Críticas
Cine al servicio de la reivindicación
Golda
Guy Nattiv. Reino Unido, 2023.
La película retrata el conflicto armado de 1973, resabio de la Guerra de los Seis Días (1967), donde Israel había confiscado territorios sirios y egipcios. Los países afectados decidieron canalizar su resentimiento en una revancha que implicó el avance “furtivo” sobre territorio israelí (1973). En el intento de recuperar los territorios perdidos, optaron por el día más sagrado del calendario judío (Yom Kippur), en aprovechamiento de la reducción de tropas al cuidado de la frontera.
Biopic que pretende una visión detallada de la estrategia y consecuencias de la Guerra de Yon Kippur, con un enfoque superficial acerca de la personalidad de Golda Meir. Plantea los avatares de un conflicto en los vaivenes de la pura “planificación” y toma de decisiones para el combate, marco en el cual se acude al rescate de la figura de una primera ministra agobiada y limitada por medidas militares, que cobran vidas debido a decisiones políticas contemplativas de poderes ajenos.
Lo curioso es que el filme no muestra una sola escena de guerra, transcurre exclusivamente en el campo de la política y la estrategia militar; la intención de Guy Nattiv y Nicolas Martin (director y guionista) parece ser el ofrecimiento de una detallada explicación acerca de los avatares de las decisiones políticas, en relación a la competencia entre imperios, y la incertidumbre entre las aparentes alternativas bélicas.
Una mala decisión expone a Israel; es invadida por Siria y Egipto. De aquí en más, el problema pasará a ser las excesivas bajas en combate y la consecuente culpa que Golda Meir experimentará. Un camino al filo de la navaja que expresa la incertidumbre y exposición a la que deben ajustarse los gobernantes.
Correcta labor de Helen Mirren; el exceso de sobriedad allana el camino a la interpretación en un personaje que aporta la sensibilidad escondida por la tradición. Una dureza que claudica sin perder la forma; Golda es el peso de la responsabilidad por vidas humanas, la película pretende rescatar su compromiso; labor reivindicativa que valora la consideración del ser humano como tal.
La decisión como tema candente, y la expresión de la política internacional en un sobrevuelo que compromete la inexperiencia de los jóvenes inducidos a una misión patriótica.
El thriller está presente, los múltiples focos de decisión militarizan el conflicto en aras de una función paradójica al servicio del rescate de la moral. Golda, en medio de las bajas militares, es acosada por el tormento.
No obstante estos ingredientes, por momentos asistimos a un exceso conversacional que arriesga efectos soporíferos. La expectativa se pierde en el dato conocido, traído desde el relato en tiempo cambiante, con un espacio al resultado de una ficción convencional donde el final resalta el éxito del personaje central.
Un filme “efectista”, pero no desde el impacto visual, sino por obra y gracia de la concatenación de sucesos que alteran la narración en direcciones inesperadas para los propios personajes. Por momentos, asistimos a una insistente deriva, que cala hondo en los retratos radiales para conjugar la palabra desgarradora con las detonaciones, prueba de la destrucción masiva de los ejércitos. Contrapunto desnivelante, Golda y sus militares padecen un sufrimiento alterno, diferente a la debacle en el campo de batalla; la angustia corroe los rostros en medio del esfuerzo por sostener la cordura que haga posible el éxito en el combate.
Soledad en motivo del deber, Golda adjunta el devenir de una existencia, en medio del cáncer, que multiplica la necesidad de una fortaleza extrema apañada en la figura de su asistente Lou Caddar (Camille Kottin), a quien la mandataria considera “familia”. Se suceden algunos planos y contraplanos que fundamentan un vínculo afectivo recíproco en la confianza y los destinos.
