Inmortal

La imagen del I Ching da comienzo a la película. De frente y centrado en primer plano, una voz en off narra el significado del oráculo milenario, y nos dice que ha sido consultado por la protagonista antes de su viaje. La introducción, algo enigmática y sugestiva, anticipa al espectador el carácter místico que tendrá Inmortal, el nuevo trabajo del prestigioso director argentino Fernando Spiner (La sonámbula, 1998; Adiós querida Luna, 2004; Aballay, el hombre sin miedo, 2010; La boya, 2018).

La historia está protagonizada por Ana Lauzer (Belén Blanco), una fotógrafa que regresa a Buenos Aires solo para hacer unos trámites y volver a Roma, donde reside. Su llegada al país la conecta con lazos familiares, principalmente, con el fallecimiento de su padre (Patricio Contreras). Él era dueño de una imprenta junto a un socio, el doctor Benedetti (Daniel Fanego), un científico a quien ella culpa por haber llevado el negocio a la quiebra. Mientras se dirige a la casa de Sara (Elvira Oneto), la viuda de su padre, Ana va sacando fotos de la ciudad hasta ver a un hombre idéntico a su papá. Esa imagen tan vívida la lleva a investigar si lo que vio fue posible o solo el fruto de su imaginación. Los caminos para descubrir la verdad los encontrará con el doctor Benedetti, amante de la física cuántica, quien ha creado un mundo paralelo llamado Leteo, en el que los muertos y los vivos pueden encontrarse. Un proyecto dirigido por Isadora (Analía Couceyro), una mujer peligrosa y poco confiable, que comercializa el lugar. Ana estará dispuesta a cruzar ese lumbral, donde conocerá a Víctor (Daniel Velázquez), y ya nada será igual.

Presentada en 2020, en la Competencia Oficial de Cine Fantástico del Festival de Sitges y en el Festival de Ciencia Ficción de Trieste, en Italia, la película no podía estar ausente dentro de la Sección Oficial Fuera de Competencia del Festival Internacional de Cine de Mar Del Plata, del cual no solo Spiner fue director artístico durante dos años, sino también por haber sido un espacio en el que han proyectado todas sus películas.

En esta esperada ocasión, el director nos acerca a un relato fantástico, donde habla sobre el amor y la muerte en un contexto distópico. Cine de género, como el que acostumbra a manejar, que se acerca a los orígenes de dos de sus películas: La sonámbula (1998) y Adiós querida luna (2004).

 Inmortal contó con el guion de Pablo De Sanctis –con quien trabajó en la serie Bajamar (1996) y en el documental La boya (2018)–, en el cual combina dos tramas. Por un lado, está presente el registro cercano y realista de una Buenos Aires contemporánea e impresa en las fotos de Ana y en los lugares por donde se mueven los personajes; y por otro, la extrañeza cuasi onírica de otra ciudad similar, pero construida en otra dimensión. Un escenario inanimado y solitario, donde viven los muertos llamados “residentes”; sitio, donde la protagonista tomará el rol activo de una heroína aguerrida dispuesta a revivir el amor con su padre.

La estilización de la puesta en escena acompaña y traduce los cambios anímicos que enfrenta Ana, embellecida por la composición de los encuadres, un rasgo característico del realizador, al que suma el trabajo de los efectos visuales, en diálogo constante con los distintos planos sonoros y musicales que la componen. Las imágenes nunca quedan libradas al azar, siempre hay una búsqueda constante de resignificación.

Inmortal logra mantener un clima enigmático dosificado con suspenso y crear una atmósfera en torno a lo incierto, que se ajusta a las leyes de los géneros con los que interactúa. Junto a un gran elenco convocado, la película de Fernando Spinner se permite reflexionar acerca de la existencia, la transformación espiritual y el amor, por sobre todas las cosas.

Tráiler: