Críticas
Más allá de la delincuencia
Los delincuentes
Rodrigo Moreno. Argentina, Brasil, Chile, Luxemburgo, 2023.
Es Argentina un país bastante extenso, rico en zonas naturales, abundante en poblaciones y ciudades, con grupos humanos diversos, distribuidos por un territorio lleno de paisajes y atractivos. Sin embargo, a las personas de otros países comúnmente nos llega la imagen de una Argentina reflejada en Buenos Aires, la gran ciudad de hermosa arquitectura, que se extiende por la planicie, donde dominan el fútbol, el tango, un bohemia culta e ilustrada; una ciudad de tradición, riqueza y cultura. También llegan imágenes de otra Buenos Aires, la de las protestas ante la inflación galopante, la corrupción y la ineptitud de los gobiernos; y de otra, quizás menos culta, que se ha visto azotada por la creciente pobreza, consecuencia de las dificultades que ha sufrido el país desde los años del peronismo.
Me atrevería a decir que el cine argentino es uno de los más urbanos en el contexto internacional. Con esto me refiero a que sus historias están altamente centradas en la ciudad de Buenos Aires, con toda su riqueza urbanística y arquitectónica y con la variopinta abundancia de personajes y de situaciones: escenas de grandeza y de humildad, de importancia y de sencillez, donde los personajes se expresan con ese especial acento y ese alto nivel verbal y cultural, que los demás etiquetamos como muy argentino, pleno de comportamientos y de interacciones no exentos de una cierta nostalgia por unas épocas que fueron y que quizás ya no son.
En estas tonalidades comienza esta notable película. Transcurren sus primeros momentos en el ambiente de un banco tradicional de la ciudad, donde trabajan también personas tradicionales, que llevan a cabo rutinas constantes, bien diseñadas; coordinadas y vigiladas por el omnipresente administrador del banco. Todas muy centradas en el servicio a los clientes, que se adivina son importante y ricos. Sus empleados se visten de manera formal, cumplen horarios y tareas. Tienen entre ellos mismos unas relaciones entre amistosas y distantes, con frecuencia matizadas por momentos superficiales de burla e ironía.
En este ambiente, el dinero va pasando y siendo contado y organizado, burocráticamente, de mano a mano, hasta ser depositado en las cajas fuertes del banco. Es mucho el dinero que pasa y mucho el tiempo que tiene uno de los empleados para observarlo todo, para maquinar planes y dejarse picar por el endemoniado diablillo de la ambición. Su mente se va llenando de una lógica que le dice que en vez de trabajar años y años en este oficio rutinario hasta lograr la deseable jubilación, sería mejor tomar dinero suficiente, del que se deposita, para cubrir todos esos años de trabajo; sacarlo del banco, esconderlo y perderse de vista. En su mente se va diseñando el plan que le permitiría llevar a cabo este propósito y así lo hace. Hace parte de su bien elaborado esquema delincuencial, atraer, con manipulaciones y habilidad verbal, a uno de sus compañeros de trabajo. Estas son cosas que pueden suceder en el cine, y seguramente en una ciudad donde el dinero fluye y donde una mente inquieta, desocupada y maliciosa, es capaz de tramar planes, ya que cuenta con tiempo y con paciencia.
Empieza así la aventura para dos personajes, cuyas vidas paralelas se van tejiendo de forma inesperada. A partir de este momento cambia el ambiente en que se desarrolla la película: Dejan a Buenos Aires los personajes, ya delincuentes, cada uno por separado, impulsados por las circunstancias y las naturales investigaciones que se desatan, una vez descubierto el robo.
El cerebro de la operación, siguiendo su plan, se aleja, viaja al campo, y procede a entregarse. Su idea es gastar un tiempo corto en la prisión, por buen comportamiento, para proceder a salir y disfrutar de la fortuna qué maliciosamente ha logrado, junto con su cómplice. Pero la cárcel no es Buenos Aires ni es el campo, no es idílica, sino peligrosa, hay riesgos y manipulaciones de personajes misteriosos y poderosos, abundan las humillaciones inesperadas. Pero también aprendizajes impuestos y forzados, eventualmente valiosos.
Su compañero de fechorías, acosado por las investigaciones y sospechas, decide alejarse de la ciudad y dejarlo todo. La suerte y las circunstancias lo llevan a un ambiente inesperado, este sí idílico, casi tomado de las escenas pastoriles de Virgilio y sus poemas bucólicos, que transcurren entre montes y valles aptos para el pastoreo, bañados por arroyos frescos, de aguas transparentes y árboles hermosos, donde el campo es un lugar de disfrute y no de trabajo rutinario y fatigante. Los pastores de Virgilio son seres refinados, casi urbanos, que saben de poesía, de música y de mitos, en realidad, gente muy poética. Casi calcadas de las Bucólicas, son las vivencias de este sencillo burócrata bonaerense, cuando conoce a otras personas, otros ambientes y se ve atrapado por la buena vida de un pequeño grupo de bohemios, que disfrutan de los ríos, de las flores, de la naturaleza, mientras hacen videos artísticos en los momentos de descanso de sus actividades en alguna pequeña vereda perdida. Este nuevo mundo es encantador y transforma la mente de nuestro personaje. Y debo decir acá, que, increíblemente, algo semejante sucedió en su momento a su compañero antes de caer en prisión.
Se convierte entonces la película en un contraste imaginario y fantástico entre la vida de ciudad y la vida del campo. Se trata de algo imaginario porque las dos realidades que se describen, en la ciudad y en el campo, son especies de ensoñaciones de la vida real y en ambos casos conducen a interpretaciones e imaginaciones en las mentes de personajes, las cuales se escapan de la normalidad real. De alguna forma, nuestros personajes son delincuentes de la vida, personas que nunca ajustaron sus vivencias personales ni sus interpretaciones, a reales proyectos de vida, que siempre estuvieron sujetos a que las circunstancias los atrapen y los lleven a jugar juegos de vidas paralelas. Y aunque en el fondo de sus mentes saben que pueden vivir y proyectarse de manera creativa y coherente, aceptando la vida como una aventura que se puede desarrollar aprovechando las circunstancias reales, más bien ensoñaron con aspectos irreales y fantasiosos, que los llevan a contrastes, a frustraciones y a dificultades.
De forma tranquila, porque la película es larga y contada sin afanes, apreciamos cómo el contraste entre las experiencias de ciudad y las experiencias de campo va creando coincidencias, ajustes y decisiones más realistas y más armónicas, abriendo la posibilidad de dejar de delinquir y dejar de decir y de decirse mentiras, para aceptar la coherencia entre lo que se sueña, lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace. Es decir, para aceptarse a sí mismo y para dejar de delinquirle a la vida y a los compañeros de jornada, sean estos bucólicos o burocráticos, del campo o de la ciudad.
Ficha técnica:
Los delincuentes , Argentina, Brasil, Chile, Luxemburgo, 2023.Dirección: Rodrigo Moreno
Duración: 180 minutos
Guion: Rodrigo Moreno
Producción: Ezequiel Borovinsky
Fotografía: Alejo Maglio, Inés Duacastella
Música: Lucas Page
Reparto: Esteban Bigliardi, Daniel Elías, Margarita Molfino, Mariana Chaud, Gabriela Saidón, Cecilia Rainero, Javier Zoro, Lalo Rotavería, Iair Said, Fabian Casas, Adriana Aizemberg, Laura Paredes, Germán De Silva