Misterio en Venecia

Es muy interesante ver la evolución de las cintas basadas en la obra de Agatha Christie que Kenneth Branagh se ha dedicado a hacer en los últimos años. Después de una regular adaptación de Asesinato en el Orient Express (2017) y una versión de Muerte en el Nilo (2022) un poco mejor, el director, productor y actor británico regresa en su papel de Poirot en Misterio en Venecia (A Haunting in Venice, 2023), la mejor de las cintas hasta ahora. Con el mismo equipo de director y libretista, es evidente como esta saga ha ido creciendo y mejorando, ofreciendo en esta tercera entrega una cinta más sólida y entretenida. Una historia de obsesiones, mentiras y venganzas muy bien ambientada en un lugar aterrador en la noche más miedosa del año: Halloween, o el día de las brujas, como prefieran.

La cinta es la adaptación (en parte) de la novela Las manzanas (la original en inglés se llama Hallowe’en Party), un libro no muy bien recibido en su época y uno de los menos conocidos de Christie, considerada por muchos como la mejor escritora de misterio. La historia nos ubica en la noche de Halloween en Venecia de 1947. La gente hace fila en la entrada de la casa de Poirot y lo persiguen, todos necesitan ayuda de uno de los más famosos detectives del mundo, pero él no les pone atención, ya está retirado. Hasta que llega la autora Ariadne Oliver (Tina Fey), una exitosa escritora de libros de misterio y vieja conocida de Poirot.

Oliver convoca al famoso detective a una misión, ella quiere ir a una sesión con la señorita Joyce Reynolds (Michelle Yeoh), una mujer acusada de brujería y espiritismo. Ariadne, que es la mujer más inteligente que ella conoce (en sus propias palabras), no logra entender el misterio alrededor de esta supuesta médium, así que debe comprobarlo con sus propios ojos y en compañía del detective al que no se le pasa ni una pista, que además no cree para nada en lo sobrenatural.

Todo se desarrolla en el palazzo de Drake, propiedad de Rowena Drake (Kelly Reilly); en este viejo edificio existe una leyenda sobre unos niños que murieron ahí, e irónicamente es el lugar ideal para una gran fiesta de disfraces… para niños. En el lugar falleció recientemente Alicia (Rowan Robinson), la hija de Rowena, en extrañas circunstancias: se dice que fue un suicidio, pero hay dudas. Y desde entonces, Rowena escucha sonidos en el antiguo palacio, lamentos… La señorita Reynolds será la invitada especial de la noche y la que esperan les pueda dar una respuesta clara. Pero, ¿será todo un montaje o Reynolds es una médium de verdad? ¿Sí existe lo sobrenatural o todo es una farsa? Afortunadamente, el gran Hercule Poirot está presente y sabemos que nada se le escapa… ¿O sí?

Hay un cambio clarísimo de género en esta cinta, que va mucho más acorde con el título. Hay sonidos y eventos que buscan sorprender al espectador como en una cinta de terror, y lo logra efectivamente. Más allá de la investigación y la emoción de la historia principal, hay un suspenso que mantiene al espectador pendiente de la pantalla y conectado con la historia. Hay mucha acción, movimiento de cámaras, primeros planos, tensiones y sorpresas, todas herramientas típicas del género de terror, que funcionan acertadamente en combinación con el ya conocido estilo de Christie, un “whodunit” clásico de novela policíaca que sigue funcionando en la pantalla grande.

Una buena historia está soportada por buenas actuaciones, y eso es lo que sobra acá: Branagh no falla como Poirot, sigue tan constante como lo habíamos visto antes. Se destacan, además, la ganadora del Oscar Michelle Yeoh como la espiritista Mrs. Reynolds, Kelly Reilly como la sufrida Rowena Drake, Jamie Dornan como el nervioso doctor Leslie Farrier y Jude Hill como el extraño hijo del doctor Farrier, estos dos últimos vienen de la cinta anterior de Branagh como director, la bellísima Belfast (2021).

El guion de esta cinta sacudió la historia original de Christie desde la raíz. La novela que la inspiró sucedía en Woodleigh Common, Reino Unido, durante 1969; y la muerte de Alicia sucedía esa misma noche, durante la fiesta de Halloween. Estos pueden parecer detalles insignificantes, pero en realidad afectan profundamente a la historia, incluyendo temas como el estrés postraumático de la Segunda Guerra Mundial y la crisis económica que le siguió, los refugiados que buscan una nueva vida y una crisis del protagonista que tiene que ver con su misión. No es una simple historia para provocar saltos del espectador, aunque podría funcionar así. Detrás de los detalles que cada personaje revela hay miedos, traumas, profundas soledades, envidias y muchas otras características que fácilmente se identifican en el ser humano, sea uno mismo o alguien cercano.

Kenneth Branagh continúa demostrando un gran trabajo con todos los puestos que decide asignarse en una producción, es un hombre obsesivo que ha logrado llevar a la pantalla grande algunos de sus libros favoritos y las adaptaciones que ha querido, pasando por Mary Shelley, Shakespeare y Agatha Christie. Y lo sigue haciendo porque es bueno en ello, en su mayoría. Hace años fue comparado con Orson Welles por su ambición y querer hacer cintas grandiosas en todos los sentidos. En Misterio en Venecia está claro ese deseo de querer innovar y poner todas sus cartas sobre la mesa, demostrando que quiere volverse el rey de las historias de detectives en el cine. Sherlock y Lupin tienen su espacio en televisión, Rian Johnson les da el giro contemporáneo a estas mismas historias… ¿Por qué no que sea Branagh quien se dedique a las clásicas? Por mí, adelante.

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