Spider-Man: Cruzando el Multiverso

En esta era donde el algoritmo define lo que nos gusta y lo que no, que apropiada se siente la historia de Miles Morales en Spider-Man: Cruzando el Multiverso (Spider-Man: Across The Spider-Verse, Joaquim Dos Santos, Kemp Powers & Justin K Thompson, 2023), una continuación directa de la ganadora del Oscar Spider-Man: Un Nuevo Universo y, probablemente, mejor que su antecesora. Acá se repite ese gran concepto de reunir a los arácnidos (y arácnidas) de diferentes universos, pero la historia se enreda mucho más: lo que Miles y sus amigos hicieron en la primera cinta ha complicado las cosas, las realidades están alteradas y surgen las anomalías, además de un nuevo villano torpe que amenaza con destruir la realidad y todos los universos.

Nada de esto suena nuevo ni fresco, por supuesto, pero el ángulo por el que van en esta cinta sí lo es. Sin entrar en detalles ni spoilers, acá continúa el concepto de que Miles (Shameik Moore) es, esencialmente, una anomalía (algo que se sabe desde la primera cinta). Ahora la tarea de los diferentes Spider-Man de todos los universos, comandados por el gran Spider-Man 2099, o Miguel O’Hara (Oscar Isaac), es corregir ese error. Por definición, una anomalía es una “desviación de la norma”, no debería existir porque lo dice el algoritmo de la máquina que O’Hara controla, claro que él no se lava las manos: es un Spider-Man conflictuado y dominante, con un pasado lleno de errores.

Y esa “desviación” es Miles, viviendo su vida de adolescente lo mejor que puede, mientras trata de salvar al mundo. Pero él, como buen héroe terco, no está de acuerdo con esa denominación. ¿Qué pasa si rompemos los moldes? ¿Qué pasa si no estamos de acuerdo con lo que otros dicen que debemos hacer?

Lo más emocionante de esta cinta es que acá están todas esas escenas de acción que los fanáticos soñamos y que no se pueden hacer en las cintas live-action (o sí se puede, pero se ve muy falso), y además, botan la casa por la ventana haciéndolas. Todas las persecuciones son trepidantes, orgánicas y salvajes. ¡Pero también cómicas! El guion tiene esos apuntes geniales que hacen reír a todo el público, además de las referencias a otras cintas y otras versiones del querido héroe arácnido.

Y además se apoya con viñetas explicativas tipo cómic, y tiene unas increíbles voces, y la música es emocionante, y hay dinosaurios, gatos y personajes de carne y hueso… Se siente como ir en una montaña rusa y ser bombardeado por colores y emociones a toda velocidad. Y esto podría ser demasiado para una sola cinta, suena como una combinación peligrosa. Y definitivamente lo es: esta cinta es demasiado, pero así es que funciona, es entendible y altamente divertida.

Y además de deslumbrarnos con la altísima calidad de animación que mezcla diferentes estilos, la historia tiene una base sólida que funciona para todos: cualquiera que conozca la historia de Spider-Man sabrá que él siempre debe elegir entre salvar a uno, o a todos. Ese uno generalmente es alguien a quien ama, llámese tío Ben, Gwen Stacy, tía May, etc… Depende de la versión que elijamos de la historia. Su trabajo viene con un sacrificio implícito, es algo de lo que nadie se ha podido escapar porque así está escrito en los cómics.

Nuestra vida ya está moldeada por las decisiones que tomamos, hacemos parte del algoritmo de la vida, y el algoritmo de las redes nos va mostrando qué es lo que nos debería gustar o importar, a veces sacrificando unas cosas para quedarnos con otras. ¿Y si no queremos hacerle caso al algoritmo? ¿Y si queremos cambiar nuestro arco de personaje?

Así como lo dice Gwen (Hailee Steinfeld) desde el comienzo: “Esta vez, hagamos las cosas diferente”. Así es como lo demuestra Miles, el destino está en nuestras manos y lo podemos cambiar, o al menos luchar por eso, más allá de lo que digan los algoritmos, los arcos de personaje y los libros del destino. El tema es explorado a profundidad y hace una reflexión muy interesante sobre el heroísmo, sus orígenes y sus consecuencias. Es tan coherente como extravagante. Y quizás necesite verse más de una vez, pero cada ocasión valdrá la pena y se aclararán más las cosas que dejan sueltas para la continuación, “Más Allá del Multiverso”, que se hizo en conjunto con esta.

Y esta clase de mantra de “hacer las cosas diferente” está presente en toda la cinta. Sin temor a exagerar, Spider-Man: Cruzando El Multiverso marca una evolución y un nuevo tope para los largometrajes de animación: hay un personaje que parece hecho en pergamino, mientras que otro tiene un estilo punk (entre muchos otros), además de la línea principal que marca la cinta. Y eso incluye las ciudades y todas sus locaciones, radicalmente diferentes y absolutamente sorprendentes, los tonos y los colores crean unos ambientes verosímiles, ambiciosos y fantásticos. La cinta deja la vara muy alta para todo lo que sigue en animación, inclusive su propia secuela.

Son pocas las segundas partes en el cine que superan la original, especialmente porque muchas solo quieren repetir la formula y sacar partido, ya sabemos de muchos ejemplos en Hollywood. Pero Spider-Man: Cruzando El Multiverso no es una simple secuela. Así como El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace (The Dark Knight Rises, Christopher Nolan, 2012), esta es una película que se sostiene por sí sola con un armazón impresionante, es sólida desde su historia hasta su conclusión, que nos deja a la espera de la emocionante continuación. Pocas veces he salido con tantas preguntas y tanta emoción de una cinta, queriendo volver a entrar a verla y al mismo tiempo preguntándome, “¡¿qué fue todo eso?!”. Pues, simplemente, es el amistoso vecino Spider-Man.

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