Críticas
La grandeza de la imaginación
Big Fish
Otros títulos: El gran pez.
Tim Burton. EUA, 2003.
Recientemente terminé de leer Vivir Para Contarla, la novela autobiográfica de Gabriel García Márquez, uno de mis autores favoritos y mejores representantes del famoso realismo mágico. Allí encontré personajes fantásticos, casi inverosímiles, y reía mucho con las historias que Gabo tenía para contar. Inevitablemente, Big Fish (El gran pez, Tim Burton, 2003) vino a mi mente. Cuando estaba en salas fui a verla tres veces a cine, solo para arrastrar a personas que no tenían mucho interés pero yo quería que compartieran mi emoción y amor por esta cinta. Las reacciones fueron mixtas, así como las críticas que recibió la película el año que estuvo en las carteleras de cine del mundo. Sin embargo, mi amor profundo por la obra de Tim Burton y especialmente por este largometraje basado en la novela de Daniel Wallace supera el paso del tiempo. Llegó el momento de volverla a ver y reencontrarme con una historia hermosa, una carta de amor a un padre lleno de historias fantásticas que parece no dejarse conocer, pero que en realidad quiere evitarle a su hijo la dureza del mundo real.
El primer paso para este reencuentro anhelado fue empezar por la novela. En 1998 Wallace lanza Big Fish: A Novel of Mythic Proportions, su primer libro. Acá vemos la historia de William Bloom, un hombre que tiene que enfrentar la inminente muerte de padre, Edward, y empieza a narrar las historias que Edward le transmitió sobre su particular vida. A diferencia de la película, el Edward del libro es un hombre mucho más “agresivo” con la vida y las situaciones, no es el buen samaritano que pone la otra mejilla. Tiene inclusive historias un poco subidas de tono y hasta oscuras, jugando tímidamente con el suspenso. No hay un tiempo presente, todo es en pasado, recordando las anécdotas de Edward que no tienen nada que envidiarle a La Odisea de Homero o inclusive al Ulises de Joyce (guardando las proporciones, por supuesto).
John August, libretista que ha escrito éxitos de taquilla de Tim Burton como Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005), La novia cadáver (Corpse Bride, 2005) y Frankenweenie (2017), trabajó por primera vez con este director en la adaptación de la novela de Wallace, porque se identificaba con el autor del libro, también quiso conocer más de su padre antes de su muerte, porque “no veía nada de su padre en él mismo”. Burton vivió algo similar con su propio padre, por lo que esta cinta se volvió una de sus más personales, una carta de amor a este ser ausente que sintió tan distante, a pesar de ser quien le dio la vida. Aunque aseguró que no resolvió el conflicto que tenía, en la cinta sí hay un final feliz y un mensaje que debe servirle a los espectadores: todos somos nuestras historias, la realidad que vivimos no es, necesariamente, lo que somos en el fondo. Y acá vuelve García Márquez al ruedo con la frase que abre el libro que me llevó a este reencuentro: “La vida no es la que vivimos, sino cómo la recordamos para contarla”.
Y así es que revivo la historia de Edward Bloom (Ewan McGregor), un príncipe de carne y hueso que lucha por el amor de su vida, Sandy (Alison Lohman), y trabaja en todo lo que se le cruza por el camino, viviendo aventuras en el circo, con un gigante y en la guerra de Corea, dejando de cada momento una cantidad de anécdotas fantásticas, divertidas y enternecedoras. Mientras tanto, su hijo William (Billy Crudup) trata de traspasar esa coraza que tiene su padre moribundo (Albert Finney) para conocerlo antes de que no tenga la posibilidad de hablar con él y saber su verdadera historia, pues él mismo pronto será padre junto con su esposa Joséphine (Marion Cotillard en su primera aparición en el cine de Hollywood).
El trabajo audiovisual de Burton y su equipo hace que este libro crezca y se convierta en “una historia de míticas proporciones”, como reza el eslogan de la cinta. Los efectos especiales, el maquillaje y el vestuario nos adentran a un mundo maravilloso, como pocos, donde soñar está permitido y todo es posible. Las actuaciones (e increíbles parecidos entre los actores jóvenes y adultos) llegan al corazón del espectador, con una narración increíble y unos diálogos hermosos, cargados de amor por el trabajo de contar historias. La música de Danny Elfman, el único nominado al Oscar por esta cinta, es el complemento perfecto para la emoción de cada escena, llegando a la raíz de los sentimientos de cualquiera que le dedique tiempo a este cuento de hadas para adultos en las manos de uno de los directores más exóticos, particulares y brillantes de Hollywood.
Aunque los premios BAFTA hicieron más justicia dándole 7 nominaciones a la cinta y los Globos de Oro la nominaron a 4 premios (sin llevarse ninguno), Big Fish es una cinta subvalorada que a duras penas recaudó en taquilla el costo de su inversión, que merece uno y muchos reencuentros, y que puede servir de ejemplo de cómo el realismo mágico se puede hacer en pantalla, no como los horrores de Mike Newell y otros por ahí que han destrozado a García Márquez en la pantalla grande. Se necesita el toque Burton para darle color a nuestras vidas.
Trailer:
Ficha técnica:
Big Fish / El gran pez , EUA, 2003.Dirección: Tim Burton
Duración: 125 minutos
Guion: John August
Producción: Bruce Cohen, Katterli Frauenfelder, Dan Jinks, Arne Schmidt, Richard D. Zanuck
Fotografía: Philippe Rousselot
Música: Danny Elfman
Reparto: Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Crudup, Jessica Lange, Helena Bonham Carter, Alison Lohman, Marion Cotillard, Danny DeVito, Steve Buscemi