Investigamos
Vanguardia española
En el mundo moderno las cosas pueden ser de mil maneras.
Joan Pijoan (1928)
El arte y la cultura avanzan gracias a personas inquietas, valientes e inconformistas que, desmarcándose del pelotón, van delante pese a todo y, con tendencias revolucionarias, rompen una lanza a favor de la innovación.
Ese avance de primera línea, en pos de la búsqueda de nuevos retos, se lleva a cabo por caminos inexplorados en virtud de la capacidad individual del artista que los sondea.
De esta forma, estas novedosas expresiones artísticas se vinculan, surgiendo movimientos vanguardistas en entornos tan dispares en un principio como la pintura, la literatura, el arte y, cómo no, el cine.
Una experimentación en la indagación creativa fue el motor que arrancaba mentes y extremidades de unos artistas autónomos y capaces de transformar el lenguaje plástico y literario, enmarcándolo dentro de nuevas referencias, alcanzando de este modo otro nivel.
El fin más patente, en todas las obras circunscritas a esta corriente, es la originalidad en la exposición de conceptos. El espectador, neófito en estas lides, queda estupefacto a merced de la creación y, todavía hoy, somos capaces de sorprendernos ante tal capacidad expositiva. Esas desafiantes provocaciones, fruto de la libertad de expresión de los artistas, hacen del material, que rompe con todo precedente, un pozo sin fondo para críticos que buscan desmenuzar y analizar estos complejos e intrincados trabajos. Todo un reto para quien esté dispuesto a imbuirse en él.
Pero ir a la cabeza tiene un precio; llegar antes a la meta. Lo original y nuevo es breve, y así son los ciclos vanguardistas, en contrapartida, ocupan un espacio tan relevante que su peso específico resulta abrumador y, sin duda, concebimos la historia gracias a ellos: quien da primero, da dos veces.
Las vanguardias se engloban en dos momentos temporales, a saber, la vanguardia histórica que se enmarca desde la primera mitad del siglo XX hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939) y la segunda ola de vanguardias, cuyo inicio acontece tras la finalización de esta (1945).
La aparición de nuevas tecnologías, el crecimiento económico industrial y la investigación científica, facilitada por un intercambio comercial que acercaba pareceres y culturas, despertó la curiosidad de artistas e intelectuales que vieron la posibilidad de ampliar fronteras tanto física como psicológicamente.
De esta forma, las vanguardias artísticas como la soviética, el expresionismo alemán o el surrealismo francés llegaron a España. A raíz de ello, el creacionismo o el ultraísmo fueron algunos tímidos movimientos que se gestaron en la península.
Además, la creciente transformación social y las tensiones entre clases posibilitaban una mayor libertad al artista que luchaba por avanzar hacia el futuro rompiendo las tradiciones, ese era el camino hacia el progreso.
Irremediablemente se fue quedando cada vez más estancado, la lógica del consumo en la era de la reproductibilidad técnica sesga principios novedosos de originalidad y vanguardia. Ese fue su fin.
Esa «crónica de una muerte anunciada» fue el germen de una auténtica revolución. Un lenguaje original que rompe con toda convención se convierte en incomprensible para un público no ilustrado. Sea como fuere, esta renovación ejerció gran influencia, convirtiéndose en la revitalización de nuestra cultura visual artística y literaria, afectando sobremanera al arte y a la sensibilidad de artistas posteriores.
Estamos ante un cambio de paradigmas, una crisis se avecina ante el impulso irracional de unos soñadores que representan la realidad a través de su imaginación. Son artistas y literatos quienes alzan su voz ante la muchedumbre solitaria, el espíritu de una época se subleva y, expresando temores y expectativas, manifiesta el sentir de toda una población.
Las vanguardias artísticas y literarias se manifiestan en el cine y sin ellas este no habría encontrado cauces ni leguajes propios. Aunque fue una relación de doble filo en la que todos salieron beneficiados, el cine las absorbió de tal modo que acabo imponiéndose.
El papel de las vanguardias históricas es fundamental para su reconocimiento como arte. Construido el discurso visual y textual, a través de la imagen, el desarrollo es imparable.
El cine, hijo de la cultura burguesa, tiende al realismo. Nace como un arte que incorpora la cuestión de la tecnología, la producción y la distribución en masa.