Yom Kippur es la fecha más sagrada del año judío; día del perdón, implica el arrepentimiento, la expiación y reconciliación de los fieles, en un marco de ayuno y oración. Paradoja que asigna culpabilidades en grado múltiple. Preparación de una invasión conocida por los servicios de inteligencia israelíes, acallados en el intento de sortear contradicciones protectoras de personalidades egocéntricas. Golda es la vívida expresión de una responsabilidad de primera mano, esquiva a la realidad de circunstancias candentes. La primera ministra se desliza incómodamente sobre territorio ajeno. Debe tomar decisiones políticas derivadas de acciones e informaciones pertenecientes al mundo del espionaje y la estrategia militar. Claro contraste que deviene en diferencias, donde el manejo de la vida humana transita por decisiones ajenas a la política. En último término, siempre ella será la responsable, incluso, tendrá que tomar decisiones intuitivas, donde aciertos y errores dependerán de actos de confianza en la delegación de autoridad.
La espléndida Helen Mirren se hace cargo de una Golda Meir cansina, agobiada por presiones, a la vez que firme y decidida en sus determinaciones. Vaivenes, que cobran múltiples vidas, tornan urgente una resolución diplomática donde, ahora sí, sabrá moverse como pez en el agua; los encuentros con Kissinger serán decisivos para el resultado final.
El filme es una confrontación de Golda Meir con la propia Golda Meir y sus fantasmas culpabilizantes, ignorados de forma explícita, tal cual la personalidad que apela a contundentes convicciones que hagan primar la cordura política ante el sentimentalismo. Un intento por evitar lo que sería la destrucción masiva en medio de una inefectiva acción de defensa. El personaje es duro, a la vez que comprensivo y equilibrado, en la posesión de una realidad que no permite respiro a la tragedia propia y ajena. Un lidiar con el sufrimiento humano, desde el interior de la propia experiencia, en conjunción con el desastre bélico y su acuciante aumento de decesos en el campo de batalla.
El retrato confronta la calma con la muerte; el desequilibrio con la sensatez; la intuición con la razón en terreno inaplicable; el dilema del político frente a la confianza en sus asesores que, en realidad, son quienes toman buena parte de las decisiones. Un hacerse cargo que confronta con la carga de lo ajeno, un juicio que recae sin piedad en la emergencia.
Palabras finales para algo que no podía quedar por fuera de nuestra consideración: el maquillaje. Rubro que ofrece amplio destaque en la conformación de un personaje fuertemente apegado a la realidad del antecedente en representación.
Las prótesis que recubren el cuerpo de Mirren nos acercan a un realismo sin parangón, donde podemos experimentar visualmente hasta la tersura de la piel de una anciana tipo, en la característica asignada a lo que fue el cuerpo de Golda Meir en su estado de pasaje por el poder. Una experiencia estética que disuelve por completo la posibilidad de observación de un artificio ex profeso colocado a tal efecto.
Golda es una película que, sin extravagancias, alcanza a situarnos en la historia contada desde una perspectiva, judía, sí, pero con la sobriedad que esquiva el melodrama caricaturesco y efectista, para enfocarse en el alcance de un sentimiento tan intenso como contenido y disimulado. Sensación de la implicancia necesaria en el intento de conservar la cordura ante acontecimientos de hondo dramatismo. El personaje termina siendo un ejemplar, modelo de toma de decisiones ante circunstancias límite donde, a pesar de las pérdidas inevitables, se debe ser firme para evitar males mayores.
Ficha técnica:
Golda , Reino Unido, 2023.Dirección: Guy Nattiv
Duración: 100 minutos
Guion: Nicholas Martin
Producción: Qwerty Films, Perfume Films
Fotografía: Jasper Wolf
Música: Dascha Dauenhauer
Reparto: Helen Mirren, Liev Schreiber, Camille Cottin, Ellie Piercy, Rami Heuberger, Lior Ashkenazi, Rotem Keinan, Dvir Benedek, Dominic Mafham, Ed Stoppard, Ben Kaplan, Emma Davies, Mark Fleischmann, Daniel Ben Zenou, Stephane Fichet.