Críticas
Pesadillas asiáticas
The Medium
Banjong Pisanthanakun. Tailandia, 2021.
Ha pasado mucho tiempo desde que se escuchó la que es considerada como obra inaugural del falso documental. Nos referimos a la retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos dirigida por Orson Welles en 1938. Desde entonces, el subgénero se ha convertido en una categoría cinematográfica reconocida por el público. Concretamente, títulos asiáticos recientes confirman su relación con el terror. Así, podríamos citar La maldición del japonés Kôji Shiraishi (Noroi/The Curse, 2005) o The Haunted House Project del coreano Lee Cheol-ha (Pye-ga, 2010). Pero muchos y muchas rememorarán el impacto producido por el largometraje estadounidense El proyecto de la bruja de Blair de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez (The Blair Witch Project, 1999).
En esta película de Banjong Pisanthanakun podemos encontrar los tres niveles que se manejan en la categoría de falsos documentales de terror. Así, nos acercamos a escenas grabadas bajo control en las que se interrogan a protagonistas, testigos o expertos. También aquellas rodadas como situaciones que al parecer están ocurriendo en ese mismo instante, una simulación de la crónica con la localización del equipo de filmación en el lugar de los hechos. Por último, destacaríamos la forma en que el horror al que se enfrentan los personajes es registrado la cámara. Una categorización, la del falso documental, que es conocida por la palabra inglesa mockumentary. Especialmente, en los último años estamos ante un nuevo giro hacia una hipervisibilidad fundamentada en el mito del directo. Se impone un estilo observacional, como sugieren Antonio Weinrichter y Jaime Peña, un modo en en el que se adoptan recursos como cámara al hombro, montaje discontinuo o una mirada de cierta crudeza visual.
En The Medium se parte de la idea de algunos cineastas relativa a la realización de un documental sobre el chamanismo en Tailandia. Tras estudiar distintos casos en todo el país, se decidieron a contar la historia de Nim, una médium atrapada por la diosa Bayan. Mientras penetramos en un filme de posesiones maléficas o no, su formato por aparentar credibilidad aumenta considerablemente la tensión y el terror que se va abriendo en dosis muy controladas, hasta derivar en el paroxismo de la última parte del largometraje. En una vuelta que se presenta interesantísima sobre cultura y raíces ancestrales en Tailandia, la obra se narra desde el punto de vista o el foco de las cámaras que, supuestamente, proceden a la grabación del documental referido. Un aura de verismo flota a lo largo de todo el filme, lo que despierta en el espectador interés inusitado.
Películas sobre posesiones se han realizado bastantes. Entre las de más prestigio, al menos para el público occidental, podemos citar La mujer pantera de Jaques Tourneur (Cat People, 1942) o El exorcista de William Friedkin (The Exorcist, 1973). En esta obra de Pisanthanakun, además de suspense, entretenimiento y pavor, se transmite información muy atrayente sobre rituales y sentimientos espirituales envueltos en maldiciones familiares o culpas ancestrales sin necesidad de recurrir a fantasmas en persecución de los protagonistas. Además, para intensificar la autenticidad, se trabaja con actores y actrices profesionales que no han alcanzado todavía la fama para que no sean reconocidos por el público. Unos espectadores que en Tailandia, según cuenta la leyenda, asistían a los pases con luces encendidas; por si acaso.
El filme, a pesar de utilizar en general tonos sombríos, se oscurece paulatinamente hasta traspasar la barrera didáctica y convertirse en una auténtica película de terror. Entre espectaculares paisajes naturales, los acontecimientos se van sucediendo cada vez más acelerados, siempre con el empeño de aparentar un análisis mediatizado por las cámaras, herramientas cuya presencia y número va en aumento, todo hay que decirlo. Con las mismas en mano o a ras de suelo, con la implicación de aparentes miembros del equipo de realización en la trama, con trucaje de voces o visiones espeluznantes, el “sálvese quien pueda”, la transmutación de personalidades, la locura y hasta el canibalismo tienen cabida en un desenlace estremecedor. La obra no abandona en ningún momento los elementos necesarios para que su visionado empiece implicando hasta trastornar con un guion muy elaborado que hace crecer los referidos sentimientos. También se recurre al drama en una aterradora transformación.
Es curioso reflexionar cómo el destino de algunas personas se les escapa de sus manos para quedar sometido a las directrices de espíritus, de almas infernales, de dioses o diosas ancestrales. Una consagración que puede llevar a la entrega plena no buscada ni querida de una existencia dedicada al culto y a la sanación espiritual del otro. Porque como bien afirma nuestra sacerdotisa Nim en los inicios del filme, si alguien con cáncer pretende que le asista, probablemente morirá. En The Medium el trampantojo no se detiene en un viaje a lo largo de unas tradiciones poco conocidas fuera del continente asiático. A pesar de que todo suene a nuestros ritos exorcistas católicos y a la posesión del maligno Lucifer, se lleva con agrado el descubrimiento de otras divinidades, de otros espíritus diabólicos o de otras formas de sanación y expiación.
Resulta magnético el acercamiento al folclore local, mucho más interesante, pensamos, que ese final incontrolable y puede que para algunos demasiado grotesco o excesivo. No obstante, a pesar de recurrirse al fuera de campo para no exhibir la crudeza con toda su intensidad en momentos dantescos, la sensación que deja la obra es que nada se oculta y que asistimos en vivo a un frenesí apocalíptico. No está nada mal acercarse a otras maldades, magias, invocaciones o adoraciones que existen en otras culturas. Como dice el refrán, “éramos pocos y parió la burra”. Así mismo, se incide en la minuciosidad en los detalles para ayudar a conformar el clima de inquietud creciente.
Con unos principios sosegados, contemplativos y didácticos, se termina derivando en un carnaval de sangre y violencia. En esta obra atravesamos experiencias audiovisuales que saben concentrar al tiempo la atracción y la repulsión del espectador. A ello ayuda el profundo estudio sicológico que se intenta abordar sobre las personalidades, carencias o expectativas de los protagonistas. Dejemos que jueguen con nosotros. Al final, creemos que no se arrepentirán. En realidad, la impresión que nos ha quedado después de reflexionar sobre The Medium es que el largometraje terminará convirtiéndose en una película de culto sobre destrucción asada a fuego lento, en ambientes rurales, con fuertes raíces hereditarias.
Tráiler:
Ficha técnica:
The Medium , Tailandia, 2021.Dirección: Banjong Pisanthanakun
Duración: 131 minutos
Guion: Na Hong-jin, Banjong Pisanthanakun
Producción: Coproducción Tailandia-Corea del Sur; GDH 559, Showbox Entertainment, Northern Cross
Fotografía: Naruphol Chokanapitak, Yossawat Sittiwong
Música: Chartchai Pongprapapan
Reparto: Narilya Gulmongkolpech, Sawanee Utoomma, Sirani Yankittikan, Yasaka Chaisorn, Boonsong Nakphoo, Bella Boonsang
Muy buena crítica, equilibrada y apreciativa, y que atrae a ver esta extraña película
Creo que la crítica es interesante aunque la redacción me aleja mucho del mensaje. Entiendo que nos gusta hablar con palabras más elaboradas, pero a veces hacer frases largas con palabras poco usadas y en el lugar incorrecto no ayuda en absoluto. Hay partes donde me he perdido porque el lenguaje de la redacción se vuelve incomprensible, creo que las críticas de cine deberían ser algo más accesibles. Las frases simples no tienen nada de malo.