Críticas
Decepción demoníaca
Demonic
Neill Blomkamp. Canada, 2021.
Parece que fue ayer cuando Neill Blomkamp irrumpió de manera arrolladora en el universo de la ciencia ficción. No era para menos el revuelo, armado como venía con la contundente Distrito 9 (Neil Blomkamp, 2009), todo un soplo de aire fresco cargado de espíritu crítico y envuelto en un apabullante estilo visual. Y no fue ayer, hablamos de 2009. El que parecía gran salvador de la ciencia ficción, para ser sinceros, de la sensación de que ha quedado un tanto diluido tras varias películas que están muy lejos de su incontestable debut. Quizá, cansado de los derroteros del género, para su regreso cambia de registro y se introduce sin vergüenza en las posibilidades que puede dar el horror.
Esta eterna promesa del fantástico llevaba sin estrenar un largo desde la bienintencionada pero irregular Chappie (Neil Blomkamp, 2015). Desde entonces se ha dedicado a la experimentación y el desarrollo de conceptos en forma de cortometrajes, donde ha construido un universo muy interesante, que daba cierto atisbo de esperanza a sus seguidores. Demonic (Neil Blomkamp, 2021) marca el punto de inflexión del director hacia terrenos más oscuros. Historia de terror esotérico, Blomkamp mezcla trazos de folk horror con los fastos de la ciencia ficción de la casa, traducido en un batiburrillo de ideas algo indigesto que deja para el recuerdo la peor película del director.
Demonic, a pesar de los infructuosos intentos por parecer sofisticada, es el enésimo refrito de conceptos mil veces vistos sobre posesiones, lugares malditos y horror pretérito e innombrable. Los clichés se suceden hasta el aburrimiento, y apenas quedan camuflados a pesar de los trucos de trilero usados por Blomkamp, inventados para que el resultado tenga apariencia de giro de tuerca a los tópicos. Por desgracia, no funciona, y se ven las costuras de esta película tremendamente contradictoria, falta de fuste, construida sobre un puñado de malas decisiones presentadas con excesiva ceremonia para lo que realmente ofrece.
Desde el comienzo, la forma en la que el espectador recibe la información es bastante confusa y desesperante, cosa que se convierte en despropósito si se tiene en cuenta lo simplón de la propuesta. Las ínfulas de alta tecnología quedan en entredicho en el momento en el que todo el aspecto visual no pasa de lo cutre, entorno de baratillo que sepulta los escasos hallazgos técnicos que ofrece Blomkamp.
Con estas herramientas tan poco sólidas, Demonic falla en los aspectos fundamentales que podrían sostener la propuesta de terror esotérico. Si a los personajes inconsistentes y aburridos sumamos un desarrollo plomizo y falto de garra, podrías salvar los muebles con la ambientación tenebrosa que el experimento requiere. Pero como no existe ese entorno macabro y diabólico, las enormes carencias de Demonic quedan al descubierto sin posibilidad de salvación. Si no hay pilar alguno sobre el que apoyar el conjunto, la película hace aguas hasta en los detalles ínfimos.
Quizá sea la amalgama conceptual el escollo verdaderamente acuciante. Blomkamp parece incapaz de dejar atrás los guiños a la ciencia ficción, su lugar seguro y zona de confort. Es con elementos de este género con lo que quiere marcar la diferencia. Los primeros compases de la película, antes de la entrada en los terrenos tópicos del terror, se basan en una técnica experimental por la que se puede acceder a la mente de una persona en coma. Es así como se detona el desastre, cuando la protagonista se ve arrojada a los recuerdos de su madre. No sabemos mucho de su relación ni qué pasó entonces, pero hay rencillas y rencores.
La premisa no es para dar aplausos, pero cuando comienza el experimento, nuestras sospechas de que Demonic es un barco a la deriva se ven confirmadas contundentemente. El escenario virtual en el que se desenvuelven las escenas dentro de la mente son el auténtico horror del que presume. Aspecto de videojuego barato, las pretensiones de fantasía onírica son irrisorias, y es inevitable cierta vergüenza por las diferencias entre intenciones y resultados.
La cosa no mejora con el avance de la película, que es un tópico tras otro, arrojado al público con la misma fealdad insulsa en todos los aspectos. No hay nada a lo que aferrarse para que Demonic aguante el visionado, puesto que además carece de identidad, de autoconsciencia de serie B vitaminada. Todos los implicados se toman demasiado en serio un producto que está muy cerca de la comedia involuntaria.
Demonic, en resumen, es la colección de problemas sin solución que Neill Blomkamp ha decidido montar como película. Lo sorprendente del resultado es que parece que hay mucho que, a saber por qué razones, se ha quedado en el tintero. Como espectador, sentía que lo que el director tenía en mente era mucho más grande, pero por cuestiones de presupuesto, imagino, se queda en amague de ese montón de ideas amalgamadas sin control alguno. Parece que lo mejor se ha quedado fuera, y solo las piezas simplonas han encontrado el hueco en el mejunje final. Pocas veces se ha visto distancia tan insalvable entre premisa y ejecución.
Demonic pasa sin pena ni gloria, y espero que no se lleve por delante la carrera del, por otra parte, interesante director. Hay que ver la mala suerte de un tipo que no acaba de cuajar del todo. Imaginación y talento visual no le faltan, pero no sé si será mala gestión de proyectos o falta de valentía para poner su autoría en valor, el caso es que parece destinado a ser uno de esos artistas de culto incapaz de dar el salto definitivo. Desde luego, Demonic no va a ser la película que proyecte a Blomkamp al indiscutible estrellato. Con fortuna, será un tropiezo que todos olvidaremos pronto. Incluido su director.
Tráiler:
Ficha técnica:
Demonic , Canada, 2021.Dirección: Neill Blomkamp
Duración: 104 minutos
Guion: Neill Blomkamp
Producción: AGC Studios, Oats Studios.
Fotografía: Byron Kopman
Música: Ola Strandh
Reparto: Carly Pope, Chris William Martin, Michael Rogers, Andrea Agur, Nathalie Boltt, Terry Chen