La vanguardia cinematográfica no rompía con tradición alguna, puesto que carecía de ella. Desprovisto de pasado, todo era nuevo, camino inexplorado para mentes ávidas. Miel sobre hojuelas.
Las tímidas vanguardias del panorama cinematográfico español coinciden con la transición del mudo al sonoro. Una original forma de expresión estaba surgiendo, gracias a la cual entendemos el cine en nuestros días.
Al margen de la consolidación de la industria cinematográfica aparecen los interesantes experimentos de unos pocos y es ahí donde detendremos la mirada para comprender mejor.
Esta sí es la historia de un cine que tuvo su movimiento vanguardista peculiar, fugaz, con pocos representantes, pero con trabajos que han servido de guía a generaciones posteriores, tanto dentro de las fronteras peninsulares como allende los mares.
Una nueva y atractiva forma de diversión se presenta con el cinematógrafo, en él se unen arte e industria, vinculando al espectador tanto en la identidad de la realidad mostrada como en el espacio-tiempo donde esta se desarrolla.
Los recursos, técnicas y procedimientos creativos se amplían, esta modificación conlleva, con cambios y matices, la creación de grandes obras, descubriendo otra forma de admirar la realidad. Una realidad vista a través de ojos inconformistas permite percibir las cosas de un modo irracional. Ya lo describió Baudelaire (1821-1867) en sus poemas y lo manifestó Ramón Gómez de la Serna en sus greguerías. La embriaguez desvirtúa la percepción de las cosas. Películas como Esencia de Verbena (Ernesto Giménez Caballero, 1930) representan verazmente esta realidad.
Desprendernos de ideas preconcebidas es quizá la forma más pura de ver. Las vanguardias relativizan, fragmentan y sustituyen. Ese cine-ojo que mira sin tapujos ni pudor, descrito por Vertov (1896-1954) y representado en El sexto sentido (Nemesio M. Sobrevila, 1929) es el ingenuo inicio de una corriente que establece una reflexión metafísica sobre el cine y la mirada. Reducida la distancia estética entre hombre y espectador (Daniel Bell, 1919-2011), éste se sumerge en sus propias emociones.
De modo artesanal y con pocos recursos frente a una población poco docta, fueron Barcelona, Valencia y Madrid los tres puntos cardinales a destacar. Espacio de arte popular se integró en la vida de los españoles en el siglo XX.
A través de la creación de los Cineclubes, un público específico disfrutaba de las primeras experimentaciones presentadas. Con el fin de alcanzar una mayor difusión se establecen proyecciones de todo género que, a pesar de la escasez económica, llegan mejor a la población. De esta forma se llevan al cine acontecimientos populares como las zarzuelas y, alcanzando su madurez estética, se consolida como instrumento de entretenimiento. Manifestación cultural que representa a la sociedad y se relaciona con los movimientos artísticos de la época.
De personalidad propia, muchas de las películas, filmadas con rollos de nitrato de celulosa, fueron irrecuperables, puesto que se perdieron en incendios. Aun así, muchas obras populares, en las que la literatura, la novela o el teatro fueron llevados al cine, se conservan en filmotecas y archivos.
El nacimiento de una nueva alfabetización fílmica asienta referentes atemporales. Músicos, fotógrafos, pintores o escritores encuentran en el cine una magnifica ventana donde manifestar su potencial.
Sentados a la mesa del café del Pombo respiramos vanguardia. Novedades e inquietudes se plantean en unas conversaciones distendidas. Jóvenes rebosantes de inquietud reunidos en torno a ella escriben, sin saberlo, un pedacito de nuestra historia.
Fue Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), escritor y periodista, impulsor de estas reuniones, erigiéndose como figura principal en la animación de la vida literaria madrileña y del movimiento vanguardista que nos ocupa, creando, en este café, una de las tertulias más famosas de todos los tiempos. De esta forma, humores metafóricos y conversaciones serias discurrían a lo largo de las mesas y, entre cafés y aguardiente, compartían agradables momentos.
