Críticas
Las ganas de vivir
La mujer de mi hermano
La Femme de mon frère. Monia Chokri. Canadá, 2019.
Esta es la historia de Sofía, que recién se gradúa en Filosofía Política y que debe enfrentarse a la dura realidad de estar altamente preparada, pero poco capacitada para conseguir trabajo en este campo tan especializado, donde en general hay que dedicarse a la docencia o a la investigación. Así que, mientras transcurre la película, anda sin lograr un trabajo estable, con obligación de pagar una importante deuda estudiantil y viviendo con su hermano Karim, quien le brinda acogida, no exenta de frecuentes discusiones en las cuales se mezclan el cariño, los recuerdos, los conflictos y los celos.
Un tema central del filme es del aborto, asunto abundantemente acompañado de contradicciones y de posiciones conflictivas. Sofía ya es veterana de estas prácticas, como resultado de su alegre y despreocupada actitud ante el sexo casual y de la comodidad aparente que resulta de consultar el sistema de salud, que con prontitud la libera de la liviana presencia del feto que apenas se desarrolla, carga que, si se descuida se convertirá en un nuevo ser humano al cual habrá que dedicar tiempo y cuidados, y que iría a vivir en un mundo cada vez menos atractivo antes los problemas de la superpoblación, las migraciones, la pobreza, el peligroso y agobiante cambio climático y la guerra (a lo cual se suman las pandemias). Lo curioso es que la doctora que la atiende, y que despacha su caso de manera procedimental y muy amable, es una convencida amante de los niños y sueña con tener varios.
Y ella, que es una mujer muy atractiva e inteligente, además de exitosa, de manera inesperada, se convierte en la amante y pareja de su hermano. Queda entonces listo el escenario para una riqueza de incidentes en los cuales surgen los diálogos agudos y llenos de chispa, regados por la cultura prevalente, liberal y algo cínica, que todo lo permea, en la cual los valores son ligerísimas posturas relativas e intelectuales. Es una ocasión esta película para que el espectador siga atentamente todo un concierto de opiniones, conversaciones, afirmaciones y negaciones, una cacofonía en general superficial, que a veces profundiza y pulsa fibras sensibles.
Un asunto importante que se toca es el de la vocación de las personas ¿En qué consiste el proyecto de vida en una sociedad en la cual casi todas las personas poseen títulos y pergaminos académicos, en muchos casos de formación avanzada, que todo lo tiene, que todo lo permite y facilita, que en casi nada cree, pero que, a pesar de los subsidios y del bienestar social, todavía vive de la ética del trabajo y de los flujos de caja empresariales? ¿Cómo se logra acercarse equilibradamente tanto a la independencia económica como la estabilidad emocional y al sentido de pertenencia al tejido social? En un ambiente de continua autocrítica parece ser alta la probabilidad de que nada satisfaga, de que la frustración esté a la vuelta del camino.
Entonces, en algunos raros atisbos, la cinta pareciera insinuar que siempre hay una luz en el oscuro túnel de esta modernidad que hastía y que cansa. Se encuentra esta iluminación en la posibilidad de reencuentros con la familia, que pueden sanar heridas y aclarar viejos asuntos; o en la posibilidad de servir, de compartir, de comunicar algo que no sea desencanto. Y ello aparece cuando la protagonista tiene la oportunidad de reunirse con sus padres o de entrenar en el idioma a un grupo de inmigrantes que vienen de todo el mundo, llenos de esperanza, quizás incapaces de sostener ilustrados diálogos basados en sofismas, retruécanos, paradojas y malabares intelectuales, pero dispuestos a aprender, a ensayar, a vivir nuevas vidas, a imaginarse como constructores de mundos nuevos. Pareciera ser que el mundo no se arma solo con palabras y respuestas rápidas, sino también con inteligencia emocional y ganas por la vida.
Hablando de túneles, esta película guarda muchas semejanzas con uno. Al principio parece muy confusa, las cosas suceden con bruscos cambios de escena y de diálogos, como siguiendo las mentes de los protagonistas y se genera una sensación de incompletitud; de no saber bien para dónde va todo. Sin embargo, van sucediendo cosas, como si de derrumbes se tratara, que orientan la acción hacia posibles salidas, como ya señalamos, luces de sabiduría y esperanza. Se van aclarando los diálogos y se completan los cuadros, y el espectador tiene la sensación de que ha valido la pena esta excursión por el mundo de preguntas de la mente humana.
Trailer:
Ficha técnica:
La mujer de mi hermano (La Femme de mon frère), Canadá, 2019.Dirección: Monia Chokri
Duración: 117 minutos
Guion: Monia Chokri
Producción: Sylvain Corbeil, Nancy Grant
Fotografía: Josée Deshaies
Música: Olivier Alary
Reparto: Anne-Élisabeth Bossé, Evelyne Brochu, Micheline Bernard, Magalie Lépine-Blondeau, Sasson Gabai, Niels Schneider, Patrick Hivon, Kimberly Laferriere, Mylène Mackay, Jocelyne Zucco, Marie Brassard, Noah Parker