Críticas
Monstruos pasados por agua
Monstrous
Chris Sivertson. EUA, 2022.
Estamos pasando por un buen año en lo que a cine de terror se refiere. Cantidad en oferta y buen promedio en calidad, tanto en los cines como en los estrenos en plataformas. Por supuesto, también tragamos con buena cantidad de mediocres producciones intentando engancharse a la glotonería del público, pero es complicado cuando tienes tan ilustres competidores haciendo sombra.
Luego están las películas que se quedan en tierra de nadie. Las producciones que no están a la altura de los grandes éxitos del año, pero que no son tan horribles como para entrar de lleno en el baúl de los horrores innombrables. Me temo que Monstrous (Chris Sivertson, 2022) es una de esas piezas, cargada de buenas intenciones, de premisas interesantes e incluso de un atractivo entorno visual que juega de manera ingeniosa con los contrastes entre la luminosidad retro y las sombras que una historia como ésta exige. Y, a pesar de esos potentes mimbres iniciales, poco a poco se desvanece en sus propias contradicciones, porque, al final, Chris Sivertson, director de la propuesta, no tiene muy claro qué ingredientes son los que potenciarse en el confuso brebaje que resulta en Monstrous.
Incluso tenemos un rostro de sobra conocido, el de Christina Ricci, especialista en espectáculos relacionados con lo fantástico y tenebroso. Y no solo es un reclamo en el reparto, es que el peso de la película recae sin tapujos sobre sus veteranas espaldas. Y sale airosa del desafío, sin fisuras. El viaje interior de la protagonista, con todos los vaivenes emocionales que ha de manejar Ricci, es de los elementos notables en el conjunto perpetrado por Siverstson. Los monstruos, tanto fantásticos como muy reales que pueblan su mundo, son una tormenta perfecta que mantiene al personaje en la endeble frontera con la locura, y Ricci se mueve con fluidez por ese línea. La dulzura de esta madre en eterna huida da paso a episodios en los que se pierde en la tormenta, y denota humanidad enternecedora con la que es fácil empatizar.
El problema es que los esfuerzos de Ricci no son suficientes. Como tampoco lo es el curioso entorno de realismo mágico que utiliza Siverston como conductor de su propuesta visual. El aire años 50, con toda la explosión de color casi estridente, no abandona en ningún momento cierto aura turbia, que se hace patente con los episodios oníricos que engullen las vidas de los protagonistas, incluso con ingeniosos juegos metacinematográficos. Pueden resultar memorables en la nostalgia a las películas de monstruos clásicas, de entrañable inocencia en blanco y negro. El giro que da Siverston para incrustarlo en la angustiosa realidad funciona a las mil maravillas.
Entonces, querido lector, que ahora mismo estés confuso, porque no paro de sacar cosas buenas de Monstruos, a pesar de mi insistencia en que no acaba de cuajar. Y esta falta de pegada se nota, sobre todo, en lo extraño que resulta el elemento paranormal, la amenaza monstruosa que acongoja a la madre coraje con su pelín espeluznante retoño. Tan forzado que, con poco avispado que sea el espectador, verá las costuras de la historia y tendrá el final en la cabeza desde el minuto uno. Al final, funciona mejor como drama sobre la culpa y los traumas de la maternidad que como espectáculo de terror. No tengo nada en contra de que las películas del género apuesten con mensajes claros, reivindicaciones potentes que cambien los contextos y acerquen los horrores de siempre a las sensibilidades del siglo XXI, como pueda hacer Jordan Peele (quizá el ejemplo más claro de esta tendencia). El problema, por lo menos desde mi posición como aficionado, es que exijo cierto equilibrio, que realmente el resultado me haga sentir esa plácida incomodidad en la oscuridad del cine.
Con Monstrous nunca sucede, nunca llega esa sensación. Incluso con un director dado al susto fácil en sus anteriores películas (ninguna notable, todo sea dicho de paso), aquí renuncia por completo a la originalidad que sí muestra en el diseño de producción de la cinta, y caemos en la colección de clichés, que despojan de toda sorpresa al esperado final. Además la trama avanza de forma plomiza, algo carente de ritmo, víctima de ese quiero y no puedo, de vivir entre dos mundos que no acaban de casar. No diré que provoca aburrimiento, pero hay situaciones algo tediosas, por repetitivas, que se adentran en terreno pantanoso, teniendo en cuenta que se trata de una obra que dura apenas hora y media.
Interesante a ratos, como comentaba al principio no es una película despreciable, pero es un conjunto de ideas que patina en la ejecución. Se beneficia en que plantea el menos es más como pilar, con pocos personajes y espacios, aunque cada rol tiene su importancia, cada rincón de la casa es fundamental, sobre todo en el momento en el que el velo se desgarra y se muestra la dolorosa realidad. Es posible, incluso, que si se conecta de forma visceral con los temas que plantea, provoque reacciones mucho más positivas, pero el nada despreciable esfuerzo en construir el contexto emocional de la película no me ha llegado lo suficiente, por el asunto de los desequilibrios con las escenas terroríficas que parecen desgastar la película en lugar de dar fuelle al asunto.
Como decía, Christina Ricci tiene un largo curriculum en producciones relacionadas con el fantástico, y últimamente la hemos visto en la potente serie Yellowjackets. Si con Monstrous solo puedo dejar su visionado a su elección, porque no me ha entusiasmado precisamente, con esta serie me la juego. Denla un vistazo.
Tráiler:
Ficha técnica:
Monstrous , EUA, 2022.Dirección: Chris Sivertson
Duración: 88 minutos
Guion: Carol Chrest
Producción: Burning Sky Films, Snakebyte Productions and Entertainment Group, Willow Pictures, Tip-Top Productions, Lucky 13 Productions, Red Coral Productions, Scarlett Pictures, Skipstone Pictures, Umbrelic Entertainment
Fotografía: Senda Bonnet
Música: Tim Rutili
Reparto: Christina Ricci, Santino Barnard, Don Baldaramos, Colleen Camp, Lew Temple, Carol Anne Watts, Nick Vallelonga, Rachael Edlow