Críticas
El precio del martirio
Vida oculta
A Hidden Life. Terrence Malick. EUA, 2019.
Como es habitual, el año 2019 vio el estreno de un puñado de películas ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial con historias reales o ficticias, enmarcadas en la contienda bélica que caló hondo en la historia de la humanidad. Pareciera que, antes del siglo XX, el ser humano nunca fue partícipe de semejante crueldad, de enfrentamientos a escala global con bombas atómicas y una consecuente destrucción masiva, ni mucho menos se creía capaz de llevar a cabo la matanza sistematizada y el genocidio de un colectivo, mediante un régimen totalitarista. No es sorpresa, entonces, que dicho periodo siga suscitando relatos humanos que, de alguna manera, rememoran el pasado como un comentario de advertencia al contexto político actual o, bien, como la perpetuación de la memoria colectiva a través de héroes anónimos, cuyos actos pasaron al olvido. En este sentido, en un registro antónimo a la comedia Jojo Rabbit (Taika Waititi, 2019), Vida oculta, la última película de Terrence Malick, retrata la vida de Franz Jägerstätter, un granjero católico austriaco que se negó a jurar lealtad a Hitler y al Tercer Reich.
Franz y Fani Jägerstätter son campesinos que viven con sus hijas en el pequeño pueblo de Sankt Radegund, donde pasan el día trabajando la tierra bajo el imponente paisaje de las montañas alpinas. Pero el idilio de su matrimonio y de la vida tranquila en la granja se ve amenazado por el vuelo de los aviones que invaden el cielo de Radegund. Estamos en el año 1939 y, con la unión de Austria a la Alemania nazi, el apoyo al nazismo era mandatorio, tanto como la participación de los hombres en la Segunda Guerra Mundial. Y así, sin opción ni alternativa, Franz se alista para servir al ejército.
Pero, durante su entrenamiento, Franz no resulta tan dócil ni crédulo como sus compueblanos, y el adoctrinamiento nazi al que es sometido tiene el efecto contrario, pues se vuelve crítico hacia este régimen insaciable, que arrasa con pueblos enteros y destruye todo a su paso, en pos de una supuesta paz. Vida oculta quiebra con violencia el tono del relato, con imágenes de archivo de Hitler, como salpicones de realidad que contextualizan lo obvio y remarcan el horror de la guerra y la idolatría hacia Hitler. Estas imágenes, que ya las habíamos vislumbrado en el inicio del film, guardan poco o nada de relación con la atmósfera apesadumbrada que construye Malick, pero el fugaz montaje frenético de estos noticieros de guerra resulta determinante para Franz; mediante estas imágenes, él decide oponerse al nacionalismo cargado de odio. Es así como inicia la guerra de un hombre que se embarca en una lucha de resistencia, valiéndose únicamente de sus creencias para sostenerse en contra de su pueblo, su iglesia y el mismo gobierno, que se amoldan bajo la sombra del ciego fanatismo.
La cámara de Malick adquiere una corporeidad física, una presencia permanente que se mueve y se desplaza por los pastizales de trigo y sus personajes arando la tierra. El movimiento, ligero y acompasado en correspondencia con la banda sonora, fluye entre los andares de Franz, sus conversaciones con el sacerdote del pueblo, los momentos de refugio con su esposa y los inevitables roces con la policía y el ejército nazi. Es verdad que la utilización de lentes de gran angular deforma los rostros de una manera inusual e incómoda, pero este acercamiento excesivo posibilita una mirada íntima, que abarca el cariño de un abrazo, el disgusto de una mirada o las manos cansinas que amasan el pan, a la vez que el ángulo de visión es tal que permite la invasión de los solemnes paisajes montañosos en la narrativa de la historia. Esta dialéctica entre lo ínfimo de un gesto y el macro entorno preponderante dentro de un mismo cuadro corresponde a la idea central de Vida oculta, ¿es insignificante o no la resistencia de un hombre?
De la misma manera, es palpable la intención de Malick de incluir un sinfín de voces para hablar de la fortaleza del espíritu, tal como, en lo visual, la fotografía lo abarca mediante movimientos y lentes. Así, el tratamiento sonoro ignora, por momentos, balbuceos en alemán o gritos de dolor para rendirse al silencio o elevar otros sonidos, que ignoran una búsqueda realista y se aproximan a una intención lírica de diálogo interno y externo entre Franz y aquellos personajes que desafían su lucha obstinada. Las cartas, narradas en off, entre Franz y Fani evocan el recuerdo de la vida sencilla, a la vez que pone en desafío la decisión de vida que tomó Franz. Mientras transita diversos lugares de encierro, él se aferra del amor hacia su familia y de su fe para no sucumbir ante la presión violenta. Como es de esperar, la posición que el granjero asume, acarrea consecuencias terribles, pero él se mantiene firme, a pesar de la incesante insistencia por parte de terceros de que sus actos son triviales y, para los ojos de los demás, una demostración egoísta.
Desde el transitar constante de la cámara y sus personajes hasta la utilización de voice over sobre el montaje, o el ritmo y la duración, es innegable que Vida oculta está empapado de los recursos visuales y sonoros típicos de la poética cinematográfica de Malick, recursos que el director ha usado y explotado a lo largo de su filmografía. Sin embargo (o incluso -a pesar de-), los cuestionamientos que se esbozan aquí adquieren una preponderancia por encima de la forma, que realzan el valor de una persona frente a una maquinaria destructiva.
Basada en hechos reales, Vida oculta rinde homenaje a aquellos héroes ignorados que, mediante hazañas individuales, se atrevieron a enfrentarse a los nazis, nada más y nada menos, pero también suscita un cúmulo de preguntas en torno al precio de nuestras acciones y el valor del martirio. ¿Soy capaz de poner en sacrificio el bienestar de mi familia por mis propias convicciones? ¿Sirve para algo la inmolación, si nadie lo recordará ni tampoco cambiará el curso de la historia? ¿Tendríamos el valor de hacerlo si nos tocara a nosotros?
Tráiler:
Ficha técnica:
Vida oculta (A Hidden Life), EUA, 2019.Dirección: Terrence Malick
Duración: 180 minutos
Guion: Terrence Malick
Producción: Coproducción Estados Unidos-Alemania; Studio Babelsberg / Medienboard Berlin-Brandenburg
Fotografía: Jörg Widmer
Música: James Newton Howard
Reparto: August Diehl, Matthias Schoenaerts, Valerie Pachner, Michael Nyqvist, Jürgen Prochnow, Bruno Ganz, Martin Wuttke, Karl Markovics, Franz Rogowski, Tobias Moretti, Florian Schwienbacher