Críticas
El eterno ciclo de valentía y de heroísmo a que está apuntada nuestra raza humana
Gladiator
Otros títulos: Gladiador.
Gladiator. Ridley Scott. EUA, Reino Unido, 1992.
El Imperio romano estará en las mentes de las personas y, por lo tanto, en el cine por muchos años. Es una fuente inagotable de historias, de epopeyas heroicas y de traiciones miserables, de conquistas épicas y de derrotas abrumadoras, de guerras y de paz, de literatura, poesía y humanismo; de comportamientos mesurados y explosivos. Nuestros idiomas, nuestras leyes, muchas de nuestras costumbres, las naciones mismas de Europa, del norte de África y el occidente de Asia son en buena parte herencia de las provincias y de las conquistas romanas. Por todo ello y mucho más tenemos Imperio romano para rato en el cine y en nuestra cultura.
Gladiador dio continuidad, en su época, a varias famosas y premiadas películas sobre el imperio romano, notablemente La caída del Imperio romano (Anthony Mann, 1964), Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) y Ben Hur (William Wyler, 1959) y toma de ellas escenas e historias. De hecho, el director comentó que Espartaco y Ben-Hur fueron parte de su juventud (como ocurrió también para muchos de nosotros, veteranos amantes del cine). Ridley Scott se imaginó a su filme, producido casi en los comienzos del nuevo milenio, como una fuente de inspiración para que los públicos se acercaran al Imperio romano en uno de sus momentos de gran poderío militar y filosófico, bajo el emperador Marco Aurelio y en el inicio de la decadencia, bajo el comando desastroso de su hijo Cómodo.
La trama es muy atractiva e ingeniosa. En ella, el protagonista central, Máximo, recorre todos los caminos posibles. En los comienzos es un destacado general romano de extraordinarias hazañas, pero que en el fondo de su alma es agricultor, devoto creyente en los manes ancestrales y amante hombre de hogar. Por azares del destino y maliciosas artes de su poderoso enemigo, el nuevo emperador Cómodo, Máximo lo pierde todo, su familia asesinada, su vida y su finca en ruinas. Medio muerto y herido, luego de un intento de asesinato ordenado por el artero emperador, es recogido por una banda de traficantes que lo venden a una empresa de gladiadores de una provincia romana del norte de África, que lo convierte en un gladiador más, uno de tantos que sirven como entretenimiento a las muchedumbres antes de morir en cualquier combate ignoto. Sin embargo, Máximo es un experimentado luchador y experto en combatir, que no se resigna a la muerte y que, poco a poco, va escalando rangos en esta peligrosa profesión hasta convertirse en el más famoso gladiador del Imperio, destacándose en la sede misma de las sangrientas batallas del circo de sangre romano, el impresionante Coliseo, que la película recrea en su momento de máximo esplendor.
¿Qué nos aporta este filme, de manera que valga la pena un reencuentro con él? Quiero destacarlo como un recorrido por los ambientes de la guerra, que nos acercan a las intimidades del combate y de la estrategia, escenificadas en las luchas entre las tribus germánicas y las disciplinadas legiones romanas, a través de una épica batalla en los bosques. Con riqueza de detalles apreciamos las armas y los artilugios militares que se utilizaban del lado romano; ballestas, espadas, lanzas, catapultas, bolas de fuego, caballería, carretas y perros, escudos que se usan en perfecta formación, elegantes cascos, corazas y uniformes. Todo animado por el liderazgo decidido de generales que luchaban junto con sus hombres, que estaban pendientes de cada suceso. En contraste, las tribus germánicas solo disponían, según la historia que se nos cuenta, con su impetuosa y desordenada valentía, carentes de máquinas de guerra y de estrategias, siendo de esperar su segura derrota en la lucha con los romanos, como en efecto sucede.
