-Naquet, un retrato de la prostitución masculina callejera en Francia.
La historia se enfoca en Leo, un chico homosexual que vende su cuerpo en los alrededores de un parque. Así como sus demás compañeros, pasa el día posando para los vehículos que transitan por la autopista. Algunos se detienen, otros aminoran la marcha para observar con ojos curiosos los cuerpos exhibidos y, en ocasiones, se llega a acuerdos en la ventanilla del auto. A veces, Leo exhibe más su cuerpo, otras, es uno de sus compañeros el que ofrece a un potencial cliente un servicio en conjunto. Es claro que la prostitución es su único medio de subsistencia, y la calle, el lugar donde se mueve, duerme y rebusca entre la basura algún resto de comida desperdiciada. Entre el frío y la desolación, el crack ofrece un momentáneo consuelo para luego volver a la búsqueda de algún hombre dispuesto a pagar por su cuerpo.
Los encuentros con los clientes que se suceden en espacios interiores se contraponen al mundo exterior. Adentro, puede encontrar los brazos de un afable señor mayor donde descansar, aunque sea un rato, o puede ser denigrado por una pareja de masoquistas. Y afuera, puede tener que dormir en la calle o pasar la noche desvelado, consumiendo alguna sustancia. En este trajín de supervivencia, droga y sexo, Leo se enamora de Ahd, otro trabajador sexual. Pero Ahd es muy distinto a Leo, colérico, agresivo y provocador. Él no besa a los clientes y considera el trabajo que hace como algo momentáneo, mientras espera que un hombre viejo y adinerado le ayude a salir de ese mundo.
La cámara al hombro, frenética y áspera, acompaña los andares de Leo. Los movimientos bruscos le siguen, con un estilo de fotografía documental de paneos y zooms que se adentra en la realidad social de los trabajadores sexuales, pero que a la vez exhibe las emociones y frustraciones de Leo. En los momentos de intimidad, se detiene en él para advertir su vulnerabilidad, quien se acurruca a dormir como un niño o pierde noción del tiempo, mientras contempla y escucha el ruido calmo del movimiento de las hojas que se sacuden con el viento. Así como observa el rostro de Leo, también guarda distancia como si estuviera salvaguardando la privacidad que no tiene; un momento con un cliente se observa desde un plano general del mismo modo que se muestra un encuentro amoroso. Opacado por el ruido de los vehículos, la conversación no se escucha, pero se percibe, a través de los gestos, el abrazo afectuoso entre él y un hombre con el cual entabla una relación.
Sauvage significa salvaje, palabra que puede referirse al carácter de Leo, un sobreviviente que duerme donde puede, roba manzanas para comer y toma agua del desagüe pluvial de la calle. Pero salvaje también puede ser inhumano o cruel, por cómo vive y las cosas que le van sucediendo, tan terribles que ponen a prueba su resistencia física y emocional. Las escenas de sexo, lejos de ser eróticas y carnales, adquieren una brutalidad física donde los cuerpos parecen articularse dentro de la maquinaria de venta del deseo; el cuerpo de Leo se subyuga a satisfacer las necesidades de un comprador, quien en su carácter de tal asume un rol de superioridad que le permite demandar obediencia, sometimiento y, en el peor de los casos, violencia. En la negociación, a veces queda afuera el respeto y la consideración, y Leo llega incluso a ser víctima de sadismo y violaciones.
Porque salvaje también es el mundo dónde está Leo y las condiciones de vida que le toca sobrellevar; bajo las noches de vida en la calle, se vislumbra la fragilidad de un personaje que decide poco o nada de lo que sucede con su integridad y cuerpo. Lo que puede decidir se limita a un precio, una cantidad de tiempo, o a acceder o no a una propuesta de viaje. Pero el riesgo todo lo abarca, y es imposible huir de la incertidumbre del mañana y el peligro de hoy. Como los aviones que Leo y sus amigos observan despegar, al fin y al cabo, él solo está buscando un lazo afectivo que lo transporte lejos de la calle y palie la soledad que enfría más que la oscuridad. Tal como lo afirma Ahd, Leo está hecho para ser amado y recibir amor.
Este lado humano que se va construyendo a lo largo de la película contradice lo indomable del relato, su protagonista, su estilo narrativo, la suciedad y el hambre del entorno donde se mueve Leo, para descubrir en lugares inesperados la franqueza de una sonrisa, el calor de un abrazo y el cobijo de un amigo. Porque Sauvage es brutal y explícita, desafía sostener la mirada, pero encuentra afecto donde puede, al igual que su protagonista, que lo impulsa a seguir luchando. Sin caer en una mirada condescendiente ni ofrecer un final convencional ajeno a la realidad de ese mundo o incluso al personaje retratado, Vidal-Naquet en su ópera prima es salvaje y sensible, una mezcla agridulce que expone y se libera.
Trailer:
Ficha técnica:
Sauvage , Francia, 2018.Dirección: Camille Vidal-Naquet
Duración: 97 minutos
Guion: Camille Vidal-Naquet
Producción: La Voie Lactée / Les Films de la Croisade / Centre National de la Cinématographie (CNC)
Fotografía: Jacques Girault
Música: Romain Trouillet
Reparto: Félix Maritaud, Eric Bernard, Nicolas Dibla, Philippe Ohrel, Marie Seux, Lucas Bléger, Camille Müller, Jean-Pierre Baste