Críticas

En los límites

Close

Lukas Dhont. Bélgica, 2022.

CloseCartelComo en su anterior filme, el realizador belga Lukas Dhont nos enfrenta con sensibilidad ante asuntos muy delicados. Si en Girl (2018) nos adentrábamos en la odisea de una joven de dieciséis años que se siente mujer pero nació con un cuerpo de hombre, con Close seguimos en el mundo de la adolescencia. En esta ocasión, los protagonistas son dos chicos de trece años, Léo y Rémi, que se convierten en amigos inseparables. Después de pasar el verano juntos, deben volver a la escuela. Los dos se encuentran en la misma clase. Su empatía, acercamiento, miradas y cuidado mutuo llaman la atención de sus compañeros. Así, una relación de profunda amistad, quizás en una incipiente búsqueda de la propia sexualidad, se transforma en un sendero con enormes piedras. 

¿Estáis juntos? ¿Sí, no? Desde luego, se os ve muy unidos… En edades de formación y de crecimiento el desconcierto y la presión social pueden imponerse a los propios sentimientos. Lo que importa no es interiorizar en uno mismo sino lo que los demás piensen. De este modo, se empieza a jugar con cerillas que pueden terminar causando gigantescos incendios forestales. Bordeamos asuntos como el enfrentamiento del individuo con la colectividad de la que, al mismo tiempo, desea formar parte; a ello se une con el descubrimiento problemático de la identidad sexual como una forma de ingresar en el mundo adulto;  y también se profundiza en la ocultación o el autoengaño como herramientas de interacción social. Las manifestaciones artísticas que tienen como protagonista a un niño o una niña en las que se narran sucesos vinculados con el descubrimiento de la sexualidad comparten con el lector/espectador demasiados nexos. La identificación por parte del receptor cuenta con un factor fundamental: la experiencia vivida. La denominada estética de la recepción analiza este tipo de obras, subrayando que cualquier adulto ha pasado por esa etapa y aunque sus experiencias vitales sean diversas, la similitud en características emocionales proporciona un mayor acercamiento. Y el cineasta puede que utilice esa cercanía para lograr una conmoción mayor y provocar una suerte de catarsis.

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Y entramos así en el elemento más polémico del filme. ¿Dónde se encuentra la frontera entre la emoción y la pornografía sentimental? ¿Cuándo se traspasa la barrera del sustantivo al adjetivo y se cruza del melodrama a lo melodramático? Nos referimos al abuso de lo afectivo, al exceso sentimental, a la manipulación del espectador para conseguir la máxima complicidad. Emociones como el amor, el deseo, la muerte, el dolor, la tristeza, la culpa o el duelo pueden ser utilizados con fines espurios, más o menos conscientemente. Entramos en un tema muy polémico que se arrastra desde Aristóteles y origina el dualismo que ya sostuvo Platón entre emoción y razonamiento. Es conocida la Carta sobre los espectáculos publicada por Jean-Jacques Rousseau en 1758 con el objetivo de impedir la construcción de un teatro en Ginebra, entre otras razones, para evitar simpatizar con la desgracia de los personajes. Y nos introducimos aquí en la conciencia de sentirse “dirigido” por un narrador, en este caso un director y/o un guionista. Elementos como la composición narrativa, la adscripción del filme a los códigos y convenciones de un determinado género, la empatía con los personajes, el tratamiento de la música, de la fotografía, la concepción de la puesta en escena o el trabajo de los actores pueden inclinar la balanza en el desfase o no con vínculos emocionales.

Close cuenta con una magnífica fotografía, con planos secuencia magnéticos, con primeros planos nerviosos para sumergirse en un espiral de dolor, culpa y búsqueda de las razones o sinrazones para llevar al llanto colectivo. ¿Era necesario? El cineasta belga explora los caminos que abre desde reiteración de primeros planos, desde la inocencia e ingenuidad de la niñez. Con habilidad, Dhont funde cuerpos y caras cuando la conexión se produce y deriva desde la composición de escenas de los dos amigos juntos y felices hasta la ruptura en planos sucesivos y alternantes de cada chiquillo en solitario. El tono lírico y la profundidad de los sentimientos, tanto de los dos niños como de sus madres, batalla incansablemente para imponerse o no como estímulos estructurales. Dejamos en el aire el interrogante sobre si se pretenden concitar emociones intencionadamente cruzando el límite de las necesidades de la historia. Decisiones tan simples como dónde colocar la cámara, a qué distancia, con qué ángulo o cuánto debe durar cada plano son decisivas al respecto.

