Libros:
Cines abandonados en el mundo
Título: Cines abandonados en el mundo
Autor/es: Simon Edelstein
Editorial: Jonglez.
Año: 2020
Tengo ante mí el libro más triste del mundo, dedicado a todos los cines abandonados. Es un magnífico volumen de fotografías realizadas por Simon Edelstein, que ha recorrido el planeta (más de treinta países) de uno a otro confín y ha registrado el fin de un mundo tal como lo conocíamos. Hay más poesía en las imágenes de estas páginas que en muchos libros de poemas. Sin apenas textos, pero con todas las fotografías datadas, vemos cómo edificios que antaño albergaron espectadores, programas dobles y sesiones continuas languidecen hasta su desaparición y ruina absolutas.
El naufragio de los cines, de las salas comerciales de exhibición, que, poco a poco, salvo honrosas excepciones, han ido desapareciendo del casco urbano de las ciudades, había comenzado antes de la pandemia, pero se aceleró con ella, y fueron muchos los que echaron el cierre pensando que lo hacían provisionalmente y acabaron apagando sus luces para siempre. Cines abandonados en el mundo se presenta como “Una investigación fotográfica de Simon Edelstein” en la que el texto se utiliza de forma muy dosificada, ya que todo el peso del libro recae en las instantáneas que Edelstein ha ido tomando entre 2005 y 2019.
Cada imagen lleva un pie de foto que da cuenta de los siguientes datos: ciudad/provincia o estado/país/nombre del cine/año. Muchos de esos cines tienen nombres de lugares, y eso hace que te encuentres París en la India o que puedas ir a Texas en Europa, por no hablar de nombres que se repiten una y otra vez a lo largo y ancho de la geografía mundial: Capri, Rialto, Ideal, Roxy, Casablanca, Astoria, Odeón, Principal, Olympia, Edén, Plaza, Coliseo, Palace, Rex, Capitol, Cervantes, Lys… ¡Cuántas tardes de cine, cuántos momentos felices evocan esos nombres! Cada cual tiene su Arcadia, su Navas, su Avenida, su Barceló, su Jorge Juan o su Club Dehon, cada quien tiene en su cine de la infancia y primera adolescencia un pequeño edén.
Como afirma Francis Lacloche en el prólogo del volumen, a pesar de que “en todas partes del mundo, a excepción, tal vez, de Asia, la muchedumbre del sábado noche ha dejado de ir a estas salas ahora dormidas bajo el polvo de los años, sus vestigios se revelan en el objetivo de Simon Edelstein que, cual arqueólogo de un género nuevo, ofrece una última sesión sobre sus fachadas cansadas, sus entradas antaño rutilantes y sus amplias salas de barcos a la deriva”. Dividido en tres partes, “Cines abandonados”, “Lugares de vida que resisten” y “El tiempo de las reconversiones”, Edelstein ordena las fotografías de manera que asistimos al desmoronamiento de una forma de ver la vida y de entender el mundo. Quizás las fotografías más hermosas, pero al mismo tiempo las más descorazonadoras, sean las de los cines de La Habana, que llegó a tener 135 salas antes de 1959… y ahí siguen, casi todas abandonadas, algunas medio derruidas, de modo que parecen extraídas de un paisaje apocalíptico, pues la naturaleza ha regresado a esos lugares. Hay también en el libro edificios muy conocidos, como el Michigan Theater de Detroit, reconvertido en aparcamiento. Como afirma Blanca Lacasa: “¿hay algo más hermoso que retratar, aunque sea ya en plena decadencia, esos lugares diseñados para el mejor de los esparcimientos?”.
Y a estas alturas resulta inevitable evocar un título como La última película (The Last Picture Show, 1971), la obra maestra de Peter Bogdanovich ambientada en 1951, en la que asistimos a la última proyección del único cine de un remoto pueblo de Texas. Cuando un cine echa la persiana por última vez, algo muere para siempre en ese lugar. Todos tenemos cerca algún cine que fue, alguna sala que cerró y otros muchos locales cuya memoria desapareció bajo un bloque de viviendas. Las últimas imágenes de Cines abandonados en el mundo pertenecen al derribo de los Cines París de Barcelona en 2007 y a una pared desconchada donde se indica la salida del Cine RKO Proctor’s en Newark. Fin.
Excelente y triste artículo, una realidad, para mi no existe nada más bonito que la pantalla grande.
Pertenezco a un club de cine en Ecuador llamado KICINE, nos resistimos a que muera la pantalla grande, luego de la pandemia recién nos volvimos a activar, al fin conseguimos se nos facilite un lugar en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Buscaré el libro, gracias por la sugerencia.
Esto articulo nos evoca a ese excelente film italiano y ganador de premio de la academia. Cinema Paradiso . Observar esos rostros de espectadores conmovidos ante las imagenes de la pantalla grande, son bellas e inolvidables con la musica de genial Ennio Morricone,