Pero este es el cine y el guion que se ha seguido. Obviamente, no eran tan sencillas las cosas para los romanos en sus continuas luchas contra los pueblos vecinos al Imperio. Con frecuencia, el enemigo causaba estragos inmensos, y las conquistas siempre se encontraron con límites imposibles de vencer, siendo necesario al final establecer fronteras y negociaciones, dando lugar a una paz inestable e insegura que permitía a los grandes emperadores, como Adriano y Trajano, descansar de tantas batallas y lograr dejar sus huellas de gobernantes en la mítica ciudad.
El momento histórico, en verdad, se dio. Existieron el emperador Marco Aurelio, su hijo Cómodo y su hermana Lucila; existieron las guerras germánicas y en ellas lucharon los dos emperadores. Pero el filme acomoda bastante libremente las vidas de Cómodo y de Lucila en Roma y las intrigas del emperador contra el Senado, mostrando en el joven emperador a un personaje siniestro e inseguro, cuyas mayores artes eran la traición y los espectáculos de circo romano, con los cuales mantuvo el favor del pueblo. El objetivo buscado en la película es hacer de él el antagonista en la historia de Máximo, lo cual se logra exitosamente con la estupenda actuación de los tres actores que encarnan a estos personajes.
Un novedoso acercamiento hace el filme a la vida íntima del general Máximo. Es un hombre sencillo y devoto, que tiene un altar en su tienda de campo, con figuras votivas que representan a su familia y a sus ancestros, a las cuales se encomienda antes de la batalla; en más de una ocasión, estas imágenes se retoman, lo cual naturalmente nos identifica con el personaje, nos lo humaniza y nos genera empatía, sentimientos todos importantes para que los espectadores aprecien la saga y se interesen por ella. Como está muy bien contada la película y enriquecida con aventuras y sobresaltos, tiene los elementos requeridos para que se convierta en un filme atrayente: melodrama, giros inesperados, desafíos imposibles, lucha entre el bien y el mal; intriga, traición, heroísmo, valentía y mucho movimiento.
Es que es agitada y movida la vida de los gladiadores, personajes valientes y dignos, resignados, en general, a su desafortunado destino de esclavos bien alimentados, bañados en la gloria fugaz de sus espectáculos de combate cuerpo a cuerpo, que se entrenan sin descanso, trabajando en equipo, quizás colaborando con aquel que algún día los matará. Se los muestra en sus barracas conversando y comiendo, entrenándose con espadas de madera y de verdad, sufriendo golpes y humillaciones. El filme nos acerca a las vidas de algunos de ellos, a sus nostalgias y recuerdos familiares y los de sus terruños que, seguramente, no volverán a ver. Pero ante todo, nos sumerge en sus luchas cuerpo a cuerpo, con todo tipo de lances y de terribles golpes de astucia y de violencia. Nos llevan estos abundantes momentos del filme Gladiator a pensar en el eterno ciclo de valentía y de heroísmo a que está apuntada nuestra raza humana, que la ha llevado a desperdiciar las vidas de tantos en un espectáculo que ojalá se limitara a las películas, en vez de tener que ser actuado una y otra vez en las calles, en los campos de batalla, en las vidas de los bandidos que destruyen y de los militares y agentes del orden que tratan de contenerlos; de los conquistadores y de los conquistados.
Trailer:
Ficha técnica:
Gladiator / Gladiador (Gladiator), EUA, Reino Unido, 1992.Dirección: Ridley Scott
Guion: John Logan, William Nicholson, David Franzoni
Producción: Douglas Wick, David Franzoni, Branko Lustig, Terry Needham
Fotografía: John Mathieson
Música: Hans Zimmer, Lisa Gerrard
Reparto: Russell Crowe, Joaquín Phoenix, Connie Nielsen, Oliver Reed, Derek Jacobi, Djimon Hounsou, Ralf Möller, Spencer Treat Clark, Richard Harris, Tommy Flanagan, Tomas Arana, John Shrapnel, David Schofield, Sven-Ole Thorsen, David Hemmings, Giannina Facio, Giorgio Cantarini
La frase del final es espectacular sin Rusel Crowed no hubiese sido lo mismo.