The Humans

Stephen Karam es un dramaturgo y libretista libanés-americano que ha gozado de gran éxito en Broadway. Su debut cinematográfico como director es la adaptación de su propia obra de teatro, The Humans (2021), con la que fue finalista para el premio Pulitzer y ganador del premio Tony a Mejor Obra. La cinta cuenta la reunión de la familia Blake en una incómoda reunión que va haciendo surgir tensiones y secretos entre ellos mientras cae la noche. El trabajo de Karam, según el crítico de teatro Alexis Soloski de The New York Times, se centra en comedias dolorosas que no son tan divertidas al final, en parte. Todo esto se ve en la cinta, donde se pasa por el humor negro, la honestidad, el dolor y hasta el suspenso con una gran maestría, haciendo de esta cinta un debut cinematográfico que hay que analizar.

La claustrofobia que tiene la historia se siente desde el planteamiento de la cinta, los créditos se presentan lentamente con imágenes de edificios encerrados, esos que tienen ventanas hacia el interior a las que les llega la luz del día. Lentamente se va mezclando la iluminación exterior con la interior para alimentar esa idea del encierro e introducirnos en el apartamento de Brigid (Beanie Feldstein) y Richard (Steven Yeun), una pareja que se acaba de mudar a uno de esos pequeños espacios de un apartamento en Nueva York, un incómodo dúplex de antes de la guerra ubicado en Chinatown, el famoso barrio del sur de Manhattan. Hasta acá llegan de visita desde Nueva Jersey la familia de Brigid para la celebración americana más tradicional, el día de Acción de Gracias: sus padres, Erik (Richard Jenkins) y Deirdre (Jayne Houdyshell), su hermana Aimee (Amy Schumer) y su abuela Momo (June Squibb). 

Los padres no pueden evitar burlarse del «patio interior» del edificio, lo único que se puede ver a través por las ventanas, mientras Aimee se encierra en el baño queriendo saber de su ex pareja y Momo es víctima de los olvidos y delirios causados por un avanzado Alzheimer. La tensión familiar que aflora en estas reuniones anuales empieza a aparecer, trayendo al presente flote todos los problemas, rencores y demás historias que el pasado esconde. Y para rematar, en este apartamento vacío todo se escucha, así como en la obra, que fue planteada con todos los espacios divididos en el escenario.

Todos los personajes son brutalmente honestos, ácidos, son una familia sin pelos en la lengua que discute sobre religión, sexualidad, depresión y demás. Y para completar, hay un secreto latente que los padres no quieren revelar durante la cena, algo que les cambiará la vida a todos y sacude la historia en un clímax cargado de tensión, donde se pasa al misterio y a un viaje hacia el interior del dolor de Erik, que como Deirdre, esconde sus sentimientos y se derraman con el alcohol en esas fechas especiales en las que, estadísticamente hablando, se presentan más conflictos familiares y problemas con la policía.

Tengo que reconocer que tuve mi desconfianza al ver a Amy Schumer entre los protagonistas, ella es una actriz y comediante que se ha hecho famosa por su estilo pesado y de mal gusto para muchos. Sin embargo, acá sorprende, su actuación es adecuada, el texto la mantiene controlada, a la par de los demás, dando una interpretación en conjunto, un ensamble que funciona en sincronía.

La cinta es una invitación a una especie de voyerismo, a conocer a esta familia en la profundo, pero desde afuera. El espectador es un espía en esta familia, detrás de paredes y de lejos escuchamos sus diálogos comunes, sobre lo que han hecho últimamente, noticias, los comics que a Rich le gusta leer o los extraños sueños que Erik ha tenido. El manejo de la cámara es intrigante, se divide entre planos abiertos que nos muestran lo lejanos que están los personajes aunque estén en este lugar tan apretado, y al tiempo lleva al contraste con planos cerrados de los ojos de Aimee mirando obsesivamente su celular, la pintura soplada en las paredes y el sonido de las tuberías que obsesionan a Erik, la comida que Richard y Brigid han preparado con esfuerzo… Los espejos y los ángulos que utilizan hacen que sea imposible quitar la mirada de la pantalla, hay muchos detalles a la vez a los que hay que poner atención.

Además, tiene un ritmo diferente, muy parecido a la obra, que maneja un solo acto y todo sucede al mismo tiempo en un escenario dividido por habitaciones, del cual vemos una pequeña versión justo antes de terminar la cinta. Junto al gran trabajo musical de Nico Muhly y la edición de Nick Houy (Ganador del premio Emmy por su trabajo en la miniserie de HBO The Night Of), este largometraje se aleja de una simple adaptación audiovisual y propone una visión, incomoda, perturba y despierta los sentimientos.

Es una invitación al lado oscuro de los seres humanos, así como todos los bombillos del incómodo apartamento se van dañando, uno a uno durante el día en que todos comparten su primera cena de acción de gracias, hasta dejar a los personajes en la total oscuridad. Y así como otras películas basadas en obras de teatro como Al borde del suicidio (The Sunset Limited, Tommy Lee Jones, 2011) y Agosto (August: Osage County, John Wells, 2013), esta cinta también está apoyada principalmente en los textos, que escarban en el alma de los personajes y nos revelan mucho más de lo que deja ver la superficie.

The Humans no es el tipo de película para el espectador promedio, y no es una cinta para ver una sola vez. Escribiendo esto sigo pensando en los detalles que dejé por fuera de este texto y las cosas que se me pasaron, me persiguen los recuerdos como a los Blake, que no saben donde meter la cabeza cuando hay que agradecer por el año que culmina.

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