Críticas
El arte de vivir entre las bombas
Para Sama
For Sama. Waad al-Kateab, Edward Watts. Reino Unido, 2019.
Un documento cruento, pero exento de salvajismo. ¿Dónde está el límite? Al- Kateab nos muestra los sucesos en su resultado; aunque no los veamos, podemos adivinar la crueldad del accionar militar. Apreciamos las consecuencias: personas muertas y heridas. Si bien, nos impresiona, encontramos un atenuante que vuelve el producto emocionalmente digerible. Los horrores de la guerra son expuestos desde una perspectiva de atención y cuidados médicos. El filme está más enfocado hacia el honor del compromiso social, que a la explicitación de los combates. No se observan soldados, si bien se mencionan y están cerca, solo alcanzamos a divisar algún avión bombardero. La propuesta refuerza lo humanitario, y, desde allí, toma nota del gran esfuerzo realizado por médicos y personas comprometidas con la revolución, en aras de salvar vidas y mantener una existencia lo más “normal” posible; en especial para los niños. Un acceso a los hechos, cámara en mano, nos permite estar cerca de una realidad que nos sitúa ante la fortuna y su ausencia. Niños que, sin haber sufrido heridas, traen algún hermano muerto; nos llevan a pensar en un macabro juego de azar que puede “llevarse” a cualquiera. Sin embargo, la misma cámara también registra la contracara, el esfuerzo por vivir una vida “normal” dentro de la anormalidad. El contrapeso necesario para resistir: el calor del compartir en comunidad, la boda, el embarazo, etcétera. Formas de disimular la crisis, que retorna nuevamente con cada muerto o herido.
El filme está dedicado a Sama, una niña de pocos meses que nace en medio de los bombardeos de Alepo. Al Kateab es su madre y registra las condiciones de vida en los hospitales de la ciudad donde su marido presta servicio en favor de la revolución. Abundan las imágenes de Sama, y los cuidados que le son prodigados, en contraposición a las muertes de varios niños. Nuevamente, el azar hace que las circunstancias golpeen a unos en lugar de otros; nadie está a salvo.
El ingenio para introducir lo lúdico, en medio de los relatos parentales, genera una conciencia, que permite transitar la niñez estrechando lazos con la ciudad. Hay un sentimiento de pertenencia trasmitido de padres a hijos a partir de la interacción familiar. Esto hace que el peligro se experimente de manera diferente, el temor es atenuado por un sentimiento del deber, que justifica la permanencia en el territorio. Así experimentan la guerra los pobladores de Alepo.
Un documental necesario para conocer una parcela de la realidad siria, pero también, un ejercicio pedagógico y de exculpación. La realizadora contará con un material sólidamente adherido a la exaltación de fuertes valores humanitarios y de compromiso con los principios. Podrá educar a su hija bajo esas premisas, a la vez que reforzar su convicción acerca del correcto proceder. La pregunta que haría a Sama es: “ ¿me culparás por quedarme o me culparás por marcharme?” Incertidumbre que la embarga en retrospectiva. Parecería que la producción del documental cumple con la finalidad de contar con un documento, que permita evacuar dudas mediante el registro de lo sucedido.
Egoísmo versus altruismo y sentimiento de comunidad, temas que atraviesan fuertemente el documental. La importancia de una vida con principios que, además, opere como ejemplo ante los hijos. La reproducción de un modo de ser de acuerdo a principios, que separan al individuo de impulsos egocéntricos promotores de seguridad y tendientes a la autoconservación. No deben olvidarse los sufrimientos y necesidades del prójimo.
El riesgo puede formar parte de la vida cuando se justifica en la búsqueda de la libertad y el bien común. Ideas que se desprenden de un ejercicio cinematográfico espontáneo, que retrata la indefensión y el sufrimiento humano, de forma descarnada, con una cercanía que trasmite familiaridad. Un acostumbramiento nervioso pretende mostrar sin pudor la realidad en todos sus términos; denota la presencia frente al que lo necesita. La cámara en mano se acerca y se mete entre los cuerpos para registrar y acompañar el sentimiento humano, en términos de sufrimiento, pero también, de una alegría necesaria, como fórmula compensatoria dirigida hacia el sostenimiento de la vida.
El despliegue de mecanismos de defensa maníacos es persistente, se activan para sortear la preocupación por el peligro que el horror presagia. La boda de Waad y Hanza lo demuestra: “nuestra música sonaba más fuerte que las bombas que caían afuera”. Una manera de negar el riesgo, la importancia del armamento es minimizada, en el afán de mantener una vida “normal”, donde se pueda acceder a lo deseado y disfrutable como contrapeso de la desgracia. El ritual de pasaje hacia un trayecto nuevo, que legitima la experiencia actual como camino hacia el futuro. El matrimonio se juega como una modalidad ritual diferente, cumple dos funciones: la tradicional, sumada a la convalidación de la defensa de la revolución, como camino de libertad; faceta excluyente de otras opciones. Un plano general del amanecer , en medio del sonido de las bombas, antecede al festejo matrimonial, es como un renacer, como una promesa de continuación en la lucha frente a un anhelado nuevo día que traiga el cambio. La importancia viene dada por la noción de unidad, una contribución a la seguridad, que ambos intentan lograr por la unión en el rito matrimonial, como confirmación de obligaciones mutuas. Triunfan los principios, en medio de una cámara vivaz que los convalida desde todos los ángulos posibles, Los planos oscilan entre cercanos y algún picado, que bien puede llevarnos a pensar en el riesgo, pero también,en la protección,. La realidad y la fe, como juego de opuestos provenientes de la altura, suelen hacer irrupción en circunstancias hostiles.
Para Waad, la filmación incluye la posibilidad de la exculpación mediante la justificación. La duda es doble, no sabe si Sama la comprenderá y tampoco si su obrar fue moralmente adecuado, dado que expuso la vida de su hija. El documental está sostenido por ese conflicto interior, la realizadora puso en riesgo la existencia de Sama desde que la concibió en estado de guerra. Ahora, convive con cierto sentimiento de culpa que busca mitigar.
Un filme cautivante, con un estilo que involucra la cámara por todas partes, como si no quisiera perderse fragmento alguno de la realidad. Waad conserva el respeto en la integración de la niña al documental, en términos actuales, pero también, prospectivos. No hay una realidad a ocultar, sino una experiencia promotora de opiniones y toma de decisiones a partir de la reflexión. Su valor no caducará. Veremos que opina Sama. Al- Kateab se expone protegida en sus propias convicciones.
Un trabajo que defiende el vivir, amparado en lo correcto, como un sentir que catapulta a la acción espontánea. Los riesgos deben ser asumidos en aras de objetivos “universales”, Sama tendrá que comprenderlo.
Tráiler:
Ficha técnica:
Para Sama (For Sama), Reino Unido, 2019.Dirección: Waad al-Kateab, Edward Watts
Duración: 93 minutos
Producción: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; ITN Productions, Channel 4. Distribuida por PBS Home Video
Fotografía: Waad al-Kateab
Música: Nainita Desai
Reparto: Documental