Empiezan los años veinte y José Gutiérrez Solana (1886-1945) plasma en lienzo estas reuniones, emplazadas en un local que, a modo de institución, se convierte poco a poco en uno de los centros neurálgicos culturales de la ciudad. En él, una silla vacía invita a nuevos personajes a compartir esos instantes de novedad y sabiduría.
Siempre podremos retomar ese viejo hábito que es charlar.
R. Gómez de la Serna
La greguería, ese aforismo personal propio de Gómez de la Serna le convierte en personaje imprescindible para Ernesto Giménez Caballero (1899-1988), quien en 1930 dirige el corto Esencia de Verbena, cuya estructura vanguardista nos recuerda trabajos de otros directores de la época, como son Luis Buñuel (1900-1983) o Edgard Neville (1899-1967). En ella se expone de forma desinhibida el sentir de las verbenas y su verdadera esencia.
El espíritu castizo y el sello personal de Neville, presente en sus insólitos y peculiares trabajos, le convirtieron en alguien capaz de ofrecer un trabajo con estilo y buen gusto, retratando, de un modo crítico y sutilmente irónico, la sociedad de la época.
Las publicaciones, plataformas relevantes para propagar el movimiento vanguardista, daban voz y eco a personas comprometidas que, mirándose al espejo de vanguardias europeas, expresaban su sentir en la península ibérica. La gaceta literaria (1927-1932), dirigida por Giménez Caballero y Pedro Sainz Rodríguez (1897-1986), Vltra (1921-1922), Cruz y Raya (1933-1936), dirigida por José Bergamín (1985-1983) o El litoral, dirigida por Emilio Prados (1899-1962) y Manuel Altolaguirre (1905-1959) eran algunas de las más relevantes.
¡Qué bellísimo nombre para una revista! Debo recordar que yo he tenido algo que ver con él. En mi viejo soneto A un capitán de navío… por ti los litorales de frentes serpentinas… y en muchos otros poemas de Marinero en tierra y libros posteriores, empleé esta palabra con tanto éxito, que cuando en aquellos años iniciales de mi generación lanzaron la revista, la palabra que ya ondeaba desde hacía tiempo repetida en el aire, fue elegida y estampada por ellos, en lo alto de su cubierta, en bellos caracteres negros sobre un profundo azul Mediterráneo.
Rafael Alberti
Los textos vanguardistas relacionados directa o indirectamente con el cine permitían que en España fueran conociéndose estos movimientos. La vinculación de esta información con los profundos cambios culturales desarrollados a finales de los años veinte hizo posible la maduración de estas nuevas ideas que provenían de diversas partes de Europa.
Poetas, dibujantes y otros colaboradores se vincularon a estos proyectos. La nueva cultura española cristalizaba por medio de estas publicaciones. En ellas aparecían las opiniones de artistas como Luis Buñuel o el joven Salvador Dalí (1904-1989) que, interesados por el mundo artístico, descubrían en el cine una nueva forma de expresión.
El pintor de Figueres, uno de los artistas más relevantes de la historia de España, excéntrico e inconformista, plasma el mundo con exquisita sensibilidad artística.
En 1929, vinculados por un sueño, realizan juntos Un perro andaluz, experimento cinematográfico, entendido por pocos y admirado por muchos que, increpando al espectador mediante inquietantes primeros planos, representa el zenit de esta colaboración, convirtiéndose en uno de los títulos más representativos del movimiento.
El primer Cine-Club Español aparece en los años 30. La vinculación de Luis Buñuel es innegable, ofreciéndonos trabajos de poesía visual, se compromete, al igual que los escritores de la generación del 27, a cambiar el mundo. La utopía de crear un movimiento cultural en España es el motor de una gesta que, como un embrión, pugna por desarrollarse. Estos escritores, poetas e intelectuales plasmaron la renovación de cambios sociales y políticos de la época.
El cine de vanguardia tiene nombre propio: Buñuel fue un hombre de ideas claras, su estilo personal seleccionando planos, rodando las escenas planificadas previamente, su gran capacidad de ejecución, milimétrica pulcritud o la profusión de detalles fueron algunas de las claves que enmarcan todos sus trabajos.
Junto a Federico García Lorca (1898-1936) o Rafael Alberti emprenden proyectos interesantes que permiten renovar el mundo de la imagen. Interaccionando plumas, ideas y percepciones se adquiere una mayor dimensión. Gracias a la fusión de cine y poesía, los límites entre realidad y ficción aparecen desdibujados más que nunca.
