Críticas
Multi(in)disciplinado
Todo a la vez en todas partes
Everything Everywhere All at Once. Dan Kwan, Daniel Scheinert. EUA, 2022.
Inconstancia de lo claro, lo definido, lo limpio, el concepto de multiplicidad de puntos de vista (panóptico al revés), cuando dos son los ojos que ven, resalta la idea de caótico y, además, nos lleva a manifestar cierta incapacidad de tener una clave de lectura con la que poder satisfacer nuestro afán de clasificación, de análisis. Sostenemos, en otras palabras, que la imposibilidad de seguir un orden lógico de los elementos que nos vienen dados en el conjunto de una serie de eventos narrativos puede, obviamente, crear un desequilibrio entre la normalidad de las fases secuenciales y la de los aportes visuales, obligándonos a llevar el discurso hacia aquel dilema con el cual todo parece resolverse sin encontrar una verdadera resolución: ¿obra de arte, hasta tan solo un buen producto de la imaginación, o elemento ridículo, que en vez de acercarse a las alturas de lo sublime ha caído a las simas de los vertederos?
Nos resulta difícil concebir una visión precisa de la película de los Daniels, entonces, ya que la base sobre la que apoya es la de poner patas arriba el concepto de organización y de claridad, optando por una mezcla salvaje de momentos/eventos a veces tan disparatados y caóticos que resultan ser parte de una inteligencia capaz de encontrar el orden en el desorden. La película, de hecho, rebosa de ideas que se mueven sin parar por la pantalla, dejando abierto el paso a la imposibilidad de entender lo que efectivamente está pasando, pero la simplicidad estructural del edificio narrativo es tal que la totalidad de la obra logra transmitir un sentido de organicidad y de simpleza en lo que a la presencia de un mensaje claro se refiere. Absurdo, entonces, pero posible, ya que el juego está no tanto en la puesta en marcha de situaciones caóticas, sino en la capacidad por parte de los dos directores de conducir al público hacia una comprensión definida y sin manchas de lo que quieren que lea en el desarrollo de las diferentes situaciones.
El movimiento a través de los mundos paralelos, entonces, representa el contexto superficial, el gimmick o MacGuffin, con el que se intenta establecer un punto de partida para un diálogo sobre conceptos de carácter universal, como los de la familia, de las relaciones (de cualquier tipo, en todos los sentidos) y de las diferencias (a veces no reales) entre las generaciones. La frustración por una vida en la que sentimos no encajar, el malestar de las posibilidades perdidas, interactúa con un cuento que pone de relieve el maremoto que es la vida, con sus casos (casuales, obviamente) que llevan a una conclusión desordenada y, al mismo tiempo, satisfactoria. Y es aquí donde, efectivamente, el juego de carácter estructural y narrativo demuestra la inteligencia que está detrás de la capacidad de ordenar y coordinar todos los elementos para que, a través del desarrollo de la película, logremos entender el elemento arquitectónico global, y, una vez entendido, también para que, pasando de la novedad del contexto a su aceptación, nos sintamos situados en una posición ya no de simple consumidores de una narración visual, sino parte de un diálogo que intenta llegar al corazón del significado de la vida humana no en relación a un supuesto valor universal, superior a todo, sino en su vertiente subjetiva, personal.
La presencia de una protagonista que, más allá de las caracterizaciones de estadounidense asiática (llegada a los Estados Unidos a los veinte años), simboliza la normalidad de la vida de todos los días, así como de su importancia cósmica (y, por supuesto, de su inutilidad ante un cosmos que vive también sin ella, sin su familia y sin todos nosotros), nos lleva a efectuar, entonces, un proceso de análisis de nuestra existencia a través de las imágenes de la pantalla. Sin embargo, la voluntad de proponer un mensaje de este tipo puede convertirse también en un elemento negativo, ya que su simplicidad es tal que resulta fácil catalogarlo tanto en lo sublime como en lo ridículo. El amor lo vence todo, sí, esto quizás ya lo sepamos bastante bien y nos resulte poco productivo resaltar otra vez este aspecto tan obvio. En lo desordenada que resulta la narración, entonces, se escondería un mensaje cuya aceptación por parte nuestra no es así de obvia, ya que diferentes puntos de vista pueden concurrir a afirmar que sí, es una obra maestra, y que no, no es nada especial. Entre todos los mundos diferentes que se abren en la multiplicidad de las vidas que hubiéramos podido vivir, nos encontramos en aquella área límite que no sabe si hacernos subir a las cimas o empujarnos hacia las simas. Sin embargo, ¡qué explosión de fantasía!
Ficha técnica:
Todo a la vez en todas partes (Everything Everywhere All at Once), EUA, 2022.Dirección: Dan Kwan, Daniel Scheinert
Duración: 139 minutos
Guion: Dan Kwan, Daniel Scheinert
Producción: Anthony Russo, Joe Russo, Mike Larocca, Dan Kwan, Daniel Scheinert, Jonathan Wang, Michelle Yeoh
Fotografía: Larkin Seiple
Música: Son Lux
Reparto: Michelle Yeoh, Stephanie Hsu, Ke Huy Quan, Jenny Slate, Harry Shum Jr,. James Hong, Jamie Lee Curtis
A los cinéfilos les va a encantar, al público común no tanto.
Le sobra 1 hora y tiene el problema de que no se termina de definir si es una comedia loca o una peli de artes marciales.
Para los que nos gustan los 2 géneros es GENIAL, UNICA E IRREPETIBLE.
Para los que les gusta solo una de las 2 cosas, es un poco desconcertante y por momentos tediosa.
Felicitaciones para los guionistas-directores-productores que se animaron a algo tan fuera del molde y sobre todo para el editor que tuvo que pegar los millones de pedacitos que forman la edición final
Pesima