Viñetas y celuloide
¿Quién es el Caballero Luna?
La rueda de Disney/Marvel sigue girando. El gigantesco (y monstruoso) conglomerado del entretenimiento ya no se conforma con haber hecho de los cines su feudo al llevar a la pantalla las aventuras de los héroes de La Casa de las Ideas. También el formato serie se ha visto contagiado por el entusiasmo que despiertan los coloridos enmascarados de la editorial. Del cómic al audiovisual, el complejo universo perpetrado por Kevin Feige y su equipo no para de crecer. El último en llegar al tinglado, Moonknight, conocido en su versión en español como Caballero Luna.
No es que sea precisamente el personaje más conocido de Marvel. De hecho, pasa por insigne secundario, aunque contó con cierto predicamento entre el público en sus comienzos, allá a mediados de la década de los 70.
Lo curioso es que la trayectoria de Marc Spector comienza como villano, para ser exactos en las páginas de Werewolf by Night. Los monstruos clásicos habían encontrado su hueco en la viñetas en una época en la que los superhéroes no estaban en las preferencias del público (aunque parezca mentira), y la colección dedicada a las correrías del Hombre Lobo era de las favoritas. Nuestro oscuro vengador urbano aparecía para complicar la vida a Jack Russell (que así se llamaba el licántropo), contratado por una oscura secta para liquidar al célebre y peludo monstruo.
Esa aparición anecdótica llamó la atención de los lectores, así que sus creadores, el guionista Dough Moench y el artista Don Perlin, vieron el increíble potencial de su criatura. Nuevas apariciones en diferentes colecciones cambiaban el estatus del justiciero, y se explicaba que no era un villano. En realidad, estaba infiltrado para acabar con la peligrosa secta que amenazaba la vida de Russell. Birlibirloques argumentales aparte, el trasfondo de Spector quedaba definido como ser nocturno al servicio de Konshu, oscura divinidad egipcia cuyo culto gira alrededor de la Luna y la protección de los viajeros de la noche.
Desde esos primeros compases se explicaba que Spector se encontraba en cierto camino de redención tras un pasado turbio como mercenario. Para enfrentarse al crimen, Spector usa su identidad de Caballero Luna, pero también construye un entramado de identidades para mantener su cruzada fuera del ojo público. Por un lado, Steve Grant es la imagen social de rico playboy que maneja la fortuna que Spector ha amasado a lo largo de los años. Para mantener el contacto con la calle y el elemento criminal, Spector hace uso de la identidad de Jake Lockley, conductor de taxis.
La colección despegó del todo con la llegada de Bill Sienkiewicz, artista único en la historia de los cómics que comenzaba su leyenda en las páginas de Caballero Luna. El estilo deudor de Neal Adams parecía ideal para dar mayor empaque a la idea de que Spector era el sustituto perfecto para ser el Batman de Marvel (lo de millonario que usa su fortuna para combatir el crimen tras la identidad de un justiciero nocturno no era precisamente desconocida), pero poco a poco Sienkiewicz convirtió la colección en su laboratorio creativo, cada vez más audaz y personal en el tratamiento del aspecto visual del personaje. Moench encontró en el artista el compinche perfecto para escribir historias repletas de oscuridad y con intenciones alejadas de los clichés de los héroes de la casa.
Quizá tanta innovación acabó por asustar al público, y la andadura de Spector quedó cancelada a finales de los 80 con un abrupto final. A partir de ahí el héroe ha vuelto en varias ocasiones, con suerte irregular. Y lo que en principio era una forma de mantener parcelados los diferentes espacios de su vida, gracias esas diferentes identidades, ha llegado a ser característica definitoria del Caballero Luna en forma de trastorno disociativo.
Al mismo tiempo que los diferentes guionistas por los que ha pasado la vida de Marc Spector ahondaban en tramas cada vez más oscuras y destructivas para el personaje, se centraban también en los problemas mentales que arrastraba. Se abandonaba la esencia de justiciero nocturno para lanzar al héroe a pozos oscuros, de los que resurgía pagando un precio bastante elevado con su cordura.
Quizá sea Jeff Lemire, de los últimos en retomar las aventuras del puño de Konshu, el que mejor ha sabido manejar esas tramas que rozaban el absurdo en la mayoría de las ocasiones, aunando con ingenio el trastorno disociativo con el elemento mitológico que había quedado algo oculto. Es esta etapa la que ha influido de manera notable en la llegada de Marc Spector a la pantalla.
La serie de imagen real del Caballero Luna, interpretado con convicción por un inspirado Oscar Isaac, se centra en el conflicto interno que vive el personaje buscando equilibrio entre las piezas de su mente fragmentada. Así mismo, el enfrentamiento constante con el caprichoso y maquiavélico Konshu se torna protagonista en esta versión bastante arriesgada del universo Marvel.
Lo cierto es que el personaje que vemos en pantalla tiene poco que ver con el justiciero de los cómics, y se le ha adornado con todo un arsenal de poderes mágicos de los que no hay noticia en la versión viñeta. Aún así, la serie se descubre como producto arriesgado y de identidad incuestionable, y por lo menos acerca al gran público a este campeón de la justicia nocturna que no pasaba de fetiche para algunos fanáticos de la editorial (entre los que, por supuesto, me encuentro).
A ver qué espacio ocupa el Caballero Luna en los planes a largo plazo de Feige. De momento, el despliegue mitológico que presenta resulta bastante atractivo, y abre posibilidades en este cosmos en constante construcción.