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Nos gustaría saltar aquí a los estereotipos de género que, lamentablemente, aún existen. Hablamos, en concreto, de esa “hombría” que todavía debe exhibirse participando en actividades más o menos violentas. Son roles que continúan contribuyendo en lo que la sociedad espera que se actúe conforme al sexo asignado al nacer. ¿Por qué se sigue esperando que los niños sean seguros y agresivos? ¿Cuál es la razón para que se les impida expresarse abiertamente? La fuerza, la competitividad, la valentía o la ocultación emotiva se continúan vinculando con el género masculino. Sus patrones más repugnantes persisten en la formación del pensamiento colectivo de la comunidad. ¿Y qué sucede? La ausencia en la liberación de pautas de expresión o de conductas preconfiguradas o impuestas conllevan a la proliferación de lo igual, como afirma el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. En su ensayo La expulsión de lo distinto insiste en que en la actualidad, la expulsión de lo negativo de forma compulsiva, el sujetarse a lo positivo, lo único que consigue es la reproducción de lo idéntico. 

En las últimas décadas, han proliferado películas sobre las características psicológicas propias de la etapa adolescente.Asuntos como la identidad, la tristeza, la dificultad de aceptación de ambas o el rechazo social han sido abordados, entre otros muchos, por largometrajes como Criaturas celestiales de Peter Jackson (Heavenly Creatures, 1994), Bienvenido a la casa de muñecas de Todd Solondz (Welcome to the Dollhouse, 1995), Tomboy de Céline Sciamma (2011) o la más reciente Softie de Samuel Theis (2021).  Ansiedades del universo preadolescente o adolescente, repleto de dudas, de temores, de nuevas experiencias y descubrimientos, que en Close se exponen dando prioridad a los silencios y focalizándose en las miradas, mientras se busca el equilibrio entre lo poético y lo melodramático, entre la sensibilidad y lo obsceno.  En realidad, el realizador no se centra en la homosexualidad, en los problemas sicológicos que se despiertan en la búsqueda de la propia identidad en crecimiento. La obra puede dividirse en dos partes y en su segunda, la menos lograda,  deriva abruptamente en objetivos y, girando 180 grados, se adentra en un valle de lágrimas, con culpabilidades bien o mal entendidas y en búsqueda de respuestas a demasiadas preguntas que quedan flotando en el ambiente. 

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Lo que resulta patente es el talento del director para cautivar a la audiencia y dirigirle por la senda que le ha parecido.  Resulta excelente su manejo de los tiempos, de la espectacularidad en la imagen, de la estructura de los gestos más sutiles. Sería interesante su comparación con otra película de realizadores belgas con la que compartió protagonismo en Festivales como los de Cannes o Sevilla. Nos referimos a  Tori y Lokita de los hermanos Dardenne (Tori et Lokita, 2022). Ambas están centradas con protagonistas en crecimiento, se desarrollan en la época actual en Bélgica y contienen sus dosis de drama profundo e imágenes arrebatadoras. También grandes interpretaciones y una fotografía exquisita. Pero si bien entendemos que a la segunda no le sobra ni falta ningún fotograma, es devastadora pero sin regodearse en la desgracia, en Close resulta polémica la decisión de su director con ahondar en la tragedia mientras atraviesa estaciones.

Para acabar, dudamos también del mensaje que efectivamente puede desprenderse de Close. Entre tanto sufrimiento por decisiones inamovibles quizás se esté sugiriendo que no seguir el camino normativo de la masculinidad contiene demasiados problemas que es mejor evitar. ¿Será mucho más cómodo no moverse del cuadro y comportarse como la manada para no despertar la atención? En cualquier caso, la obra cuenta con un hermoso plano final en el que se subraya la inutilidad de mirar hacia atrás buscando lo que ya no está. ¿Y qué queda? Seguir el tránsito hacia la madurez con lo que tenemos, con nuestras equivocaciones, desgarros y culpas.

 Tráiler:

https://www.youtube.com/watch?v=cgXk9fWo1do

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Ficha técnica:

Close ,  Bélgica, 2022.

Dirección: Lukas Dhont
Duración: 105 minutos
Guion: Lukas Dhont, Angelo Tijssens
Producción: Coproducción Bélgica-Francia-Países Bajos (Holanda); Menuet Producties, Diaphana Distribution, Topkapi Films, Versus Productions
Fotografía: Frank van den Eeden
Música: Valentin Hadjadj
Reparto: Eden Dambrine, Gustav De Waele, Émilie Dequenne, Léa Drucker, Igor van Dessel, Kevin Janssens, Marc Weiss

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