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Little Fires Everywhere
El sueño americano es uno de los principales elementos de propaganda sobre los que se erige la idealización de la sociedad estadounidense ¿Quién no ha escuchado a algún compatriota repetir el inicio del enunciado “porque en Estados Unidos…”, siendo completado con alguna presunción de lo que sería la vida ideal, según los estándares occidentales de consumo y bienestar? Como ya nos ha demostrado Michael Moore en gran parte de su filmografía, la sociedad norteamericana dista bastante de esa idea de perfección, de plenitud, de realización personal que se ha difundido a lo largo del siglo XX, especialmente luego de que Estados Unidos se estableciera como el país más poderoso del planeta, tanto en el plano económico como en el costado bélico. En este contexto, Little Fires Everywhere llega en un momento, en el que las grandes productoras de Hollywood se están replanteando su rol en la sociedad, reescribiendo su postura histórica con una fuerte impronta feminista y antirracista.
Publicada en 2017 por la escritora estadounidense Celeste Ng, la novela Little Fires Everywhere fue adaptada como miniserie por Liz Tigelaar para la plataforma Hulu, con las mismísimas Reese Witherspoon y Kerry Washington como productoras. Una de las principales diferencias entre miniserie y novela reside en el hecho de profundizar las diferencias entre las dos principales protagonistas, agregando a las cuestiones de clase planteadas originalmente otros temas como el racismo y la sexualidad. En estos aspectos se constituye el principal eje de conflicto, ya que por un lado, tenemos a una mujer blanca, hipermetódica y estructurada, tanto en su vida como con su familia, mientras que por el otro, nos encontramos con una mujer de color, madre soltera de una adolescente, junto a la que vive una vida nómade dentro de un auto viejo. La decisión de caracterizar de esta manera a ambas protagonistas es un gran acierto de Tigelaar, ya que no solo le agrega suspense al relato, sino que pone de manifiesto ciertas cuestiones sociales que se suelen esconder y postergar.
Mia Warren (Kerry Washington) y su hija Pearl (Lexi Underwood) llegan a Shaker Heights, un suburbio de la ciudad de Cleveland, en búsqueda de un alquiler temporal. Allí se encuentran con Elena Richardson (Reese Witherspoon), la dueña de una casa que en un principio no quiere rentar de ese modo temporal, pero que repentinamente cambia de parecer y prácticamente obliga a Mia a concretar la operación. Ante la insistencia de su hija Pearl, Mia accede y se mudan a su nueva casa. Aquí comienza la obsesión de Elena de forzar la relación con Mia y, a pesar de su reticencia, sus vidas se van entrelazando cada vez más, especialmente a través de las amistades que Pearl establece con los cuatro hijos de los Richardson. Luego de preguntarnos el porqué de muchas de las motivaciones de ambas protagonistas, la miniserie busca respondernos varias de estas cuestiones con un capítulo que construye sus pasados de una manera un poco tardía. Estas preguntas probablemente estén relacionadas a lo que podemos presumir como una reacción desmedida de Mia respecto a una disputa legal que se convierte en una contienda moral relacionada al clasismo, el eje principal de antagonismo entre ellas.
Si hay algo para destacar en esta miniserie es el trabajo de Whiterspoon, que logra caracterizar a su personaje de una manera magistral, interpretando todos los matices y cambios que sufre durante todo su desarrollo. Por su parte, Kerry Washington se encuentra a su nivel, aunque en un momento comience a repetir con gran insistencia un gesto que parece procurar una mezcla de rencor, odio y tristeza que no creo que esté relacionado con su interpretación, sino con la dirección y orientación que se buscó darle en un inicio a su personaje. La relación entre ellas y todos sus hijos adolescentes es uno de los disparadores del desenlace, que no sería posible de no ser por el trabajo impecable de Underwood y Megan Stott, quien interpreta a Izzy, la menor de los Richardson. Aunque en un segundo plano, el resto también está a la altura, incluyendo a Jade Pettyjohn, encarnando a Lexie; Gavin Lewis, a Moody; Jordan Elsass, a Trip; y Joshua Jackson, al esposo de Elena, Bill.
Es evidente que las productoras estadounidenses han identificado la invisibilización histórica de cuestiones de raza y género y buscan readecuar su discurso a través de mensaje concientizadores, como los de Figuras Ocultas (Hidden Figures, Theodore Melfi, 2016), Green Book (Peter Farrelly, 2018) o la muy reciente serie Lovecraft Country (Misha Green, Jordan Peele, 2020). Y no quiero olvidar mencionar la serie Hollywood (Ian Brennan, Ryan Murphy, 2020), que busca reescribir su historia desde una perspectiva que también involucra cuestiones de raza y género. Little Fires Everywhere cumple con su cometido de interpelarnos respecto a las temáticas que aborda, quizás enrendándose bastante al buscar exacerbar ciertas situaciones, pero dejándonos un mensaje claro, conciso y, por sobre todas las cosas, muy valioso.