No tengas miedo

El terror como género vive en constante adaptación a los tiempos, aunque hay cosas que no cambian a la hora de percibir un modo de entender este tipo de cine, tan antiguo como el propio arte de rodar películas. Da la sensación de que hay constantes tropiezos en la misma piedra, y que existe cierta pereza a la hora de plantear estrenos terroríficos. Las ganas de comerse poco la cabeza y llenar las arcas parecen ser las motivaciones principales  de los productos que llegan a nuestro cine, salvo honrosas excepciones y loables intentos que, en la mayoría de las ocasiones, se desvanecen en el camino de las buenas intenciones.

Incluso hemos llegado a un momento en el que el horror parece que tiene la obligación de disfrazarse de otras cosas, o colocarse pomposos apelativos como terror elevado para que sea tomado en serio por un sector crítico que parece no entender nada.

Por suerte hay estupendas obras pequeñas, libres y alejadas de batallas yermas, ideadas desde la pasión y el amor por el género, capaces de mostrar una serie de hallazgos visuales dentro de la humildad del conjunto para envolverse en un halo único de personalidad entre la desidia. No tengas miedo (Cobweb, Samuel Bodin, 2023) es la sorpresa del año en este sentido, auténtica tapada entre los ruidosos fenómenos de masas, que regala un auténtico oasis de honestidad al aficionado, a pesar de sus muchos puntos débiles.

No tengas miedo (Cobweb) no es de esas películas que van a cambiar las formas de hacer cine de terror. De hecho no está en sus intenciones, como se puede comprobar a poco que se conozcan las reglas del juego. Es esa falta de pretenciosidad su gran baza, el arma que esgrime para ganarse al espectador, con ingredientes de sobra conocidos. Ni siquiera son presentados estos elementos con intenciones innovadoras, así que enseguida resulta familiar el escenario perpetrado por su intuitivo director Michael Bodin.

El director francés prueba fortuna en el mercado internacional con pocas cartas de presentación en su haber. De hecho, se ha curtido en el mundo televisivo, y fue en ese medio donde llamó la atención de los aficionados a los espantos, con la notable serie Marianne (Samuel Bodin, 2019). El espectáculo brujeril de ecos rurales puso en el candelero al joven realizador, precisamente por su habilidad para la definición de escenarios tenebrosos.

En No tengas miedo juega con los terrores infantiles, presentada la infancia como época un tanto gris, no carente de maldad real, sin necesidad de acudir a los entes espirituales al uso. El miedo a ser diferente, el poder de la imaginación y la vulnerabilidad de ese momento tan sensible de nuestras vidas alimenta el entorno emocional de la película, de suma importancia para entender la tragedia. El consistente guion en manos de Chris Thomas Devlin juega con la información y las sensaciones, aunque bien es cierto que no es el aspecto más potente de la película. Sí acierta en las relaciones misteriosas y tensas entre los protagonistas, aunque no es menos cierto que no es complicado ver el truco. Con poco avispado que sea el espectador entenderá las consabidas trampas y los giros de la historia, que no son lo que se dice inesperados.

Sí, No tengas miedo puede pecar de previsible, aunque este es uno de esos casos en los que es más interesante el recorrido que el punto final. Porque Bodin se mueve elegante entre la bruma onírica y el realismo gris, lo que produce la sensación de flotar a través de mundos en confrontación. La tragedia familiar deriva en cuento casi gótico, de pecados del pasado y fantasmas que se cobran venganza.

La sensación de cuento de hadas moderno se hace enorme en algunos momentos de la película, aunque los estallidos de violencia salvaje rompen el halo mágico y recuerdan que estamos en un auténtico tren de la bruja, en el que el miedo al miedo sirve de llave al derramamiento de sangre.

La cámara inteligente e intuitiva del inspirado Bodin evita las estridencias y centra la atención en las posibilidades de los espacios. La claustrofobia pasa a ser algo físico en este lugar en el que el silencio nocturno no ahoga los susurros del pasado, y las paredes murmuran para que el terror y la soledad del joven protagonista enquisten en su corazón .

No tengas miedo se mantiene en la cuerda floja y no cae en el aburrimiento que otras propuesta similares acaban por regalar al espectador. El esmerado aspecto visual, sombrío y nocturno, denota el cuidado con el que Bodin trata a su obra, alejado de directores con demasiadas prisas por terminar o dados al artificio del susto fácil. Si bien no evita la caída en alguno de esos lugares comunes, el resto del conjunto, la sensibilidad con la que su director maneja la intensidad de la película y su esencia de cruel cuento de hadas son alicientes considerables para que aceptemos la posición de No tengas miedo un escalón por encima de la media en cuanto al terror se refiere.

Si el mundo es justo, el boca a boca hará que el paso por los cines de este pequeño acierto sea aplaudido por el público habitual. Espero que no sea necesario el tránsito a producto de culto para que, dentro de un tiempo, todos alaben las cualidades incuestionables del lóbrego descenso a los infiernos de la infancia, y sea el aquí y ahora el momento en el que los aplausos se escuchen con fuerza. A punto de entrar en el otoño, con Halloween llamando a la puerta, No tengas miedo deviene en el aperitivo ideal para abrir boca y disfrutar de una de miedo. De las buenas, que, como queda demostrado, también las hay.

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