Críticas
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Passages
Ira Sachs. Francia , 2023.
Tomas (Franz Rowogski) es un director de cine, en principio, homosexual. Está unido en matrimonio con Martin (Ben Whishaw), quien parece ser propietario de un taller dedicado a la labor gráfica. Tomas conocerá a Agathe (Adéle Exarchopoulos) en medio de una fiesta e iniciarán un romance muy particular acerca del cual Martin será informado. Se inicia un triángulo de confusiones, donde Tomas, por momentos, desea estar con su esposo y por momentos con su pareja femenina.
El perfeccionismo, en la forma al descenso por las escaleras, despunta la iniciativa de un realizador que comienza a mostrar su deseo de control sobre los otros. Con el poder en la mano, el método es enérgico y directivo; en “igualdad de condiciones”, las emociones tomarán el control.
La segunda muestra es inmediata, el baile delata inconfesadas diferencias matrimoniales; ofrecen la retribución de una infidelidad confesada en la prueba de la emoción como justificativo al servicio de la experimentación. Lo nuevo es razón suficiente para un accionar manipulativo que, de aquí en más, absorberá al personaje en un solapado egocentrismo.
Rowosgki sabe mucho de esto; con su historial de bailarín y coreógrafo, nutre el filme de movimientos al tono que explican situaciones a la perfección. Vale recordar las salvajes escenas de sexo con Ben Whishaw, una intensidad que se diferencia de la relación que mantiene con Agathe, más suave en todo momento. Notable desempeño en la expresión corporal que lo cobijará a la sombra del “sentimiento” como excusa a su indefinición. Comportamientos viscerales fomentan el permanente impulso que pretende conservarlo todo para sí.
Puesta en escena rústica; acompaña la oscilación entre duda y pasión; hogar de indefiniciones y conflictos, en contraposición a la casa de Agathe, donde prima la prolijidad y el orden frente a un Tomas que se mueve con delicadeza, “esmero” y sigilo. Contrastes ejercidos desde una bisexualidad que compacta concepciones queer en el derecho acerca de cambios y devenires para la expresión de géneros autoasignados según la circunstancia. Aunque la implicancia se fisura en experiencias de confusión, afloran sentimientos de indefensión y soledad. Basta observar la escena en la que Tomas es rechazado por Aghate y queda tendido en el piso del local escolar.
Por otra parte, Martin siempre tendrá sus ideas muy claras, a pesar de la duda, mantiene su homosexualidad intacta, su resolución final será abordada desde la convicción de sólidos principios.
Implicancias que confrontan la definición con el enfoque queer como acontecer del momento que solo fomenta manipulación en la confusión de un vale todo aun sin esclarecer en sus determinantes. Resoluciones que cobran riesgo por identidades supuestamente desconocidas. También es la vivencia de Agathe y su exposición, azarosa circunstancia guiada por la pasión instantánea. Medida inadecuada, en tanto aventurado discurrir de procedimientos que evidencian resultados imprevistos más allá de la confianza en la integridad de lo deseado.
Película de personajes con Rowogski como eje, Sachs lo ubica en el centro mismo de la acción, es el manipulador por excelencia, pero sin la truculencia que hiere desde la planificación. Tomas no es un estratega de la convivencia, es un pobre ser humano que resuelve por acciones inmediatas sin prever consecuencias; un gestor permanente de realidades cambiantes que dañan su contexto relacional. Complaciente, a la vez que parco en sus respuestas, a todo el mundo conforma sin conformar, y sin siquiera comprender el alcance de lo que está diciendo, en tanto concreción de palabras en hechos futuros.
La sexualidad sostiene vínculos, a la vez que opera como venganza y soporte de soledades, otro eje en torno al cual se constituyen y mantienen relaciones. El aborto será la consecuencia, símbolo de una familia que podría ser pero no será, contrapunto acorde al interjuego entre postulados morales y experimentaciones queer, nocivo a un segundo nivel de deseos imprevistos. Agathe sufrirá la pérdida, cimentada en el deseo sexual, cuando suponemos que en su fantasía parecía consolidarse el pasaje a una segunda realidad arriesgada por la conciencia de la “confianza” ideal. El permiso a la diferencia espontánea, el cambio en la divergencia temporal, son ingredientes que trastocan la armonía en las relaciones o, mejor dicho, arruinan presunciones hijas del desconocimiento propio. Las conciencias adolecen de consistencia en el reconocimiento de la propia identidad y sus posibilidades. Dicotomía enfrentada a una estructura concreta simulada por la rígida fusión en movimiento de los cuerpos, suerte de escultura fija atemperada por la solidificación de las pasiones. Así luce el matrimonio, ejercicio de una sexualidad salvaje en el intento por reconstituir lo que podría estar a punto de perderse. Como consecuencia, campea la irresponsabilidad en las decisiones.
Los padres de Agathe lucirán impertinentes en medio de un almuerzo programado en pos de la seguridad de su hija. La indagatoria supone la necesidad de pruebas imposibles. Tomas hará gala de su inteligencia entre la molesta y protectora sinceridad que avala lo inconcluso. Una de las escenas más interesantes, donde los planos se suceden para conformar un clima de aparente normalidad, incursiona en el bochorno para al final restablecerse. El apretón de manos duradero es captado desde un plano compartido de perfil, los sucesivos cortes van avanzando hacia un almuerzo que culmina recalando en las figuras de Tomas, objeto en calma de la ofensa, mientras los gestos de Agathe no cesan ante la osadía de su madre.
Martin es el eslabón que acomodará los vínculos en pro de la prevalencia de una moral hasta entonces constreñida en el impulso pasatista. Un rapto empático pondrá las emociones al servicio del “correcto proceder”, en desmedro del placer que oculta la desvalidez incomprendida. Remitimos a la escena del bar y la conversación con Agathe, consecuente revelación generadora de conciencia.
Lo queer se expresa en la letanía de sucesos al “libre albedrío”, justifica una inconsistencia basada en razones que el filme no examina, pero insinúa. Una exploración de sentimientos, ocultos tras las emociones, quedará sin resolver por una síntesis de creciente dramatismo que se disipará en el vértigo del interminable recorrido en bicicleta.
Ira Sachs nos muestra sin rodeos la complejidad de las relaciones humanas, para ello, apela a los avatares del comportamiento sexual, lo dota de la suficiente flexibilidad como para superar la intransigencia del prejuicio y la necedad de los celos. La naturalidad esboza los pasajes sin medir las consecuencias.
Ficha técnica:
Passages , Francia , 2023.Dirección: Ira Sachs
Duración: 91 minutos
Guion: Ira Sachs, Mauricio Zacharias
Producción: SBS Productions
Fotografía: Josée Deshaies
Reparto: Ben Wishaw, Franz Rogowski, Adéle Exarchopoulos, Erwan Fale, William Nadylan, Caroline Chaniolleau, Radostina Rogliano, Thibaut Carterot, Théo Cholbi,