Guiones
Halloween 4
El “concepto” es, de por sí, un elemento que se abre al análisis metaliterario. El “concepto de horror”, por ejemplo, trasciende los límites de lo concreto (como la relación que se instaura entre una obra y el espectador) para insertarse en el espacio invisible entre el mundo de la persona y el mundo de la sociedad/cultura en el cual dicha persona vive. Hablar de conceptos, entonces, se convierte en una abstracción doble en la que a través de ideas se habla de otras ideas, en un laberinto en el cual, a diferencia de lo esperado, es casi imposible perderse: todo tiene su sentido, como si, en este mundo de carácter casi platónico, todo pudiera entenderse fácil y directamente. El concepto, entonces, es un hecho real (¿absurdidad de lo no concreto?) que se estructura de forma psicológica y antropológica en una serie de análisis que llevan trajes de fractales.
El concepto de Michael Myers es así lo que le interesa a Etchison en este guion que nunca pudo verse trasladado a la gran pantalla. Personaje casi inmortal (tan como in- y a-moral), el espectro de carne y hueso que habita en los bordes de las imágenes de la primera entrega (que se supone no iba a tener ningún tipo de secuelas) se reconstruye no tanto en su vertiente de ser corporal, sino en la de elemento mítico cuya vida se basa en la presencia de su ser en el imaginario común de los ciudadanos de Haddonfield. Se afirma, entonces, que no existe ningún Michael Myers en este guion en cuanto elemento real, mientras que, sí, reverbera su presencia en su vertiente abstracta, imposible de apretar y, sin embargo, capaz de controlar el mundo en el cual se mueve subrepticiamente, casi como si, ante lo irreal, la mente humana fuera capaz de darle una estructura más real de lo real.
La configuración discursiva de este episodio se basa, en consecuencia, en la vertiente metaliteraria y metanarrativa que el arte supone en su ser un elemento cultural. Michael Myers existe en su no-existencia, en cuanto personaje ficticio (su muerte en la segunda entrega es real, lo cual pone fin a los latidos de su corazón) que se re-estructura y re-configura en su presencia abstracta, mental. Es un comentario, efectivamente, de lo que el cine puede ser y de lo que la fuerza de la sugestión puede provocar ante la aceptación en el subconsciente de que a veces un concepto logra ir más allá de la aceptación de su “no-ser” en relación con el mundo que definimos “concreto”.
El guion de Halloween 4, entonces, es un comentario sobre la relación que establecemos entre lo real y lo irreal, un análisis no solo del concepto de cine de horror, sino de todo el conjunto de formas narrativas capaces de insertarse en lo que definimos con el nombre de imaginario común. El horror que se establece en las páginas de Etchison, efectivamente, se reproduce en una estructura que logra traspasar los bordes de la narración y se presenta como punto de partida y de llegada de un discurso conceptual sobre el concepto mismo (del horror, por ejemplo, o del cine de horror) en un juego de espejos que se reproducen dentro y fuera de la pantalla (o, en nuestro caso, de las páginas). Michael Myers está muerto, por supuesto, sin embargo su formar parte de nuestra experiencia como espectadores (la visión repetida de su primera aparición, tanto “real” como en nuestros recuerdos) no puede sino mantenerlo en vida para siempre.