Yo nací -¡respetadme!- con el cine.
Rafael Alberti
La representación artística de la realidad fusionada con el campo de los sueños y la locura abre un mundo infinito de posibilidades. Los amigos Dalí, Lorca y Buñuel no dejaron perder esa oportunidad. Sus efervescentes pensamientos se plasmaban en guiones, escenas, planos pictóricos o en cualquier momento de locura creativa en el que la genialidad acudía en su busca.
Literatura, fotografía o artes plásticas, cualquiera podía adaptarse a las necesidades del cine. Este, como arte más representativo de la época, acrecentaba el interés de artistas e intelectuales que, preocupados y curiosos, acudían a él en busca de nuevos retos y experiencias. Las filmaciones se alternaban con recitales poéticos o conciertos musicales, sesiones que rompían con la estética tradicional.
De este modo, se increpa al espectador que, aturdido, contempla este movimiento revolucionario y se cuestiona vivencias ajenas y propias bajo el nuevo prisma. Trabajos únicos y exclusivos forman parte de la historia y trascienden como obras claves, tiempo y espacio.
A principios de verano de 1930 se rueda Esencia de Verbena, poema en 12 imágenes orquestado por Ernesto Giménez Caballero, quien se encarga de dirección, guion y producción de esta greguería, cortometraje documental que representa un pedacito de historia madrileña. En blanco y negro y a 35mm nos ofrece esta pieza de 11 minutos de duración que, transformada en video, podemos disfrutar actualmente como legado.
Luces y sonidos se combinan y a modo de exquisita metáfora de la época y retratan momentos festivos de la sociedad madrileña. Pocos documentos vanguardistas son los que encontramos en la cinematografía española (Vicente Sánchez Biosca, 1957) lo que incrementa brillantez y singularidad de los osados directores dispuestos a experimentar en este campo.
Documental costumbrista que, junto con las audacias formales de la vanguardia, nos propone un equilibrio improvisado entre lo popular y lo vanguardista. El pueblo y sus costumbres retratados de forma peculiar.
Norias, churros, gigantes y cabezudos, aguardiente y chiquillos cuajan las secuencias con insólitos movimientos de cámara. Las tomas desde el tiovivo son un buen ejemplo de ello.
Mediante trucos, en un montaje rápido y secuencial, se ofrece esta pieza vagamente surrealista que muestra, con sonorización y voz en off incluida (de Ramón Gómez de la Serna) un particular punto de vista.
Clásico del cine de vanguardia española, repleto de elementos populares (como la poesía de García Lorca), representa las fiestas y verbenas de la ciudad. Retratando diversos lugares y rincones, nos transporta a otra época. Una visión diferente muestra la esencia de Madrid, sus fiestas populares y las extrañezas que conllevan para el foráneo.
Numerosas estampas ofrecen en la cinta distintas versiones de las verbenas madrileñas: San Antonio (festividad popular San Antonio de la Florida, 13 de junio, congregados en el paseo de la Florida avanzan en romería hasta la ermita del santo), San Isidro (fiestas patronales en honor a Isidro Labrador celebrada el 15 de mayo con romerías, atracciones… espectáculos tradicionales del casticismo madrileño), San Lorenzo (fiestas populares más antiguas del barrio de Lavapies celebradas el 10 de agosto completan la trilogía festivalera junto a las de la Paloma y San Cayetano, celebrada esta última el 7 de agosto en la plaza del Cascorro, cerca de la iglesia parroquial que lleva su nombre, como conmemoración del fallecimiento de este santo en Nápoles :San Cayetano de Thiene, 1671), el Carmen (en el barrio de Carabanchel, Vallecas y Chamberi, celebradas desde 1577 para conmemorar la fundación del convento Carmelita de San Dámaso) o la Paloma (Clásica Zarzuela Tomás Bretón, 1894. Fiestas celebradas en el antiguo barrio de Calatrava –ahora la latina– en honor a la virgen de la Paloma sobre el 15 de agosto).
