Críticas
Escalar a la cima
La camarista
Lila Avilés. México, 2018.
Lila Avilés es una actriz mexicana que siempre quiso ser cineasta y ahora ya puede decir que lo es. Tras hacer unos pinitos dirigiendo un par de cortometrajes y un documental de mediometraje, Nena (2017), la directora por fin rodó su primer largo. El impacto que ha tenido en México una película como La camarista, de bajo presupuesto y formato independiente, ha sido bastante grande, llegando incluso a representar a este país en la carrera por el Oscar a la mejor cinta extranjera. Tal vez el éxito de una película como Roma (Alfonso Cuarón, 2018), protagonizada por una mujer de raíces indígenas, que es sirvienta de una familia burguesa, haya abierto un cierto camino para el público mexicano.
Partiendo de un libro de la fotógrafa francesa Sophie Calle sobre hoteles, Avilés comenzó años atrás a desarrollar una historia en la que buscaba hablar de la ausencia y de cómo los objetos y pequeños detalles nos pueden contar mucho sobre las personas que habitan un espacio, en este caso, las habitaciones de los hoteles, y cómo las camaristas (limpiadoras, camareras de piso o kellys, en otros países) a través de esa información, reconstruyen el perfil de una persona a la que muchas veces no conocen ni pueden llegar a ver.
Comparto con Avilés ese pequeño homenaje al detalle, a la observación, al cuidado y el orden que profesan estas grandes profesionales, en su inmensa mayoría mujeres, y que puede pasar inadvertido, pero a mi modo de entender, la narrativa de esta película se fue haciendo más grande y se convirtió también en un documento visual sobre la clase trabajadora, sus condiciones, sus preocupaciones, su lucha y sobre lo imperceptibles que pueden llegar a ser para los demás, aquellos que ostentan una mejor posición en la escala social y que los invisibilizan como si no existiesen o no fuesen personas como el resto. Añado, de paso, que nunca he entendido por qué mucha gente, cuando va a los hoteles, se vuelve más sucia y desordenada y te explica que para eso ha pagado y que ya se encargará el personal del hotel. Esa actitud despectiva queda muy bien reflejada en la propuesta de la cineasta.
La película de Avilés sucede en un 99% del tiempo dentro de las paredes de un hotel y su protagonista, Eve (Gabriela Cartol), muy joven pero ya con un hijo, llega al extremo de quedarse a dormir en un rincón del hotel porque ni tiempo tiene a veces para trasladarse a su casa después de la larga jornada laboral y tratando, como hace, de estudiar para prosperar en la vida. Pero su futuro se nos divisa tan gris como los espacios que recorre en ese hotel de lujo, cuyas vistas y mejores zonas están reservadas solo para los clientes. Prohibido detenerse ante las ventanas.
Dentro de ese hotel lujoso y luminoso para unos, asfixiante y opaco para otros, encontramos todo un entramado jerárquico de trabajadores, en los que los de arriba ejercen su poder sobre los de abajo sin piedad y donde la escalada hacia la cima se practica sin miramientos. Ley de vida.
Atención merece el cuidado trabajo de fotografía y el encuadre de los planos, buscando siempre el mejor ángulo para narrar desde una única posición de cámara lo máximo posible.
Una película como La Camarista nos hace reflexionar sobre el concepto de libertad que reside en cada uno de nosotros. Su amplitud, muchas veces, depende desde donde nos hallemos situados. Para Eve subir de la planta 21 a la 42 y tener mejores vistas forma parte de su sentir libre y de su escalada hacia la cima, aunque siga transitando por las zonas más grises de la planta.
Tráiler:
Ficha técnica:
La camarista , México, 2018.Dirección: Lila Avilés
Duración: 102 minutos minutos
Guion: Lila Avilés, Juan Carlos Márquez
Producción: Coproducción México-Estados Unidos; La Panda / Amplitud / Bambú Audiovisual
Fotografía: Carlos Rossini
Reparto: Gabriela Cartol, Teresa Sánchez, Agustina Quinci, Alán Uribe