Críticas
Nuestro plano secuencia de cada día
1917
Sam Mendes. Reino Unido, EUA, 2019.
A veces uno se pregunta qué tienen algunas películas que de la nada, y de repente, aparecen a último momento y sorprenden a crítica y público. Es el caso de 1917, la nueva obra de Sam Mendes, sólido realizador que cuenta en su haber con cintas premiadas como American Beauty (1999) y Camino a la perdición (Road to Perdition, 2002) y dos excelentes films de la franquicia Bond, Skyfall (2012) y Spectre (2015), que ha captado la atención y generado la admiración inmediata del mundillo del cine con valoraciones, a mi juicio, no del todo justificadas.
Su nueva apuesta, que tiene aspectos muy positivos, y otros, cuanto menos, inocuos, tiene su basa fundamental en el virtuosismo técnico de prácticamente todos sus rubros, algo que, a estas alturas de la evolución de los portentos tecnológicos al servicio del séptimo arte, no debiera sorprender. Es más, es exigible esa perfección para cualquier producto cinematográfico moderno.
Su punto más alto, hay que destacarlo, radica en la fotografía de Roger Deakins, que luego de un trabajo milimétrico de planificación de rodaje en exteriores, en donde hubo que considerar clima, intensidad de luz, nubosidad, etcétera, consiguió imágenes superlativas por las que, seguro, obtendrá el Oscar al que fue nominado. Las visiones casi oníricas del pueblo francés en ruinas, con juegos de luces espectrales, son destacables. Su talento ya se viene perfilando desde películas como Prisioneros (2013), Sicario (2015), Blade Runner 2049 (2017) y las mismas cintas de 007.
Pero la reina de la fiesta es la estupenda ejecución de la técnica del plano secuencia. Es ya vox populi que 1917 se rodó en dos planos secuencia, aunque en realidad son varios más, lo que no le resta valor al recurso. Sí resulta más cuestionable que los responsables del film hayan utilizado esa falsedad para su promoción. Hubiera sido más honesto aclarar que había más de uno, y nada habría cambiado. De todos modos, la herramienta se emplea con inusual maestría y logra su objetivo: que la película sea una travesía de dos cabos del ejército británico por los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial para cumplir una misión: llevar un mensaje al comandante de un regimiento para que detenga un ataque planificado para el día siguiente, y con ello, evitar su aniquilación en manos de los alemanes, que habían simulado una retirada para hacerlos caer en la trampa.
Entrevistado por Fotogramas, Mendes confesó que 1917 no es una película bélica, sino un thriller, donde la guerra es una excusa para el suspense y el horror, y al compararla con Salvando al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998), sostuvo que la obra maestra de Spielberg se basa en el montaje de escenas de combate, de guerra pura, extraordinariamente bien rodadas y con un impacto inigualado, pero que 1917 es diferente, se basa en la longitud de sus planos secuencia y en los principios del thriller. Por ello, la escena final del ataque, pese a su estética épica, decepciona a quienes esperaban una batalla espectacular.
Asumir el riesgo de filmar en planos secuencia largos es una apuesta de lenguaje cinematográfico que denota coraje y compromiso con una idea, que hace que la película sea más que nada el seguimiento de las desventuras de los dos protagonistas, la exploración bélica, la visión de las trincheras, los cráteres inundados de agua y con cadáveres putrefactos, ratas por doquier, desolación y mugre, ubicando al espectador en tiempo y espacio, hundiéndolo en el barro para padecer el drama en carne propia. Mendes se jugó todo a la imagen y explicó que la película fue diseñada como una experiencia no solo visual, sino de música y sonido. Es su obra y tiene el derecho.
Pero allí radica, casi con exclusividad, la virtud de 1917. Y es ahí donde los aciertos del film se detienen.
En primer lugar, es una historia que ya vimos muchas veces (en Gallipoli, de Peter Weir, con un Mel Gibson muy joven, se contaba un hecho muy parecido), llena de clichés del cine bélico (aunque no lo sea) evitables, como el diálogo entre los soldados en el interior del camión, imitando burlonamente la dicción de uno de sus jefes. Así que aquí lo importante no es lo que se cuenta, sino cómo se lo cuenta. Puede gustar o no, pero que 1917 esté nominada a Mejor Guion Original es injusto. La historia no termina de enganchar, no seduce, porque no importa, porque el film está planeado como una experiencia sensorial, una demostración de despliegue y virtuosismo técnico, como experimentación autoimpuesta, y no mucho más. Por eso, el desenlace, insulso y anodino, deja sabor a nada. La película se torna aburrida por momentos, en especial al inicio, durante los excesivos minutos que se malgastan en la caminata de los dos cabos por las trincheras de su regimiento, previo a salir a la misión.
Se le elogia la ambientación y puesta en escena bélica como algo superador en términos estéticos y artísticos, pero películas como Sin novedad en el frente, Senderos de gloria, Alas e, incluso, Caballo de guerra han plasmado esos aspectos con similar autenticidad y crudeza. Nada nuevo.
Muchas de las circunstancias que suceden suenan inverosímiles, pero la crítica en general las ha minimizado bajo el manto de la magia del cine. Por lo mismo, a otros cineastas se los ha destrozado sin miramientos.
George MacKay y Dean-Charles Chapman cumplen como los dos cabos protagonistas, pero sus personajes apenas se delinean, otra vez, porque esa no era la intención. Igual que las fugaces apariciones de secundarios como Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch, absolutamente intrascendentes. Es usual, en los análisis de las películas que compiten por el Oscar, que los críticos denosten a las que omiten la caracterización de personajes. Pues aquí se disculpa con justificaciones raquíticas, complacientes o, acaso, interesadas. Quizás porque Sam Mendes es otro de esos niños mimados de Hollywood, a los que todo se les perdona, hagan lo que hagan.
Ficha técnica:
1917 , Reino Unido, EUA, 2019.Dirección: Sam Mendes
Duración: 119 minutos
Guion: Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns
Producción: Amblin Partners, Dreamworks, Neal Street Productions
Fotografía: Roger Deakins
Música: Thomas Newman
Reparto: Dean-Charles Chapman, George MacKay, Colin Firth, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Andrew Scott, Claire Duburcq, Pip Carter, Andy Apollo, Paul Tinto, Billy Postlethwaite
Me pareció muy emotiva, logra su objetivo que como toda peli es contar y atrapar al espectador en una historia vertiginosa y creíble!, Con buenas actuaciones y espectacularidad de recursos técnicos y visuales, que más se puede pedir, el final es desesperante y muy logrado!
Mucho porno