Críticas
El poder de la expectativa humana
Fragmentos de una mujer
Kornél Mundruczó. Canadá, 2020.
Sobriedad y profundidad para el tratamiento de un tema que moviliza emociones fuertes. Mundruczó nos advierte de la importancia de lo personal por sobre lo familiar, lo necesario de le construcción de una “narrativa” propia frente a la irrupción de la muerte.
Martha se encuentra en una situación de embarazo a término y decide parir en su propia casa justo en el momento en que su partera de confianza está atendiendo un caso. La profesional opta por enviar a una persona de confianza. El niño nace, pero solo vive unos segundos; el caso es llevado a la justicia a los efectos de que alguien sea responsable por lo sucedido.
La ocasión amerita hacer referencia a la clara diferenciación que hace Aristóteles entre los conceptos de “potencia y acto”. Tenerla presente nos convoca a un ejercicio de realidad que impone lo relativo de una situación esperada con anhelo. La expectativa desmedida aumenta el dolor por una pérdida no considerada en la fantasía. Martha y Sean esperan un bebé, la presencia potencial de un niño que se hará acto cuando nazca, ese será el momento de la verdad, la vida será o no realidad. La falla se produce por poco, unos segundos separan de la muerte; el acto se desvanece y la fantasía se hace añicos. El dolor es grande, se daba por hecho lo que no fue.
Kornél Mundruczó nos conduce sabiamente a partir de puestas en escena que hacen que la casa “hable”; un plano en profundidad nos sitúa fuera de la habitación del bebé y nos muestra todos los preparativos: cuna, mecedora; etcétera. El plano nos sitúa a distancia, esa distancia que nos aleja de la realidad presente, donde las expectativas aun son solo eso. La profundidad de campo nos lleva a asociar la distancia espacial con la distancia temporal mediante la confrontación entre lo presente y lo esperable. Desde fuera de la habitación observamos el mundo interno de Martha; se plasma en la disposición de todo lo necesario acorde a lo esperado: la llegada al mundo de su hijo. Tenemos que disociarnos para entender, la cámara nos ayuda, no debemos identificarnos con el personaje so pena de no comprender lo que sucede.
Al inicio de la película tenemos un cuasi plano secuencia; no llega a serlo por los segundos finales, donde Sean sale a esperar a la ambulancia. Un tránsito por toda la casa en los prolegómenos del parto y hasta su concreción; varios minutos sin un corte, la cámara recorre habitaciones en busca de la experiencia natural de una pareja en el momento del alumbramiento. Los movimientos corporales son más importantes que los detalles, la sensación es de búsqueda de la posición y circunstancia más cómodas, en medio de la inquietud. La cámara es generadora de clima, por momentos casi encima de los personajes, con cortos paneos que exploran el contacto de los cuerpos en medio de la ansiedad.
Tres pasajes más contribuyen a ilustrar la notable utilización de la cámara en planos que nos permiten asociaciones entre espacio-tiempo y vínculo social. Martha va a la cocina en medio de una reunión familiar en casa de su madre. La cámara no va detrás sino que mediante un travelling horizontal la capta, nuevamente en profundidad de campo. Otra vez es la idea de distancia, marca el deseo de aislarse del contexto, no quiere participar del diálogo. Por otra parte, luego tendremos varios planos que ilustran la dejadez de la pareja en momentos de crisis, la casa habla: platos acumulados en la pileta, plantas marchitas por ausencia de cuidados, etcétera. Por último, la salida de Sean del consultorio del médico, a paso rápido, molesto y desconforme con la información recibida, camina por un pasillo tomado en profundidad de campo: nos indica el intento de encontrar la salida que aun se encuentra lejana (los procesos no pueden acelerarse).
Un filme riquísimo en símbolos y detalles sutiles, así como también en conceptos acerca de la experiencia humana. El puente en construcción es mostrado al final completo, es la resolución del conflicto y el restablecimiento de la comunicación familiar. La manzana, en ese juego entre la necesidad de explicaciones, la presencia de un chivo expiatorio que cargue con la culpa y sea castigado. Una modalidad resolutiva que pretende ser impuesta sin respetar vivencias personales. Lo social en la tradición cultural del alivio por la culpa y el castigo, algo que no funciona en la experiencia de quien vive el dolor. La manzana nos introduce en todo eso, para luego cerrar el juego mediante contenidos que apelan a la fecundidad, la armonía con la naturaleza, una segunda instancia rebosante de posibilidades: las semillas, los frutos, el árbol de la vida que da oportunidad sin necesidad de culpas y castigos que operen a la manera de sucedáneos paliativos del dolor.
La narrativa sanadora se hace presente en la vida de Martha, hay una búsqueda en silencio que delata la incomprensión de los demás, e inclusive del espectador, ella sufre para sí, no da explicaciones, no se trata de acciones lógicas que cierren heridas; la salida es personal, humana, no convencional; no se trata tapar algo con otra cosa, sino de atravesar un proceso que sane las heridas sin desconocerlas, sin trasladar el sufrimiento hacia otra parte, como en una operación de trasplante que por arte de magia nos liberase. Para comprender es necesario primero no comprender, Mundruczó nos sitúa del lado de la familia, del lado de la “lógica” de procederes habituales y esperables, justamente, para que lleguemos a entender la posición de Martha. No es el fomento de un partidarismo, sino de un proceso necesario para quien no vive la experiencia. Somos la sociedad que observa; saber no es comprender, esto último requiere un proceso por fuera del sentido común; la experiencia es personal, así debemos entenderlo. La empatía no es de recibo hasta el final, el silencio abre expectativas, el vacío pretende ser colmado de sentido común tradicional distanciado. Habrá una respuesta. La película guía en su construcción, por eso, no debemos ser impacientes e ir plegándonos al ritmo de un proceso gradual y continuo. Es como es la vida, la materialidad no es la respuesta.
Ficha técnica:
Fragmentos de una mujer , Canadá, 2020.Dirección: Kornél Mundruczó
Duración: 128 minutos
Guion: Kata Wéber
Producción: Co-production Canadá-Hungría; Bron Studios, Creative Wealth Media Finance (Productor: Martin Scorsese)
Fotografía: Benjamin Loeb
Música: Howard Shore
Reparto: Vanessa Kirby, Shia LaBeouf, Ellen Burstyn, Molly Parker, Iliza Shlesinger, Jimmie Fails, Domenic Di Rosa, Alain Dahan, Sarah Snook, Ben Safdie, Vanessa Smythe, Sean Tucker, Tyrone Benskin, Dusan Dukic, Noel Burton, Letitia Brookes, Leisa Reid, Joelle Jeremie