Críticas
El dinero no vale tanto
Black Beach
Esteban Crespo. España, 2020.
¿Qué hay mejor que una película supere tus expectativas? ¿No disfrutáis de lo inesperado cuando os deja una sensación de esperanza, renovación, vitalidad, sorpresa, frescura? Pues os invito a ver Black Beach, porque la imagen que transmite con el título y con el tráiler no es del todo cierta. En un principio puede parecer que es la combinación del típico thriller político al que estamos acostumbrados y acostumbradas con una película de acción constante. Pero para entender verdaderamente lo que quiere expresar Black Beach es imprescindible escuchar, observar, entender y empatizar con los protagonistas. El drama íntimo tiene un peso muy importante en la historia y en el mensaje de la misma, y si no recibe una especial atención por parte del espectador, la película puede acabar resultando fría y distante. Cuando es todo lo contrario.
Y no podría ser de otro modo cuando la dirección está a cargo del español Esteban Crespo, cuya ópera prima fue Amar (2017), que se convirtió en un éxito independiente debido a la estructura narrativa, el lenguaje cinematográfico y, obviamente, su lado íntimo. Ya es algo que le caracteriza. Con bastante carrera de cortometrajes a sus espaldas, Estaban Crespo fue nominado al Oscar al Mejor Cortometraje en 2014 con Aquel no era yo, un relato sobre un niño soldado africano narrada en dos líneas temporales.
Esta vez vuelve a África para contar la historia de Carlos (Raúl Arévalo), un hombre de negocios que viaja allí para ser mediador en un secuestro de un ingeniero de una petrolera americana y así conseguir ser socio de una empresa multimillonaria. En teoría no tiene por qué tener más dificultades de lo que una negociación supone, pues conoce al secuestrador de cuando años atrás estuvo de cooperante para Naciones Unidas en ese país. Pero uno no puede pretender que ha olvidado por completo esos ideales, valores y utopías que tuvo en un pasado. Y las decisiones se complican.
El filme está protagonizado por Raúl Arévalo, uno de los mejores actores del panorama español –Los girasoles ciegos (Jose Luis Cuerda, 2008), Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013), La isla mínima (Alberto Rodríguez Librero, 2014), Tarde para la ira (Raúl Arévalo, 2016), Cien años de perdón (Daniel Calparsoro, 2016)… entre muchas otras-. Y aunque ha demostrado esta categorización interpretativa (piel de gallina, sobre todo, con su comunicación no verbal), Candela Peña destaca sobre los demás –Kiki, el amor se hace (Paco León, 2016), Pieles (Eduardo Casanova, 2017), Hierro (Jorge Coira, 2019), La boda de Rosa (Icíar Bollaín, 2020)…-. Encarna a Alejandra, una voluntaria que lleva viviendo en África desde que era joven, cuando conoció a Carlos y entablaron amistad. Ahora, él le ha contratado para que le ayude a moverse por el país y le proporcione toda la información que crea que le puede servir de ayuda para el caso. ¡Candela la interpreta con tanta soltura y naturalidad que te envuelve en un cálido abrazo de emociones!
Aparte, Ale es un ejemplo de personaje femenino: es resolutiva, atrevida, valiente, independiente, con personalidad, carácter… y sin ella, Carlos no podría haber realizado ni una cuarta parte de su misión en África. Es de agradecer que hayan optado por una cómplice mujer. Al no haber trama amorosa entre ella y Carlos, bien (o en este caso, “mal”) podrían haber elegido que fuera un “Alejandro” en vez de una “Alejandra”.
Carlos y Ale, entre corrupción y conspiraciones a gran escala, viven una persecución que impacta. Las secuencias de acción golpean al espectador. Las carreras -en coche y a pie- y los disparos llenan de intriga, suspense y nerviosismo el ambiente. Lo logran con el montaje y el buen ritmo de los planos y las escenas; con la fotografía (increíbles imágenes en dron, cámara en mano, diferentes puntos de vista…); y con los exteriores. ¡Y qué exteriores! La escenografía es uno de los puntos fuertes de este filme: la reproducción de los poblados africanos y de la cárcel Black Beach no tienen desperdicio. No hay mejor manera de situar al espectador en la trama. Es más, gracias a esta cárcel de Malabo podemos presuponer que se ambienta en Guinea Ecuatorial, aunque no se diga en ningún momento durante la película.
Aunque el terrorismo, los negocios, los gobiernos corruptos, las mujeres y el alcohol puedan parecer la parte central del relato, no son lo más importante. Si solo se busca una película de acción, se sentirá insatisfacción porque es insuficiente -aunque poderosa y un inmejorable clímax-. Black Beach va más allá y retrata una trama personal propia del delicado Esteban Crespo. Solo te involucrarás en la historia si sientes esa conexión emocional, esa mirada de Carlos que para el tiempo y te hace viajar y recordar. Si conectas con ese lado humano, el nivel de inmersión te sorprenderá. Incluso querrás viajar a África aún siendo consciente de su realidad. O te darás cuenta de que ese vacío que sentiste al volver a la rutina tras un período fuera de tu zona de confort es porque nos alientan para salir de ella, pero no nos enseñan como volver a entrar.
Tráiler
Ficha técnica:
Black Beach , España, 2020.Dirección: Esteban Crespo
Duración: 110 minutos
Guion: Esteban Crespo, David Moreno
Producción: David Naranjo Villalonga, Lazonafilms, Macaronesia Films, Scope Pictures
Fotografía: Ángel Amorós
Música: Arturo Cardelús
Reparto: Raúl Arévalo, Candela Peña, Melina Matthews, Emilio Buale, Paulina García, Luka Peros, Amber Williams, John Flanders, Kristof Coenen, Jimmy Castro, Bella Agossou, Julius Cotter, Fred Adenis, Olivier Bony, Babou Cham, Fenda Drame, Jose María Chumo, Claude Musungayi, Dairon Tallon, Teresita Evuy, Lidia Nene, Mulle Jarju Salvador, Aída Wellgaye, Sabrina Lopez Leonard
No se entiende el final
No supera las expectativas, por el contrario es un argumento flojo, no se entiende bien, solo puedo conjeturar.