Otras como Santa Cristina (en Puerta del Ángel, el 24 de julio) o la antigua La Virgen del Puerto, conocida hoy como la Melonera (en Paseo de las Delicias, el 8 de septiembre) también forman parte del legado popular de la ciudad y en ellas, como en todas, barquillos y mantones pueblan las calles.
Los barquilleros, las chulas madrileñas, mercaderes en sus puestos de fruta y la población general disfrutan por igual de unas fiestas populares que no discriminan clase social, edad ni ocupación. Aunando tradición religiosa con cultura popular ofrecían a la sociedad momentos de ocio y disfrute, ferias y carruseles admirados y sentidos por todos. Más allá de los lugares está el bullicio de sus gentes, esa es la verdadera esencia de cualquier verbena.
Espectáculos populares en tiempo de glosadores. El Pabellón artístico de Antonio Valle, la barraca de los autómatas con el carillón, los carteles con faltas ortográficas, el prestidigitador con turbante, el torero, las sillas giratorias, el borracho o la estocada, todo aparece representado en breves minutos.
Ramón Gómez de la Serna es quien, en clave de humor, expone de alguna forma las diversas escenas y, moviéndose de una a otra, actúa de forma burlesca frente a una cámara que le sigue. Su giro de cabeza de modo vertiginoso o el momento del tiro al blanco dispuesto al impacto de las pelotas, no hacen más que acrecentar la particular singularidad de esta filmación. Recordar a Chaplin en estos breves instantes es inevitable, comprender mejor el contexto, también.
Las madrileñas castizas, los mozos de buen parecer y los chiquillos curiosos componen la algarabía que bulle en las calles y plazas de la capital española en sus momentos más lúdicos, festivos y entrañables; celebraciones que, Dios mediante, se repetirán año tras año.
Tiene esa rueda (la de la noria) el mismo fin que el vino, que el polvo, que el organillo, que el baile y que los ojos de las verbenas: marear.
Ernesto Giménez Caballero
Esta filmación se torna fantasía mediante imágenes captadas a modo de bocados de realidad y, con un pie en el surrealismo, resalta como veían y vivían los coetáneos estas pintorescas celebraciones.
Poema documental que describe tradición y costumbres a ritmo de organillo y chulapa. Las tomas creativas destilan cultura y nos permiten un inmediato regreso al pasado. Los acontecimientos religiosos sirven de puente y en su conmemoración recordamos nuestra historia. Gracias a ella podemos disfrutar del momento presente y esa toma de conciencia histórico-religiosa nos ayuda a seguir adelante en el tiempo que nos ha tocado vivir.
La vanguardia española fue poco relevante. Unos círculos exclusivos acogían a personajes afines interesados en esta nueva tendencia, guerreros osados que se enfrentaban a lo desconocido con todas sus armas, a pesar de todo, no fueron suficientes para la plena implantación del movimiento.
La constante búsqueda de influencias foráneas hace que emerjan algunas figuras relevantes y que tengamos suficiente bagaje cultural para aproximarnos a ella desde el punto de vista del oriundo peninsular.
La burguesía sigue nuevos caminos de expresión y gracias a ello nace una actitud inconformista que propicia interesarse por nuevos estilos.
Sea como fuere, el cine refleja el crecimiento de una sociedad industrial que, siguiendo los pasos de un incipiente futurismo, se adentra estas nuevas experiencias y retos. Se convierte en referente temático de artistas e intelectuales cuya influencia imprime carácter en todas sus obras.
Y, tras el paso de los años, supone una fuente de novedades para directores que, buscando nuevos retos, beben de su influencia.
Fuentes consultadas
Madripedia
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Cine y renovación estética en la vanguardia española, Alfonso Puyal
Comprender el cine: las vanguardias y la construcción del texto fílmico. Mirian Tavares, 2010
El cine español (1896-1930): Origen y evolución de géneros y estructuras. José Antonio Bello Cuevas, 2010
El videoarte y su relación con las vanguardias históricas y cinematográficas. Camila Sabekis, 2015
La chula madrileña en la narrativa corta de Emilio Carrère. Carmen Servén Diez.
Imaginario en la Vanguardia española. Vicente Sánchez Biosca
La influencia del cine en la generación del 27. Flora Lobato
Vanguardias artísticas y vanguardias cinematográficas. Manuel Ángel Vázquez Medel