Críticas

Amigos imaginarios

Ricky Stanicky

Peter Farrelly. EUA, 2024.

Puede pasar, a veces, que el desarrollo textual de la filmografía de uno o más autores se convierta en un pastiche cuya estructura muestra un conjunto de diferentes maneras de acercarse al medium. Puede pasar y, efectivamente, es lo que pasa si vamos a ver obras como las de Kubrick (un nombre que quizás poco que ver tiene con el mundo de los Farrellys) en las que el file rouge se refiere a la capacidad del autor de moverse de un género a otro sin perder su excelencia a la hora de rodar películas de gran alcance artístico. Y, a veces, lo que vemos es una estructura temática precisa en la que podemos vislumbrar, en la secuencia de las obras, una ideas que vuelven a repetirse, no hasta un cansancio narrativo, sino hasta la saciedad de unos argumentos que se crean y (re)modelan en una voluntad de presentar un mensaje claro. Es, en pocas palabras, el hecho de darse cuenta de que en algunos casos es posible encontrar patrones en la producción de un autor (algo obvio, por supuesto, pero que necesita cierto esfuerzo de análisis para que los llevemos a la superficie).

En el caso de los susodichos hermanos Farrelly y, en nuestro caso, más específicamente de Peter, uno de los elementos que recurren es la mixtura de humorismo (ciertamente vulgar y, quizás por esto, divertido) y de humanidad con la que pueblan sus cuentos. Hay personajes, en efecto, que padecen graves disturbios, como puede ser la depresión de Ben Stiller (Algo pasa con Mary), la esquizofrenia de Jim Carrey (Yo, yo mismo e Irene) o la incapacidad de tener relaciones interpersonales profundas por un trauma infantil de Jack Black (Amor ciego). Y, como si esto no fuera bastante, están presentes en la mayoría de las películas personajes secundarios que reivindican su formar parte de la humanidad, hombres y mujeres que tienen problemas tanto mentales (como el retraso del hermano de Mary) como físicos (Rene Kirby interpretando a Walt), lo cual no les impide vivir y exigir respeto. Algo que, efectivamente, se vislumbra también en los personajes de la película ganadora del Oscar (mejor filme) en 2019, Green Book.

Ricky Stanicky presenta así los mismos patrones que las otras obras y se inserta en lo que es, efectivamente, uno de los temas fundamentales del arte de narrar: hay una moral precisa, una enseñanza que hay que aprender, con la cual se intenta subrayar el carácter también didáctico del arte. Y, por supuesto, Ricky Stanicky es también una comedia grosera, divertida, no apta para las almas más sensibles y con una escena espectacular en el rol de un actor alcohólico que intenta rescatar su vida casi arruinando la de los tres personajes principales. Un cuento que quiere que disfrutemos del tiempo que nos pide (casi unas dos horas), si bien se nota cómo intenta insertar unos elementos más serios que, si bien tratados con cierta liviandad, llevan a un resultado final que se aleja de las obras más chistosas de Peter Farrelly. Y, de todas formas, la película no puede sino formar parte del discurso cinematográfico que este director, con su hermano, ha intentado entablar con el público mundial.

La estructura de esta película resulta así ser bastante simple y el resultado final podría decepcionar a quienes quisieran más divertimiento. Sin embargo, lo que aquí se nos presenta no es un producto que quiere solo hacernos reír, ya que Ricky mismo (o, mejor dicho, Rock-Hard Rod) es un personaje secundario, que si bien brilla cuando está presente, no puede, obviamente, ser el eje principal. Los susodichos elementos más serios, quizás un poco superficiales, sirven entonces para presentar la cuestión de si efectivamente podemos alejarnos del pasado (a veces manchado por la violencia), crecer como adultos y asumir nuestras responsabilidades. No es una tragedia griega ni llega a tener la fuerza de un maestro del humorismo como Mel Brooks, sin embargo, logra dejarse ver y es capaz de hacernos reír a carcajadas. Quizás no sea una verdadera película humorísiíca, sino, eso sí, una película que propone, en medio de su necesidad de presentarnos una moraleja, a un personaje secundario sorprendente.

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Ficha técnica:

Ricky Stanicky ,  EUA, 2024.

Dirección: Peter Farrelly
Duración: 114 minutos
Guion: Jeff Bushell, Brian Jarvis, James Lee Freeman, Peter Farrelly, Pete Jones, Mike Cerrone
Producción: Paul Currie, Thorsten Schumacher, John Jacobs, Michael De Luca
Fotografía: John Brawley
Música: Dave Palmer
Reparto: Zac Efron, John Cena, Jermaine Fowler, Andrew Santino, Lex Scott Davis, Anja Savcic, Jeff Ross, William H. Macy

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